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Ian 6
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Ian suspiro completamente abstraído en el nuevo dibujo que pintaba su papá en una de las paredes.

A Ian le gustaba mucho ver a su papá dibujar... ver cómo poco a poco los colores iban tomando formas nuevas y escuchar las historias que este le contaba entre trazos y salpicones de pintura.

-¿cuando vendrá papá Tony?-

Pregunto con curiosidad, Su papá Steve siempre le hablaba del otro papá que tenía pero nunca lo había conocido... y esa era la pregunta que le asechaba con cada nueva historia que el rubio le contaba. Porque Ian idolatraba a Tony... en el pequeño mundo del nene  de 5 añitos Tony era la persona más increíble y buena que pudiera existir... No que Ian conociera a muchas personas, pero si le dieran a escoger entre las personas que solía dibujar papá, Ian escogería a papá Tony... y luego a la tía Nat o quizá al tío Bruce. 

-Un día nosotros iremos con papá Tony...-

Steve dejó la pintura a un lado para caminar hacia la pequeña personita que le miraba con sus enormes ojos verdes llenos de ilusión.

Despacio el rubio se sentó junto a él para poder rodearlo con un brazo.

-Algún día, te prometo que saldremos de aquí... y te daré la vida que mereces mi amor-

Le prometió de nuevo, era la promesa que Steve se hacía cada mañana al ver esos ojitos verdes abrirse y cada noche mientras le veía dormir. Algún día saldrían de ahí e Ian ya no tendría que vivir escondido nunca más.

Pero Ian nada sabía de otras vidas. Ian era feliz ahí con su papá, y a veces no entendía porque papá se ponía triste... o porque decía que el mundo de afuera era mejor que este... afuera solo había arena, mucha arena.

-Yo solo quiero vivir contigo siempre...-

-Y yo contigo-

Steve sonrió dejando un beso en sus cabellos antes de atacarlo con un montón de cosquillas que hicieron que la risa inocente de su pequeño ángel resonara en cada rincón del galpón.

Meses después Steve tuvo que salir para intentar encontrar algunas cosas que ya les hacían falta.

-te veré en un ratito cariño-

Le beso las mejillas con ternura intentando borrar el puchero que se había formado en los labios del nene, no le gustaba cuando su papá se iba. No le gustaba estar solo.

Un último beso y el rubio se fue, ahora ya no le dejaba atado porque Ian ya entendía que no debía salir del galpón.

Ian ahora era un Niño grande y sabía que intentar seguir a papá era peligroso.

Lo último que vio Steve antes de salir fue a su tesoro diciéndole adios con la manita.

Horas más tarde mientras el pequeño jugaba con uno de los carritos de madera que el rubio había hecho para él fue sorprendido por el sonido de unos pasos que definitivamente no se escuchaban como los de sus papá.

Asustado corrió a refugiarse detrás de algunos barriles de metal.

-Que rayos...-

La voz de un hombre inundó cada rincón del lugar e Ian se hizo aún más pequeño entre el frío metal. Asustado se llevó las manos a la boquita para intentar mantener silencio.

-el rastro más fuerte del capitán nos guía hasta aquí-

De nuevo una voz desconocida.

Tony detrás de su armadura solo revoleo los ojos ante lo estupido de esa afirmación, era obvio que ese era el fin del rastro o no estarían ahí.

Ian RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora