C'est Ma Vie [Parte 2]

Epilogo

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C'est Ma Vie

~Epilogo~

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Dos años después de la boda.

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Adrien caminaba con algo de miedo, abrazando fuertemente a Hugo, mientras se acercaba a aquel lugar. No quería hacer eso, pero no tenían opción. ¿Por qué los padres de Marinette tenían que estar tan ocupados?

Se detuvo cuando observó a Nathalie y a Gabriel en la puerta de la mansión. Giró sobre sus pies con la idea de huir de ahí, pero solo se encontró con los ojos celestes de su esposa que brillaban amenazantes. Pasó saliva con dificultad, observando como Marinette le hacía señas con la mirada para que avanzara.

—No quiero... —dijo, aferrándose más a su pequeño que dormía en sus brazos.

—Solo serán dos horas, Adrien —respondió Marinette, afirmando a Louis en sus brazos, y aunque no debía hacerlo, tenía miedo de que si le pasaba ambos niños a su padre, en ese momento, éste saldría corriendo con ellos —. No podemos llevarlos con nosotros a la consulta.

—Pero...

—Pero nada —lo interrumpió—. Fue tu idea el que tuviéramos a los niños prácticamente seguidos, para criarlos todos a la vez. Ahora no te quejes.

—No me quejo de eso —respondió con una sonrisa picara en sus labios que sonrojaron a la furiosa madre.

—¿Crees que yo no tengo miedo? —le dijo, acariciando a su pequeño— ¿Recuerdas lo que dijo Chloé en el bautismo de los mellizos? —le recordó—. Que si teníamos una niña y salía rubia, la iba a secuestrar para vivir con ella lejos de Paris, imaginando que era su hija y la tuya.

Adrien negó con la cabeza.

—Chloé solo estaba bromeando —le insistió —. No deberías tenerle miedo. Ella realmente me quiere mucho y a nuestros hijos también.

—Entonces, tampoco deberías temerles a tu padre y a Nathalie porque ellos también te quieren y a los niños también —las palabras de Marinette causaron el resultado esperado.

—Caí en tu trampa —gruñó el rubio y ella solo sonrió.

—Vamos, Chloé casi nos mata más veces que tu padre —le recordó, poniéndose en marcha para subir las escaleras —. No deberías preocuparte. Me prometiste que volverías a confiar en él, además ha sido un buen abuelo.

Adrien la miró alejarse, viendo como automáticamente Gabriel bajaba las escaleras para tomar a Louis, evitando que Marinette no cargara ese peso con los cinco meses de embarazo que llevaba ahora.

Ver a su padre sonreír cuando su pequeño de ojos verdes y abundante cabello azulado se acomodó en su hombro, aun profundamente dormido, lo hizo terminar de decidirse y subir las escaleras para entregarle a Nathalie, al pequeño Hugo que, al igual que su hermano, tenía cabello azulado, pero unos bellos ojos color cielo, igual que su madre.

—Volveremos en dos horas, más o menos —explicó Marinette, dándole una pequeña caricia en la cabeza a Louis.

—Por favor, cuídenlos bien —Adrien no quería sonar pesado, pero las últimas palabras le salieron extremadamente resaltadas.