¿Qué sí lo lamentaba? Cada segundo se arrepentía de su decisión, pero volver nunca había sido una opción.
Desde el primer momento que entró en la casa sintió el paso de los años, el dolor de la distancia. Cada cosa estaba en su lugar pero aunque todo siguiera durante el tiempo su presencia no era bienvenida.
Las paredes blancas del comedor no tenían aquellas dulces fotografías de familia que siempre amó. No quería aceptarlo, pero sabía que era su culpa la desaparición de las fotos, que cada cosa en esa estancia le odiara y pedía perdón en cada paso por su casa. Un lugar al que ya no pertenecía. Había sido su decisión abandonarlo todo y aún no entendía como había llegado a eso. Se arrepentiría siempre de haber abandonado a su familia y la diferencia que estaba marcada en la casa hacía que todo el dolor que sentía se multiplicara por el largo tiempo que estuvo fuera.
Acariciando la barandilla de las escaleras cuando subió notando como las paredes se sentían vacías, escuchando el crujir de los escalones a su paso y cuando llegó arriba, una puerta se abrió.
—¿Quién anda ahí?— la voz dulce Sofía preguntaba asustada pero intentando parecer fuerte.
—¿M-Mamá?
La pregunta cortó la tensión en el aire y Sofía salió de su habitación apresurándose a las escaleras, creía que eran alucinaciones, no era posible que ella hubiera vuelto. Pero cuando la tuvo en frente no pudo creer nada más que lo que tenía delante. Raquel estaba de vuelta. Después de tanto tiempo ella simplemente había vuelto, con su sonrisa en las cara, la timidez con la miraba el suelo cuando se incomodaba, su hija había regresado a casa de una vez y por una vez en mucho tiempo se volvía culpable, responsable de que se hubiera marchado y agradecía que estuviera de vuelta.
La miró fijamente, el cabello rubio caía elegantemente sobre sus hombros y sus ojos reflejaban la timidez que sentía, podía ver a través de ella la inseguridad que tenía. La abrazó, acarició su pelo apoyó las cabeza en su hombro había vuelto a casa y todo lo anterior no importaba. Lloraron. Lloraron como si no se hubieran visto en mucho tiempo y es que tres años lejos de la famila hacen que el reencuentro sea tan desesperado.
Una madre abrazando a su hija que se marchó con 22 años y por fin había vuelto. Una hija desconsolada regresando a casa después de un largo camino. ¿Cómo habían podido vivir la una sin la otra durante ese tiempo?
—¿Cómo está Melody?— preguntó Raquel preocupada cuando ya se habían calmado.
—No ha empeorado, pero tampoco es que esté mejorando.— afirmó triste y la joven rubia asintió.
—Me gustaría ir a recogerla de terapia hoy, ¿a qué hora debo ir?
Sofía miró confundida a su hija, Melody ya no iba a terapia. Suspiró. Por un momento sintió el tiempo más cercano, no estaba la ausencia de Raquel en casa y ya podían volver a ser una familia. Serían normales de nuevo.
—Tu hermana ahora...— pensó mucho en como decirlo para no hacer que se sobresaltara pero no pudo evitar sonreír. —Ahora va la escuela y antes de que preguntes, le va bastante bien.
La rubia se sorprendió tanto que no pudo evitar soltar un "imposible". Ya lo estaba logrando ella sola y simplemente su madre decía que no estaba mejorando. Algo molesta le contestó: —Voy a ir a recogerla así que me dices dónde y cuando, ¿de acuerdo? Quiero ver-
Una llamada telefónica detuvo a Raquel, el teléfono de su madre sonaba así que lo tomó para colgar, pero leyó el nombre de contacto "Instituto de Melody" y cogió la llamada corriendo.
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•Podía verla otra vez, allí sentada en banco jugueteando con las manos, sin mascarilla ni nada, sonriendo un poco y mirando de reojo a su acompañante. ¿Quién era ese chico? ¿Qué hacía con ella? ¿Eso en su rostro era sangre? Raquel no quiso crear problemas así que levantó la mano y llamó su nombre, aquel que hacía revolver su estómago: —Melody.
La rubia saludó risueña a su hermana pequeña y se acercó para llevarla con ella a casa, a su casa.
—¿No me vas a hablar?— preguntó indignada la mayor en el coche. —¿Ni siquiera me vas a saludar?
—¿D-debería?— dijo en un susurro Melody, no se notaba en el tono de su voz, pero su mirada mostraba una clara molestia.
Al fin y al cabo, Raquel estuvo fuera de casa durante tres años y no llamó, la abandonó sin avisar, no acudió al funeral de su padre cuando esté murió y ahora esperaba una bienvenida. Siempre había querido a su hermana, pero al tenerla enfrente se dio cuenta de que sobraba en su vida.
Raquel asintió, quería hacer las paces con la pelinegra y sabía que tenía que hacerlo porque después de marcharse sin dejar rastro, lo único que no quería era volver a un hogar roto.
—Al menos dime quién era ese chico.
Melody levantó un poco la cabeza, ¿se refería a Lucas? Pues claro que si, que pregunta más estúpida, nadie más estaba con ella cuando vino a recogerla. ¿Sería incómodo responder? ¿Debe responder? No quiere responder, es su vida, ella decidió salir y salió muy caro. El silencio lideró el coche.
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Sé que llevo mucho tiempo sin subir nada pero la cuarentena me lo está poniendo muy difícil para tener inspiración y la parte de Raquel es muy difícil de escribir.
Meper d0nan?
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Break The Distance
Teen FictionElla quiso curarse cuando enfermedad alguna ocupaba su cuerpo, ahora nada puede estar en contacto físico con Melody. Nada debe estar cerca. ↻ 4-11-2019 ↺ En emisión