QUINTO

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—¿No hace mucha calor?— un hombre de cerca de 30 años de aspecto poco arreglado y una altura agradable le preguntó con cariño. —Quizás deberías de quitártelo, ya has podido hacerlo, ¿sí?

Melody asintió y con cuidado quitó los elásticos de su barbijo y lo dobló sobre su regazo, miró al hombre y respiró profundamente. El aire de la consulta llenaba sus pulmones, no se sentía sucio, estaba bien por ahora.

El flequillo ocultaba aún sus ojos, pero sus labios entreabiertos por la pesada respiración se veían perfectamente, eran algo gruesos y de un tono rosado. El doctor Ruiz le miró satisfecho y pensativo, el caso de Melody era muy singular y no siempre hablaba con él, pero poco a poco hacía progresos.

—Mel— captó inmediatamente su atención, nadie le llamaba así, solo ese chico. —¿Cómo va todo en clase? Tú madre me ha dicho de un compañero que podría estar molestándote, ¿me dirás?

—No molesta.— titubeó antes de hablar pero lo dijo con seguridad.

—¿Estás segura?— la chica afirmó. —¿Quién es?

—¿S-su nombre?— el doctor asintió. —No s-sé.

El joven doctor le miraba atentamente apreciando cada palabra que salía de su boca.

—Pero te trata bien, ¿no? Ya sabes que si te molesta le puedes contar a tu madre o a mí.

Melody asintió y empezó a juguetear con sus manos, nerviosa. Últimamente no le gustaba ir a las consultas y su doctor le pedía de más. La gente le criticaba por ir a las consultas. La gente se reía. La gente le señalaba. La gente le molestaba. La gente es mala. Las personas son malas. El mundo es malo. El mundo es sucio. Ella es sucia.

Colocó las manos en sus sienes, la cabeza le empezó a doler. Se balanceaba en el sofá repitiéndolo una vez tras otra: —Todo es sucio.

—Melody tranquila.— el doctor le tocó el hombro para estabilizarla pero recibió un manotazo.

—¡No me toques!— le gritó fuera de sí.

Melody estaba teniendo otro ataque y eso no era buena, un ataque significaba médicos y los médicos significaban medicina, esos pensamientos estaban en su cabeza desde pequeña. Algo malo crearía una reacción de cosas malas en cadena y ella, era el detonante.

Era irónico, no lograba formular frases bien, pero cuando le tocaban otra historia se contaría.

El balanceo era más violento, el aire ardía en sus pulmones, todo le daba vueltas, hiperventilaba y el doctor llamó a las enfermeras, Melody no estaba consciente. Un ataque de pánico se apoderó de ella.

—¿No tienes nada que decir?— preguntó su madre entre preocupada y enfadada.

—Él me tocó.— esa fue la única respuesta que estaba dispuesta a dar.

Melody ya con su mascarilla pegó la mejilla a la ventana del coche y observó la gente andar por la acera, encontrándose con un extraño mundo de colores. Un pequeño grupo de personas tenía el pelo teñido, cada uno de un color desde naranja hasta blanco o arcoiris. Era un espectáculo digno de ver, pero a ella le molestaba ver tanto color junto. Iba a apartar la vista pero algo le llamó la atención, un uniforme de su instituto y a su lado una chica pelirroja, ¿quiénes eran?

El coche se detuvo en el semáforo y por un momento que quiso ver la cara del —posible— compañero el viento hizo lo posible para que su acompañante de pelo naranja le tapara la cara con el mismo. El camino se reanudó, ¿quién era la chica del pelo llamativo? ¿Y el chico de su escuela? ¿Qué hacía tanta gente con el cabello de colores llamativos.

Break The DistanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora