TERCERO

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La habitación estaba tranquila y el único sonido que se escuchaba era el de un bolígrafo chocando contra en papel mientras se escribía sobre él:

Lucas se balanceaba sobre sus talones mientras leía el pedazo de papel que llevaría a plastificar, le haría caso a Nina, Melody también tenía que estar cómoda para ese trabajo y él se aseguraría de ello

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Lucas se balanceaba sobre sus talones mientras leía el pedazo de papel que llevaría a plastificar, le haría caso a Nina, Melody también tenía que estar cómoda para ese trabajo y él se aseguraría de ello.

Llegó corriendo del pasillo de los dormitorios para que su madre le diese algo de dinero para la papelería, encontrándose que no estaba en la salita de estar

—¡¿Mamáááááá?!— gritó para que se enterara si estaba en la casa.

—¡Bastaaaaaaaardo!— otra voz gritó desde la puerta de la cocina. —Mamá se ha ido a la peluquería y yo estoy al cargo, ¿si?— una chica de ojos verdes estaba apoyada vagamente en el marco de la puerta, pero lo más llamativo era su pelo pelirrojo perfectamente planchado y que quedaba genial con la chaqueta de cuero y los vaqueros rotos que llevaba puestos, una camiseta blanca con una calavera en el centro agregaba un poco de vida —aún siendo calavera— a la ropa de la joven; finalmente unas botas negras de goma eran la guinda del pastel.

—Laira, dame dinero.— el chico pidió poniendo ojos de cachorrillo.

—Ja, no.— se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. —No soy un banco.— el movimiento regular de su mandíbula delataba que estaba masticando un chicle, algo que era costumbre en ella.

—Solo 1€, ¿por favor?

—¿Para qué lo quieres?— preguntó empezando a molestarse con su hermano menor.

—Tengo que ir a la papelería y-

—¿Qué tienes que hacer?— Laira parecía estar a punto de matar a Lucas.

—Plastifi-

Otra frase más inacabada del joven porque su "querida" hermana mayor le había arrebatado el papel que llevaba en la mano y esbozó una media sonrisa.

—Esto es insignificante, no vas a usar mi dinero.

—¡Pero lo necesito!

—¿Para qué?— si las miradas matasen definitivamente Lucas habría muerto. —Se lo das a... Melody— lo leyó. —y punto.— le devolvió el papel.

—A ella no le gusta la suciedad.— miró a su hermana con desaprobación.

La pelirroja abrió la boca para responderle a su hermano pero la cerró por precaución a no herir a su hermano. Es cierto que había empezado clases ese mismo día y que alguien así de raro podía estar en su clase, pero del pequeño porcentaje que cabía, ¿por qué estaba en su clase? Además, ¿qué tipo de nombre era Melody? Uno de alguien que se creía el ombligo del mundo, Lucas no debería de juntarse con ese tipo de gente.

Una pompa de chicle explotó y el chico no pudo reaccionar cuando Laira estaba tirando de él a la calle, le sorprendió.

—¿Qué mierdas estás haciendo?

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