Capitulo 29

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En un simple pestañeo estuvo frente al hogar de los gatos ninja. Itachi también estaba con ella. Se miraron asombrados. El lugar era impresionante. Algunos gatitos corrieron a saludar a la pelirrosa. Ella les sonrió débilmente, estaba tan preocupada, no quería seguir perdiendo tiempo pero era cierto que no sería de ayuda en su estado actual. El tigre dientes de sable comenzó a caminar y ellos lo siguieron. Se frenó frente a un lago de aguas transparentes que brillaba de una manera hipnotizante.
-Entra completamente y recuperarás tus heridas y chakra. Esta es la única vez que se te permitirá ingresar aquí así que espero que lo aproveches...
-No puedo perder demasiado tiempo...
-Lo sé... te darás cuenta cuando estés lista... el Uchiha puede esperar con nosotros.
Itachi siguió al tigre y la mujer caminó hacia el lago. Se miró el cuerpo, estaba magullado, con sangre mezclada con barro y agua. Posiblemente su pelo estaba igual de desastroso, le daba algo de vergüenza meterse en esa hermosa agua así, pero lo hizo, aunque primero se quitó la ropa, por lo menos demostraría algo de respeto no manchando ese sagrado lugar con esos harapos. Ingresó por completo y descubrió que podía respirar aún estando bajo el agua. Cerró los ojos, un calor la inundó, comenzaba a sentir la curación.
Corría con desesperación, sentía el corazón desbocado, no podía estar pasando eso, era una pesadilla, tenía que cuidarla, él tenía que lograrlo, por lo menos aguantar hasta que llegara. Miedo, nunca había sentido miedo en su vida pero ahora sabía que así era, un terror sofocante que hacía que su velocidad fuera mayor a la normal. Si la perdía ¿qué sería de él?, si nunca volvía a verla, si nunca escuchaba su voz ¿cómo viviría? Apretó los puños sintiendo odio mezclado con su miedo. Eso no sucedería, él era el mejor, nadie estaba a su altura. Su hermano se había sacrificado por su culpa, pero ya no volvería a perder a un ser querido, nunca más, se lo había jurado a sí mismo. Llegó agitado como nunca antes, un sudor frío le recorrió la espalda. El humo se elevaba hacia el cielo, la casa estaba en llamas. No... no... un golpe en el corazón, como si alguien lo hubiese atacado, pero no había nadie allí, era el dolor. Cayó de rodillas sin poder quitar los ojos de esa terrible visión. Le faltaba el aire, comenzó a sentir desesperación. Abrió la boca y respiró una gran bocanada. Temblaba entero, puso sus manos en el suelo. Tenía que recuperarse. Aún podían estar vivos, ella aún podía necesitarlo... se levantó decidido. Y volvió a correr. Rompió la puerta para entrar. El calor y el humo lo aturdieron por un momento, pero se concentró. Caminó con cuidado pero gritando su nombre con desesperación y los encontró en una de las habitaciones que aún no estaba en llamas. Él ya estaba muerto, no le dedicó más de un minuto de su pensamiento sólo para decirse a sí mismo lo estúpido que fue al creer que ese inútil ser la cuidaría mientras llegaba. Se arrodilló al lado del cuerpo de ella que se encontraba boca abajo. No la veía moverse, temblaba de sólo pensar que también estaría muerta, lentamente y sintiendo aún más miedo la giró. La mujer abrió los ojos levemente y sonrió un poco. Él la imitó, aún vivía, estaba viva... ella estiró la mano y acarició su rostro. Sus ojos aún brillaban como siempre, esa sonrisa que le había quitado el aliento tantas veces y que le había robado su corazón. Estaba viva, lo demás no importaba. Pero luego notó su respiración forzada, bajó la vista y sintió ganas de llorar, le habían atravesado el pecho, se estaba desangrando y él no sabía curar. Intentó desesperadamente parar la sangre, ¿podría hacer un poco de fuego y cauterizarlo?, tenía que vivir, no podía morir, no podía.
-Cuídala...
-¿Quién hizo esto? –dijo furioso sin poder aún creerlo, era una pesadilla, "despierta, despierta"
-No importa ya... sólo llévala lejos...
-No me abandones, se supone que crearía un mundo mejor para ti...
-Crea uno para ella... -la observó, sus ojos estaban fijos en él, las lágrimas ahora recorrían sus mejillas.
-Lo lamento, es mi culpa, ellos sólo quieren vengarse de mí, pero los destruiré.
-No deseo eso, sólo paz, ¿recuerdas?, paz.
-Paz... la conseguiré mi amor... lo haré...
-Siempre te amé... dile que también la amé mucho... cuídala...
-Nadie la dañará, yo la cuidaré, no podrán tocarla, lo juro.
-Sé que lo harás, tienes bondad en tu corazón, recuérdalo y no la pierdas...
Sus ojos perdieron su brillo, su sonrisa se apagó, y todo en su ser murió junto con la única mujer que amaba. Gritó con fuerza, el dolor lo hizo más fuerte y más ruin. El dolor lo consumió por dentro...
-Tranquila Sakura Haruno, ahora estás a salvo...
Pero la niña no estaba tranquila, la niña tenía miedo, y mientras ese hombre, que sólo había visto una vez, se la llevaba pudo ver los cuerpos de sus padres en el suelo. La casa estaba en llamas y había mucho humo pero no le importó, gritando se soltó de su agarre y fue hasta su madre, la abrazó con fuerza tratando de despertarla, no podían dejarla ahí. El extraño volvió y la tomó del brazo con fuerza.
-Es tarde, tenemos que irnos ahora.
-¡No!
Tomó un kunai que estaba al lado del cuerpo de su padre y lo apuntó hacia el hombre. ¿Quién era?, ¿qué quería?, ¿por qué se la llevaba y dejaba a sus padres allí? El hombre abrió los ojos, su expresión cambió, sonrió por un segundo pero luego volvió a ponerse serio. La tomó de la cintura y la alzó.
-Están muertos, los mataron y esta casa pronto se derrumbará. Si quieres a los culpables yo te los daré, un día los vengaremos juntos.
-Mami... no quiero irme... -la niña extendió las manos intentando en vano alcanzarla.
Los dos salieron y el hombre aunque deseaba darle un sepulcro digno a la mujer que amó toda su vida decidió dejarla allí, era inútil, ella ya no estaba y no servía de nada rescatar un cuerpo vacío. La niña seguía llorando con desesperación mirando hacia el fuego mientras todo lo que consideró una vez su hogar caía en pedazos. Odiaba el fuego, odiaba verlo comerse todo lo que conocía, lo que quería.
La imagen cambió y pudo ver a sus dos compañeros, luchaban entre sí. Estaban heridos, gritó sus nombres pero no le prestaron atención. Sintió el dolor más fuerte al ver a Sasuke atravesando el cuerpo de Naruto con un Chidori. Corrió hacia él, no iba a permitir que le sacaran lo único que tenía de nuevo, iba a vengarlo, no le importaba que fuera Sasuke, ese horrible ser no podía seguir viviendo. Lo tomó por sorpresa y no le dio tiempo a reaccionar, de la misma forma que él mató al rubio ella lo mató a él, atravesando su oscuro corazón con su katana. Vio en sus ojos la sorpresa y el dolor al sentirse traicionado por la mujer que amaba. Gritó, gritó con todas sus fuerzas y lloró porque ahora no tenía nada, estaba sola de nuevo y la oscuridad la había invadido a ella también.
Sakura abrió los ojos bajo el agua sobresaltada. Esa era su tortura psicológica. Madara le hizo ver de nuevo a sus padres muertos, su casa en llamas. Le hizo sentir el dolor como si fuera el suyo propio. Le dio visiones de su propia persona y sus sentimientos para torturarla. La pregunta que ahora se hacía es ¿por qué? ¿Por qué mostrarle esas cosas? ¿Querría acaso demostrarle que él también sintió un gran dolor? Le hizo ver el día que perdió las esperanzas, el día que se convirtió en cruel, cuando decidió luchar por la paz a través de los peores medios. La última vez también le mostró algo más, esa última parte donde Naruto moría a manos de Sasuke y éste a manos de ella. Ese dolor fue aún más real. La sangre y sus miradas vacías, miradas que aún así parecían estarle preguntando ¿por qué? La soledad, el saber que ya nada volvería a ser como antes. La furia y el deseo de venganza. Madara quería demostrarle que cualquier persona podía sentir eso y que no había forma de pararlo, pero no era así, le demostraría que estaba equivocado. Sasuke no mataría a Naruto ahora, lo iba a cuidar porque se lo prometió y ella los salvaría a ambos y serían libres.
Sintió que comenzaba a ahogarse. Nadó hacia la superficie y salió tomando una bocanada de aire. Así que a eso se refería el tigre con que se daría cuenta cuando estuviera curada. Miró hacia arriba y lo encontró allí, el animal giró su cabeza a un lado, había ropa nueva y limpia para ella. Sonrió agradecida. Extrañamente salió seca así que se vistió con un kimono corto como el que una vez usó, pero este era de color rojo, se ató a la cintura una cinta blanca y se puso unas botas negras. Itachi apareció y le tendió sus katanas.
-Las tomé cuando saliste corriendo del castillo, supuse que las necesitarías.
-Gracias –respondió sonriendo. El tigre también le dio un arco y flechas, se colgó el arco y el carcaj en la espalda y las katanas en la cintura, estaba lista para la batalla- ¿tú no estás herido?
-Estoy bien, aspiré un poco del veneno de Sasori pero por suerte me dio el antídoto o ahora no estaría aquí... los tres podrán hacerlo, lo sé.
-¿Tú no vendrás?
-Tus amigos felinos me dieron información sobre dónde se encuentra Orochimaru, no podemos dejarlo libre, hizo muchos experimentos y seguirá haciéndolos, otra forma de torturar... -Itachi se quedó callado mirando la nada.
-Itachi... -le mujer colocó una mano sobre su brazo y le sonrió- estás haciendo las cosas bien, no dudes...
-Matar nunca está bien...
-Entonces no lo hagas, captúralo, podemos entregárselo a los de Konoha y que ellos decidan cuál sería su justo castigo.
-Está bien –sonrió- eres amable de corazón Sakura Haruno, creo que puedes hacer una diferencia en todos.
-Espero que no sea demasiado tarde.
-Suerte.
-Igual.
Lo vio partir con uno de los gatos ninja y ella se subió al lomo del tigre dientes de sable. Miró hacia adelante decidida, volverían a estar todos juntos y serían libres, sólo debía creer.
......................
Naruto tenía los ojos cerrados pero podía sentir todo a su alrededor, sentía a Sasuke luchando, a Kakashi luchando, a los ninjas de Konoha luchando, podía sentir al Susanoo de Madara atacando el de Sasuke que lo protegía. Le gustaría poder sentir a Sakura pero su percepción no llegaba tan lejos.
-Pronto recuperaremos todo nuestro chakra.
-Debemos apurarnos Kurama, Sasuke me necesita...
-Paciencia...
-Nunca fui hombre de paciencia.
-No, más bien siempre fuiste un niño cabeza dura... intenta pensar en otras cosas... contra más enfoques tu mente en las batallas de afuera más desconcentrado estarás.
Naruto suspiró, quizá tenía razón, aunque no con lo de que era un niño....
Decidió volver atrás. A su niñez. No había sido muy buena, Madara lo miraba con odio desde que tenía uso de razón. Desde los cuatro que había comenzado a entrenarlo Zetsu. Le molestaba ese ser, pero en esa época le tenía miedo, tenía dos personalidades y eso era bastante perturbador, una era bastante simpática, pero la otra, la oscura era aterradora. Sonriendo recordó el día en que Madara llevó a Sakura al castillo.
Como siempre sucedía le costaba dormir, tenía muchísimas pesadillas, y ese zorro interior no dejaba de molestarlo cuando quería cerrar los ojos. Decidió subir hasta lo más alto del castillo y mirar el cielo un rato, eso siempre lo calmaba. Comenzó a caminar, pero un movimiento afuera lo alertó, se acercó con cuidado a la ventana, tal y como le había enseñado Zetsu, un asesino jamás debía ser oído ni visto hasta el último momento. Era Madara y no venía solo. Llevaba algo en sus brazos, era una persona, una niña, sus cabellos rosas se mecían con el fuerte viento de afuera. Cuando entraron al castillo el niño los siguió. Vio que el Maestro depositaba a la niña sobre una cama. ¿Iba a matarla? Tenía que detenerlo. Estaba a punto de salir pero se detuvo al notar que el hombre se acercaba y acariciaba el rostro de la niña sonriendo.
-Yo te cuidaré de ahora en más, debes descansar...
-Odio el fuego... -susurró la niña, ahora notaba que lloraba.
Naruto miró a Madara, sabía que su elemento principal era el fuego, ¿acaso le había hecho daño?
-El fuego no mató a tus padres, fue Konoha y te juro que ellos conocerán el verdadero fuego algún día.
-No quiero ver fuego...
-Descansa... duerme... aquí estarás a salvo.
-Gracias... señor...
La niña se quedó dormida casi al instante, al parecer estaba agotada. Madara le dio la espalda y comenzó a caminar hacia la salida.
-Deja de ocultarte, sé que estás ahí Naruto...
-Lo... lo siento Maestro... no podía dormir... -respondió el pequeño niño asomándose- ¿quién es ella?
-Alguien a quien jamás te acercarás, vete a tu cuarto ahora mismo.
-Sí Maestro...
No desobedeció la orden, se mantuvo alejado de la niña, pero siempre la observó en la distancia. Una vez ella lo encontró ocultándose detrás de unos arbustos mientras la vigilaba.
-¿Hola?, te he visto antes, ¿cómo te llamas?
-Se supone que no debemos hablar –se alejó asustado, si el Maestro lo veía lo torturaría.
-Espera, no hay muchos niños aquí, podríamos jugar.
-¡NO!, ¡aléjate de mí!
La pequeña lo miró extrañada pero no le hizo caso y comenzó a acercarse más. Madara se interpuso entre ambos.
-Sakura, no debes hablar con este niño, es un monstruo... vamos...
-Si... padre...
El Maestro la tomó de la mano y se la llevó, pero ella miró una vez más hacia atrás con curiosidad y algo de tristeza. El niño agachó la cabeza y corrió hacia el lado contrario.
El monstruo fue creciendo y nunca dejó de observarla. Tuvo un amigo que también se alejó de él con el tiempo. Se quedó solo y desdichado. Sabía que no estaba hecho para ser un asesino y le dolía. Lo único que lo reconfortaba era verla entrenar desde una de las ventanas del castillo. Su nuevo sensei era más cruel y enfermo que el anterior y temía convertirse en algo parecido. Temía perder todo rastro de humanidad, por ello un día, mientras la cuidaba desde lejos lo decidió: no sería una marioneta de Madara para toda la vida, se liberaría y así podría decirle a esa mujer lo que sentía, sería libre para poder hablarle y podría mirarla sin temor. Le demostraría a todos que no era un monstruo.
Era hora, abrió los ojos y una sombra lo cubrió por completo.
Sasuke se quedó paralizado mirando hacia el Susanoo que había puesto un gigantesco pie sobre su mejor amigo, pero éste no estaba aplastado, Naruto había despertado y lo había detenido. El rubio sólo usó una mano, y sonreía de lado. Volvía a verse completamente dorado y su chakra era impresionante.
-Creo que es mi turno, Sasuke, descansa...
-Ya escuché eso antes, y luego te pusiste a dormir...
-Lo siento, no tenía suficiente chakra.
El rubio empujó al Susanoo haciéndolo retroceder, luego extendió una mano, a su lado habían dos copias que comenzaron a hacer un rasengan, pero éste era distinto, el Uchiha recordó haber visto una vez ese ataque, su hermano había detenido a Naruto diciéndole que los dañaría a todos si lo usaba.
-Fuuton Rasen Shuriken.
Naruto lanzó el shuriken de viento contra el Susanoo que lo había atacado, al golpear se produjo una gran explosión que barrió todo a su alrededor. Sasuke se cubrió impresionado al igual que Madara. Naruto apareció entre el polvo.
-Aquí estoy Madara...
El Uchiha furioso se lanzó contra su contrincante. Sasuke no perdió tiempo y corrió también para ayudar al rubio. Los tres comenzaron una pelea bastante pareja a pesar de ser dos contra uno. Madara podía defenderse de los ataques de ambos jóvenes y al mismo tiempo lanzaba bolas de fuego o hacía nuevos Susanoo. Naruto luchaba sin mirarlo a los ojos saltando y esquivando. Sasuke formó una espada con su Chidori y lo lanzó contra Madara, este lo frenó con un nuevo Susanoo y atrapó con él a sus dos contrincantes.
-No son rivales para mí, siguen siendo unos niños.
Comenzó a presionar, sentía tanto odio que sólo quería verlos muertos. Todos lo traicionaban, estar sólo para siempre era su destino, le daba lo mismo si ya nadie vivía en su nuevo mundo, por lo menos habría paz y podría descansar de esa vida tortuosa que jamás terminaba.
Un ruido de explosión y una nube de humo lo alertó, no tuvo tiempo de nada. Sakura salió de ella, gritó completamente furiosa y juntando chakra en su puño golpeó al Susanoo con todas sus fuerzas. Éste se quebró en miles de pedazos que desaparecieron liberando a los dos jóvenes quienes fueron atajados por un tigre dientes de sable gigante.
-¡Detente ahora Madara! –dijo la mujer, no pensaba mostrar ningún arma aún, quizá había una manera de hacerlo entrar en razón, tenía que salvarlo por la memoria de la mujer que lo amó, por su madre...
El Uchiha se había quedado estático, la miraba sorprendido con los ojos muy abiertos. No tenía palabras, sólo un sentimiento interior: alivio. Estaba viva, ahora se daba cuenta que parte de su odio y bronca era porque pensaba que Pein ya la había matado, pero ella estaba allí.
La mujer miró hacia sus dos compañeros. Ambos bajaban del tigre tan asombrados como Madara, pero sonriendo.
Sasuke la vio correr hacia ellos, estaba bien, pero su corazón volvió a romperse al ver que la mujer abrazaba con fuerza al rubio. Sonrió con tristeza y miró hacia otro lado, eso era obvio, ¿por qué preocuparse por él?, simplemente era un medio más para conseguir su libertad, libertad que gozaría con el hombre que amaba.
Naruto la abrazó con fuerza. La había sentido hacía poco cuando perdió la razón, pero verla era lo que necesitaba.
-Por un momento pensé que no volvería a estar contigo...
-Aquí estoy, ya llegué Naruto... -acarició su rostro con ternura y comprobó que se encontraba bien, eso era un alivio.
La pelirrosa se separó y volvió sus ojos a su otro compañero. Le extendió la mano que él tomó sin dudarlo.
-Gracias...
-De nada... -sólo pudo responder el morocho. Se lo había prometido y había cumplido en parte, pero aún no terminaba.
-Tu hermano está bien, aunque aún tiene una última batalla...
-Ganará, Itachi nunca pierde...
-Gracias Tora, puedes irte –le dijo la pelirrosa al tigre que asintiendo con solemnidad desapareció en una nube de humo.
Los tres jóvenes volvieron sus ojos a su contrincante. Sakura se adelantó, Naruto tomó su brazo pero ella con una cálida sonrisa hizo que la soltara.
-Madara... deja esto por favor, esto no es lo que mi madre deseaba y lo sabes...
-Estás viva...
-Sí, vencí a tu verdugo... con ayuda de mi antiguo sensei...
-No vas a hacerme cambiar de parecer Sakura...
-Tu tortura... lo que me hacías ver, por fin lo comprendí... me mostraste lo que sentiste ese día, entiendo tu dolor, yo también perdí algo importante... en realidad lo perdí todo... pero tienes que entender que –miró a Naruto- quiero una vida a su lado, no importa lo que suceda, correría cualquier riesgo por estar con él.
Naruto le devolvió la sonrisa pero al instante se puso alerta al ver que Madara se movía. El Uchiha simplemente se adelantó unos pasos, aún no podía creer lo que veía, ¿acaso había caído en un genjutsu de Sasuke? No, eso era imposible.
-Dices que culpas a mi padre por no haberla protegido, pero no es cierto, ¡te culpas a ti mismo por no haber sido capaz hacerla feliz!
Madara abrió los ojos impresionado. Debía admitir que aunque muchas veces lo intentó no pudo odiarlo. Le devolvió la sonrisa, Kizashi le dio todo lo que él no pudo darle por estar tan sumido en su dolor. Su hija... quería mucho a la hija de ambos. Intentó matarla, deseó verla muerta y lo ordenó, pero ahora se daba cuenta que si Pein hubiera logrado su objetivo su dolor sería mayor. Kizashi nunca fue una mala persona, su único error fue ser débil, pero era casi imposible vencer a los ANBU de raíz... Sakura representaba lo que pudo haber tenido, lo que perdió porque un día eligió el dolor y el odio antes que a la mujer que amaba.
-¿Recuerdas la historia que nos contaste?, tu historia, tu vida, cómo conociste a mi madre, cómo te enamoraste de ella. Un detalle muy importante nos dijiste también, algo que podrías haber omitido pero no lo hiciste... dijiste que tu padre estaba en contra de tu relación, si sabes lo que se siente que te prohíban ver a la persona que amas, que quieran alejarte... ¿por qué no me entiendes? –siguió diciendo Sakura intentando hacerlo entrar en razón.
Madara volvió al pasado...
Había estado discutiendo con su hermano sobre su relación con Mebuki y ahora, miraba una foto en la que se hallaba su madre, sonreía pero no parecía feliz. Su padre ni siquiera ahí mostraba alegría. Él tendría unos tres años y su hermanito había nacido hacía poco.
-Ella lo entendería, porque nunca fue feliz, porque no le dejaron elegir...
-Mi madre quería la paz, pero estoy segura de que no la deseaba en estos términos, no logras la paz haciendo una guerra. Rompiste su corazón una vez y sin embargo antes de morir te dijo que te amaba, quizá el tipo de paz de la que te habló era otro tipo de paz, paz interior, tu felicidad, te dio una nueva oportunidad, te pidió que me cuidaras, ella esperaba que tú pudieras dejar de lado tu rencor, ella –Sakura sonrió- entendí por fin porqué me dejó contigo, de entre todas las personas, esperaba que yo te salvara...
-¿Deseas la paz?
-Sí, con todo mi corazón. Quiero la paz para poder hacer una vida tranquila a tu lado.
-Yo no quiero la paz con esa gente, ¡la quiero muerta!, ¡voy a destruirlos uno por uno!, veré sus rostros y me regocijaré de su dolor.
-Si destruyes sin control, sin ver el daño que causas, entonces no eres diferente a los que te quitaron a tu hermano –tomó su mano extendiéndola y depositó sobre su palma la flor- mira su belleza, disfruta de la vida –señaló el árbol- no te regocijes en la muerte o te verás rodeado de ella y no podrás escapar.
-Esta flor está muerta –respondió furioso apretándola hasta romperla. Los ojos de ella se llenaron de más lágrimas.
-Tienes razón, está tan muerta y tan rota como tu corazón.
Madara frunció el ceño. ¿Salvarlo?, él no estaba en peligro, él no era el que necesitaba salvación.
-Hace mucho tiempo que mi corazón murió –respondió casi en un susurro pero los tres lo oyeron. Naruto y Sasuke se colocaron a cada lado de la pelirrosa.
-No... por favor... Madara...
-Sakura no se puede razonar con él –le dijo Sasuke preocupado.
-Exacto, no tiene caso que sigas hablándome, no vas a hacerme cambiar de parecer. No puedes entenderme porque el ser que amas aún está vivo, me entenderás de verdad cuando acabe con él.
-¡No! –Sakura se colocó delante de Naruto quien sorpresivamente estaba muy callado.
-Tú sabes lo que se siente Naruto, ¡lo sabes!, querías verme muerto al pensar que la había matado...
Sakura miró al rubio, era cierto que no había dicho ni una sola palabra y ahora que lo veía estaba cabizbajo.
-Perdí el control sí... el dolor... puede llegar a destruirte.
-Sólo volviste a ser tú mismo porque comenzaste a creer que ella vivía, sin embargo, si eso no hubiese sucedido...
Naruto no terminó la frase en voz alta, pero la pensó, "hubiese destruido todo a mi alrededor para calmar el dolor que sentí". Somos iguales. El fuerte golpe que le causó saber esa verdad casi le hace perder todas las fuerzas que había recobrado. Al final sí era un monstruo como todos los de la Hermandad.
-Y tú igual Sakura, ¿olvidaste el genjutsu?, ¿recuerdas cómo reaccionaste al ver a Naruto muerto?
La pelirrosa miró hacia otro lado avergonzada. ¿Cómo olvidarlo? Se enfureció tanto que sin pensarlo mató al asesino, aunque este había sido Sasuke, otra persona que quería mucho. Y el dolor de saber que estaba sola era sofocante... ¿actuaría así en la realidad? ¿Se cegaría tanto?
Sasuke se adelantó.
-No se dejen vencer por sus palabras –Naruto y Sakura lo miraron- no es momento de tratar de comprenderlo, es momento de detenerlo, si permiten que los manipule seguirá haciendo daño, no olviden quién es y no olviden su objetivo –los dos abrieron los ojos al escuchar esas palabras tan similares a las que Sakura le dijo al rubio hacía poco.
-¡Eres un traidor a los Uchiha!, ¡los de Konoha mataron a nuestro Clan!
-¡Porque tú mataste a su Hokage!, ¡el único culpable de la muerte de nuestros respectivos padres eres tú!, ¡arruinaste nuestras vidas, quisiste arrastrarnos a la misma oscuridad que tú!, pero ya no... estoy cansado de matar... estoy cansado de seguir órdenes, quiero elegir y mi elección no es tu camino, no es tu soledad...
-Supongo que empezaré contigo entonces...
Madara fue contra Sasuke y éste se defendió como pudo.
Naruto miró a Sakura, los dos veían en los ojos del otro el dolor y la confusión causada por las palabras de Madara, pero su amigo estaba luchando por lo que creían, ellos lo habían llevado a eso y no lo iban a dejar solo ahora.
-Sakura... ¿cuento contigo? –la pelirrosa sonrió al recordar que eso mismo le había dicho en la fortaleza de Makoto.
-Hasta el final tienes mi fuerza, Naruto.

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