Capítulo 8

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—Nos faltará dos manos más para llevar los otros dos ponches restantes mi lord—señaló esto fastidiada Lady Elizabeth al duque de Browning

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—Nos faltará dos manos más para llevar los otros dos ponches restantes mi lord—señaló esto fastidiada Lady Elizabeth al duque de Browning. Pero él no le hizo caso. Y casi choca con él, al notar que se detuvo  abruptamente el caballero.

—¿Por qué se detuvo?

 —Regresemos—ordenó el duque rápidamente. Elizabeth miro más allá viendo la escena de Anne y el conde Hamilton abrazados. 

—No, no podemos dejarlos solos, ¡la está comprometiendo! Si alguien los ve, ¡los obligaran a casarse!

—¿Solo por abrazarse?—exclamó incrédulo el caballero.

 —Su excelencia ¿usted no sabe nada del decoro? ¿las reglas de sociedad? ¡Una mujer no debe estar a solas con un varón soltero! —ella sabía que perdía su tiempo dándole cátedra de moral a un hombre libertino como el duque.

 —Sé de las reglas milady, entonces, eso también se sujetaría para nosotros dos.

 —¡¿Nosotros dos?! No hay ningún "nosotros" señor, usted es usted, y yo, soy yo, no se confunda milord. 

—Me refiero que nosotros dos, también estamos solos. Y pueden hablar por ello. 

—No creo que hablen de más, si saben de por sí que yo lo he rechazado —señalo esto con desdén.

La cara irritada del duque comenzaba a aumentar ¿debía ella siempre recordárselo?

—Ahora que lo menciona madame—trato de modular su voz irritada y que sonara amable— ¿puedo saber por qué me rechazo con tanta maldad?

 —Se lo explique ese día señor—Elizabeth se volteo y comenzó a andar nuevamente hacia el salón de baile.

—No, no lo hizo —El duque fue tras ella,  no iba a permitir que Elizabeth se saliera con la suya ¡la dama le debía una explicación!

—Quizá no escucho bien, porque se marchó bien expresaba mi negativa de querer casarme con usted— Si, era cierto, el caballero no quiso quedarse más, herido en su orgullo salió presuroso de allí, sin escuchar la explicación de Elizabeth.

—Bueno... ahora estoy aquí, así que puede explicármelo. 

Lady Elizabeth revoloteó los ojos. Ese duque era exasperante para ella. 

—Bueno, si "su excelencia" lo ordena—se mofó ella—lo rechacé porque no quiero a un hombre que me escoja solo para salvarse de la ruina, oh, al menos hubiera deseado que se tomara la molestia de conocerme mejor. 

Estas palabras noquearon al duque. 

—¿Usted creyó que la estaba proponiendo matrimonio porque necesitaba de su dote? ¿Qué yo iba detrás suyo por su fortuna?—las preguntas sueltas en el aire sonaban ridículas— ¡señora mía! No necesito de su dote, ¡soy un duque por Dios santo! ¿Qué clase de hombre cree que soy? 

—Uno que apenas me saco una vez a bailar, ya estaba pensando en convertirse en mi marido. ¿Usted se casaría con alguien que apenas conoce?, yo no milord. Por eso lo rechacé. 

—Entiendo su punto madame, pero yo si la conocía bien, había averiguado con mi gente su historia familiar, sus gustos, que eventos frecuentaba. ¡Solo para poder verla y me conociera usted!

— ¿Se escucha usted milord? Suena como todo un acosador. 

—¡Simplemente hice lo que todo hombre enamorado haría!

—Un hombre enamorado se tomaría el trabajo de ver si sus sentimientos son verdaderos o solo son sentimientos por una pasión pasajera. Usted no me conoce bien.

 — ¿Cómo podría hacerlo, si usted no me deja?

 — ¿Realmente quieres conocerme?

 —Sí —señalo esto en tono decidido —y que usted milady me conozca de igual manera. 

—Entonces dígame en secreto,  un defecto que nadie más sepa —lo retó ella. 

El duque la observaba dudoso. Pero vio que ella hablaba enserio. Si quería ganarla debía hacerlo al modo de ella. ¡Joder! ¡no le gustaba ceder!

 —Muy bien milady—dijo esto acercándose más a ella y susurrándole al oído para que nadie más escuchara. Los ojos de Lady Elizabeth se abrieron de par en par. No, no sabia que fue lo que más la sorprendió, lo fácil que él accedió a su pedido o que él olía muy bien. ¡No caigas Elizabeth! le decía su conciencia buena.

 — ¡Así que no te gusta bañarte! —exclamó ella, aun sorprendida por el calor de su cercanía.

 — ¡Shiiii! ¡te lo dije como un secreto!, ¡no tienes porqué publicarlo a los cuatro vientos mujer! 

La dama rio de buena gana.

—Está bien, está bien. Tu secreto de temerle al agua está a salvo conmigo —dijo ella con una mueca de triunfo. 

—Ahora es tu turno —dijo esto el duque arrastrando las palabras y visiblemente irritado. 

—No me gusta los hombres más guapos que yo.

 — ¡Eso no es ningún defecto! —gritó el duque.

 —Lo es para mí, por eso he alejado a todo hombre que se me acercaba a mí para enamorarme. Me amo demasiado a mi misma, no me gusta la competencia. 

John comenzaba analizar sus palabras. 

— ¿Entonces me consideras un hombre atractivo? —preguntó feliz al saber que ella lo consideraba guapo. 

—Sí, y por eso te odio — awww, ella lo odiaba, ese al menos era un sentimiento que le daba esperanzas. Tenia su odio, quizá podría conseguir su amor. 

—Yo no tengo la culpa de ello —dijo con desdén el duque—mi belleza es herencia de mi adorada madre escocesa.

 —Tienes suerte entonces —Elizabeth se volvió a caminar molesta consigo misma ¿en que estaba pensando? ¿levantarle el ego el idiota del duque?

—Tú también tienes suerte de que aun te amé, con la malhumorada que eres.

 Elizabeth detuvo su andar y se volteó de inmediato para verlo. 

— ¿Qué ha dicho? 

—Lo que escuchó milady —dijo esto acercándose paso a paso delante de ella—amo que no sepa pintar, amo que odie los caballos porque sé que le dan pavor, amo esa manía suya de comerse las uñas cuando está nerviosa, y la amo más aun cuando me da esa mirada asesina cada vez que me mira. ¡La amo locamente mi bien amada lady Elizabeth Forsing...! 

El caballero ya había terminado de decir esto justo cuando llego a su lado. Ella lo miraba sin palabras. Con nuevo descubrimiento ante sus ojos. 

—Igual te odio.

Él sonrió de buena gana —lo sé Elizabeth, lo sé...

Ambos se quedaron quietos observándose mutuamente con ojos llenos de regocijo y aceptación. Y es allí que comenzaba un nuevo y agradable capítulo para los dos. 


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Cuando tres caballeros buscan esposa© - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora