Prólogo

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C'est Ma Vie

~Prólogo~

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Un joven rubio de cabellos cortos y brillantes ojos verdes, caminaba por el campus de la universidad, saludando a todo el mundo, pues, aunque era conocido en todo París, en aquel lugar se sentía uno más y agradecía eso con todo su corazón. Fue cuando divisó una cabellera azul a la distancia, que sonrió y tomándose de una de las correas de su mochila, adelantó el paso para sorprenderla con una enorme sonrisa en los labios.

—¡Hola! —exclamó, cruzando su brazo por los hombros de la chica, que lo miró con bastante fastidio.

—¡No hagas esto en la universidad, Adrien! —lo reprendió, pero el chico de mirada esmeralda no estaba con ganas de obedecerle.

—No quiero —se negó, acercándosela más a él—. ¿Tienes alguna objeción?

—¿Todas? —protestó, separándose de él. Inmediatamente, el chico bajó la mirada con fastidio—. ¿Otra vez fallaste? —ante la afirmación, la chica de ojos castaños suspiró.

—Fue todo un fracaso. Ella no cayó en nada de lo que le dije —confesó—. Tu plan no sirvió.

—El Plan no tenía fallas. El fallado eres tú —lo acusó su amiga.

—¡Kagami! —protestó el chico, apretando sus puños.

—Adrien —apoyó su dedo índice en el pecho del chico—, acéptalo. Tú no sirves para mentir y por eso no puedes engañar a Marinette —le advirtió.

—¡Esto debería ser más sencillo! —protestó, refregándose la cabeza con su mano derecha.

—Es que por más que quieras hacerlo, eres demasiado puro. ¿Por qué crees que nadie te compró ese intento de rebeldía de hace años atrás? No te imaginas lo felices que fuimos cuando Marinette, al fin, te volvió a tu centro.

—¿No te gusté? —ofendido, se llevó la mano abierta al centro del pecho.

—Te odié —le confesó, tomándolo del brazo—. Me gustas más así, manejable.

—¡Oye! —protestó, tratando de soltarse, pero la japonesa no se dejó.

—¡No te enojes, Adrien! —le pidió—. Recuerda que me necesitas para seguir planeando tus coartadas.

—Esto me tiene enfermo —protestó.

—¡No te puedes enfermar! Te necesito entero —le recriminó, soltándolo.

Adrien no dijo nada, pero la miró con una sonrisa, esa que Kagami sabía que ponía cuando estaba a punto de tirar uno de sus malos chistes. Por suerte, el ringtone de su teléfono celular lo interrumpió.

—La invoqué —respondió con una mueca, cuando la imagen de Marinette apareció en pantalla—. ¡Marinette! —exclamó, fingiendo un gran entusiasmo—. Sí, estoy en la universidad.

—¡Adrien! —exclamó Kagami, como si estuviera fingiendo un cuadro de excitación— ¿Por qué contestaste en este momento?

—¿Qué haces? —preguntó entre dientes, mientras la japonesa solo se reía en silencio, mientras exclamaba frases subidas de tono en el teléfono— ¡No, Marinette! —exclamó, cuando su novia cortó el teléfono.

C'est Ma Vie [Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora