Suavidad (Noirgami)

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"Seamos una pintura de Monet"

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"Seamos una pintura de Monet"

Ella invadió su mundo de un instante a otro. Sólo tuvo que ver sus ojos canela para saber que ahí es donde deseaba con fuerza poder habitar. Es realmente curioso como algunas palabras te recuerdan a una sola persona: La palabra "jovialidad" le recordaba a su mejor amigo Nino, la palabra "brillo " le recordaba bastante a Chloe, "disciplina" era sin duda la palabra de Nathalie, "amabilidad" era la palabra de la dulce Marinette, la palabra y color "gris" le recordaba en seguida a su primo Félix. Pero la de ella, era "suavidad".

Y suavidad es una palabra que con redundancia, suena suave.

La presencia de la palabra, es suave.

La forma en que se mueven los labios para pronunciarla es suave.

Y ella en sí era suave.

La conducía a su hogar cargada en sus brazos con el brillo de la luz iluminando sus cuerpos mientras las ráfagas parisinas soplaban sobre ellos cuando avanzaban. Permanecía callada, taciturna, pensativa. Sus finos rasgos asiáticos hacían de su semblante algo más fino y delicado, parecía un ser extraordinario.

Para muchos Kagami podía ser una chica dura, pero para él no; para él jamás lo sería.

—¿Su casa es por aquí, señorita?— preguntó intentando soñar agradable, pero su tono terminó siendo un tanto nervioso. Esa chica perturbaba su paz, y le traía una nueva.

—Chat, deja de hacerte. Ya sabes que sí.— respondió un tanto molesta sin regresar a verlo. El minino sintió que algo se le quebró por aquella respuesta tan árida, así que sólo asintió y siguió avanzando hasta llegar a casa de la azabache y ahí poder cuestionarla mejor.

El silencio prevaleció entre los dos hasta que por fin arribaron a la habitación de la joven Tsuguri desde la ventana. Una vez dentro Chat la bajó y vio como ésta sin pensarlo dos veces agarró unas prendas de su armario y se dirigió hacia el baño, antes de entrar se detuvo un poco y volteó hacia el felino.

—¿No te vas a ir?— le cuestionó frívola, casi llegando a lo grosero. Chat se rasco la nuca incomodo.

—Esperaba que me dieras un gesto de gratitud, digo, un "gracias" no estaría tan mal.— Kagami rodó los ojos y resopló un poco, a veces el minino era muy infantil y poco directo.

—Dime de una vez qué es lo que me quieres decir. No estoy para juegos, Chat; ha sido un día duro.— Chat rió un poco más tranquilo y comenzó a avanzar hacia ella, hacia ese pequeño ser que siempre buscaba ser la fría de la relación. Tomó con el costado de su índice su barbilla para que ésta alzara su semblante hacia él, ella desviaba su mirada para no verlo. Él sólo sonrió y le depositó un beso en su mejilla.

En sus aterciopeladas mejillas, que eran suaves

—¿No me vas a decir te pasa, melocotón?— ella siguió sin responder a esa manera tan peculiar en la que su novio le solía llamar. ¿Por qué? Sus mejillas eran tan redondas y prendidas como las de aquella fruta, y tocar los labios de ella le provocaba la misma sensación que darle una mordida: un sabor intenso, dulce, con una textura suave.

Them (MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora