Runner

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El día había comenzado para Vegetta, era temprano por la mañana, adoraba sentir el frío en su cuerpo, pensó que sería buena idea dar una vuelta por su muralla, tal vez le habría llegado correo o alguna misión. Algo nuevo con lo que comenzar el día, y efectivamente fue así, en su buzón había una pequeña bandeja plástica con un trozo de pastel, con una notita que decía «Disfrutalo» Solo pensó que había sido alguno de sus amigos, no estaba mal comenzar desayunando con algo fuera de su rutina, que era comida saludable. De sus labios salió un sonido de satisfacción, al sentir el dulce y el esponjoso biscocho con fresa y Mora en su paladar. No se podía imaginar quién tuviera tal mano para cocinar.

De pronto eran las dos de la tarde y Rubius estaba recién despertando, sus cinco sentidos no eran los mejores en aquel momento, su coocniente estaba entre dormida y despierta y debajo de sus ojos habían moradas ojeras que le hacían parecer más cansado de lo usual ya que su piel solía ser algo pálida, haciéndolo parecer un muerto viviente.

Tomó un café y comió algo del pastel que había preparado en la tranquila madrugada, tenía planeado aquel día ir al centro del pueblo, sabía que habrían cosas nuevas en las tiendas y era bueno ir a hechar un ojo, antes de que todas las cosas se acabaran.

-¡Hey! ¡Chico! - Pudo escuchar la voz de una chica a una corta distancia, llamando su atención observó a la chica que de pronto tuvo frente a su persona, se veía como una chica bastante tierna, mejillas rojizas, los claros, piel de papel, cabello pelirrojo, poco común, pecas y dos coletas. -¿Ocurre algo?- La chica negó, con una sonrisa, inquieta sujetó la mano del castaño -Queria...pedir tu número, eres muy guapo y.. - Rubius negó con la cabeza, fue algo involuntario, al igual que pronunciar un no y marcharse, siempre habían chicas tras de él, no entendía ¿Enserio era guapo y atrayente? ¿Como es que él no..

-Niño, más cuidado- Había empujado a un chico sin intenciones de molestarlo, pero el chico lo tomó de la muñeca de la mano izquierda, Rubius esperó una paliza, a veces las recibía, la gente esos días había estado muy cabreada. -Perdón, perdón, perdón, perdón- Repitió una y otra vez hasta abrir sus ojos y ver aquel amatista que hizo que se alejará enseguida algo nervioso. -¡Veg.. Vegetta!¡Hombre, tanto tiempo!- Sonrió intentando no parecer inquietó e incómodo. -Doblas.., sí, mucho tiempo sin verte ¿Venias a ver las cosas nuevas del mercado?- Asintió, mientras su cuerpo se intentaba relajar pensando en alguna canción o en cocina, lo que menos quería parecer era enamorado. -Que coincidencia, venía a lo mismo ¿Vamos juntos?- No quería parecer descortés, y mucho menos obvio. -Claro ¿Por qué no?- «Mierda» Pensó.

-Anda chiqui, ¿Quieres venir a mi mansión?-

«Chiqui»

-Oh, claro, sí - En sus manos tenía unas seis bolsas de papel resiclable, eran todas las cosas que había comprado en la tienda, estaba feliz con sus compras y su inquietud había desaparecido hasta que Vegetta le llamó de esa forma. Rubius se sentio un tonto por recordar que Vegetta suele llamar a casi todo el mundo de esa forma, el desea ser llamado de un nombre especial, pero que le dijese "Chiqui" Ya lo hacía un poco especial.  -Entonces vamos que  ya es algo tarde, Rub- El castaño asintió, mierda, no, ya estaba nervioso y su corazón parecía tambor a nada de explotar, quería salir corriendo.

Candy [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora