Capitulo 22

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Sakura miró furiosa los papeles que tenía ante ella y en un ataque de rebeldía barrió el escritorio con los brazos tirando todo lo que había en él. Con una leve satisfacción observó los papeles mezclarse mientras caían lentamente al suelo. Miró a Pein, que se encontraba en la habitación con ella, esperando que le dijera algo, pero simplemente alzó una ceja y volvió a su lectura.
Madara la había dejado allí con esa pila de papeles en los cuales habían detalles de los nuevos trabajos que les habían llegado, se suponía que como futura líder debería elegir qué equipos eran los mejores en cada caso. La idea le repugnaba completamente. Se tapó el rostro con las manos sintiendo que pronto se volvería loca.
Ese día se había levantado sin ánimos de nada. Para su suerte, a pesar de que Sasuke parecía que iba a acostarse con ella, no lo hizo. Luego de llevarla lejos de Naruto casi la arrastró hasta la habitación que compartían. Le ordenó que se acostara. Recordó que sintió un leve temor. A pesar de que había accedido a eso no quería hacerlo, Sasuke se veía furioso y pensó que iba a lastimarla. Ella obedeció sin decir nada. ¿Qué opciones tenía? Mientras más se resistiera más posibilidades habrían de que se desquitaran con Naruto. Sin mirarlo se cambió y se puso el pijama. Sabía que la observaba pero no se había movido de su sitio. Cuando dirigió sus ojos a él pareció reaccionar, se dio media vuelta y se fue al sillón apagando en el camino la luz. "Buenas noches" le dijo simplemente. A pesar de todo le había costado dormir pensando que quizá el fuera a meterse en la cama en cualquier momento. El cansancio venció por fin y logró dormir unas cuantas horas hasta que las primeras luces de un nuevo día la despertaron. Sasuke no estaba. Se cambió y se dirigió rápidamente al escritorio de Madara. Él le había ordenado que fuera esa mañana. Cuando entró encontró a los dos Uchiha en una especie de discusión que interrumpieron inmediatamente al verla. No supo de qué se trataba pero poco le importaba.
Madara le dejó el trabajo y los dos salieron. Quiso seguirlos pero Pein le impidió salir. Sabía que se iban a llevar a Naruto a hacer algo, deseó poder verlo nuevamente. No pudo reprimir un quejido de angustia.
Pein volvió a mirarla y suspirando se levantó.
¿Por qué le pasaban esas cosas?, hubiese sido mejor que el Maestro dejara a Konan con esa mujer no a él. Detestaba ver a las personas llorar, y más a una que se veía tan delicada y frágil como Sakura. Era increíble que detrás de esa imagen estuviera una mujer con la capacidad de quebrar el suelo en dos. No sabía qué hacer por lo que simplemente colocó una mano sobre su hombro. Ella levantó la cabeza sorprendida.
-Deberás aprender a aceptar las cosas como son ahora –no era el mejor consuelo, en realidad no era un consuelo en absoluto. Era la verdad, pura, simple y llana, y muchas veces la verdad era lo que más dolía, pero le parecía más correcto que vacías palabras de aliento.
-No me toques –dijo entre dientes cambiando su estado a uno furioso. Él apartó la mano instantáneamente. Ella se levantó y se alejó.
-Te dije que no podías salir.
-Atrévete a detenerme –respondió caminando hacia la salida. Él se interpuso en su camino.
-No hagas esto Sakura. No será bueno para tu imagen de líder que te venza.
-¿Crees que me importa? Quiero salir, se supone que soy la futuro líder ¡no una maldita prisionera!
-El Maestro dio órdenes de que hicieras ese trabajo –señaló los papeles.
-¡No pienso decidir quién va a matar a qué persona!
-Ese será tu trabajo... -la observó, ella apretaba los puños, maldijo para su interior, no quería pelear con una mujer- ¿te olvidas de que ellos tienen un rehén acaso?
-No, por eso iré a salvarlo.
-¡Sé un poco más lógica mujer!, ¿vas a enfrentarte a tres Uchiha y el resto de los que fueron con Madara?, ni siquiera Naruto tuvo la más mínima oportunidad.
Vio que sus ojos volvían a llenarse de lágrimas pero no las derramó. Sí, estaba desesperada, conocía a perfección ese estado, era muy típico que pasara por esas fases, sólo le molestaba tener que presenciarlas porque le recordaban a él mismo.
-Moriremos en el intento... -respondió.
-¿Y de qué servirá?, aprende a vivir con lo que te ha tocado. No puedes vencer a Madara, es imposible... -"ya lo intenté una vez y terminé con un amigo muerto" quiso agregar pero se lo guardó.
La mujer bajó los hombros, su actitud volvió a cambiar. Miró hacia los papeles y fue a levantarlos. Luego se sentó nuevamente en el escritorio y comenzó a escribir. Pein estaba totalmente sorprendido. Se esperaba un ataque más frontal, no que fuera tan fácil convencerla.
Sakura escribió unos nombres en el papel y se puso a leer el siguiente. Pein tenía razón en algo, no servía de nada revelarse aún. Tenía que esperar una grieta, algo que pudiera usar. Pero para ello necesitaba información y tiempo. No debía desesperar. Naruto lo había hecho y terminó mal. Aprendería de su error. Madara era inteligente, pero ella también, al fin y al cabo había aprendido del mejor. El Uchiha siempre le enseñó a ser paciente, a esperar lo necesario hasta poder atacar, a respirar profundamente y pensar con claridad hasta en los peores momentos. Bien, usaría esas lecciones en su contra.
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Konan observaba el desastre totalmente desesperada. Nunca había presenciado tanta muerte en su vida. A decir verdad, jamás había matado a nadie. Como desde el principio estuvo en equipo con Yahiko, él se encargó de que ella no tuviera que ensuciarse las manos. A pesar de que era injusto para él, se lo agradecía enormemente. No estaba hecha para la violencia. Sus justsus eran objetos hechos de papel, algo que aprendió más por una pasión que tenía por el origami que por querer herir.
Los gritos eran insoportables aunque estuvieran lejos. Quería taparse los oídos, quería correr lejos de allí. Había notado que Naruto no era el frío asesino que creyó que era. Lo estaban obligando, por lo cual sintió lástima por el chico. ¿Qué poseía Madara que él no quería que dañara?, seguramente era algo importante o de lo contrario no estaría haciendo eso. Se negaba a creer que alguien con la mirada que tenía ese rubio pudiera ser realmente cruel. Miró a sus acompañantes, los dos hermanos Uchiha se encontraban parados con la espalda recta y mirada fija en la villa del sonido. Itachi como siempre imperturbable, Sasuke en cambio, se veía algo contrariado, tenía una mano sobre su katana y la apretaba con fuerza. Madara se encontraba de brazos cruzados también observando todo con seriedad. Los únicos que parecían disfrutar de verdad esa matanza eran los cuatro ninjas encargados de controlar al rubio, sonreían con malicia y de vez en cuando reían a viva voz. Zetsu ya había desaparecido como solía hacer, no era una persona que le gustaba estar a la vista.
Luego de un rato los gritos cesaron. Todo se sumió en un claro silencio. Ni siquiera podía oírse el canto de las aves. La muerte rodeaba el lugar y ningún ser vivo quería aproximarse. Vio a Naruto subir la colina. Caminaba como si le doliera a pesar de que no tenía ninguna herida visible, como si arrastrara un peso terrible en su espalda, y quizá así fuera. Tenía las manos manchadas de sangre al igual que el rostro pero no era suya. Al presentarse ante Madara lo miró a los ojos. Konan sintió un escalofrío recorrer su columna al ver la frialdad en esas orbes celestes. Si había algún resquicio de bondad en ellos, se había borrado, se notaba el odio profundo que profesaba por el Uchiha. Madara sonrió visiblemente complacido con el trabajo.
-Excelente Naruto, sólo veinte minutos... yo diría que es un nuevo record...
El rubio no respondió, sólo mostró las muñecas para que volviera a colocarle los grilletes de chakra. El asesino llamado Jirobo se acercó e hizo los sellos necesarios para ello. Naruto no apartó la vista de Madara en ningún momento. El Uchiha no pareció darle mucha importancia le dio la espalda y ordenó volver al castillo. Konan sabía que nada volvería a ser igual para ella a partir de ese día. Había visto con sus propios ojos el poder de un Jinchuriki y la crueldad del Maestro, ahora comprendía el temor de Yahiko, definitivamente era imposible escapar de ese hombre si alguien como ese rubio no lo había logrado.
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Cuando llegaron al castillo lo supo, se levantó de un salto y salió corriendo fuera de la habitación. Esperaba que Pein la detuviera pero no fue así. Mejor, porque pensaba darle un gran golpe en el rostro si no la dejaba pasar. Estaba en el segundo piso, corrió escaleras abajo a toda velocidad, saltando escalones, casi tropieza un par de veces. Se sentía desesperada y muy angustiada, presentía que algo andaba mal y quería ver a Naruto. Las puertas se abrieron y los vio entrar. Sin importarle nada más corrió hacia el rubio, nadie le impidió llegar a él. De reojo vio que Madara detenía a Sasuke que al parecer había querido hacerlo y le negaba con la cabeza. Siguió corriendo y se lanzó a abrazarlo con fuerza.
-Estás bien –dijo sin aliento y con un nudo en la garganta. Había estado desesperada todo el día pensando en él.
El rubio no respondió, ni siquiera le devolvió el abrazo. Se separó un poco y notó que tenía una especie de grilletes de chakra en las muñecas. Vio sus manos llenas de sangre seca, y al levantar la vista vio su rostro también manchado. No era su sangre, no sabía cómo pero lo sabía. Su corazón dio un vuelco al percatarse de lo que había sucedido. Lo habían obligado a matar. Pero ¿a quién?
-¿Naruto? –quiso tocar su rostro pero él se apartó.
Ni siquiera la miraba, sus ojos estaban fijos en el suelo, habían perdido algo de su característico brillo. ¿Qué le habían hecho? Miró a Madara y al resto. Notó que los cuatro que lo controlaban sonreían. Konan parecía bastante afectada y triste. Sasuke e Itachi la observan con seriedad. El Maestro de la Hermandad esperaba pacientemente.
-¿Qué le hiciste? –preguntó furiosa.
-Le demostré cuál es su lugar y terminé de quebrar su espíritu, ahora Uzumaki Naruto es una herramienta por completo. Ya no queda un hombre en ese monstruo –respondió Uchiha Madara con calma.
Volvió a mirar a Naruto, ahora entendía por qué estuvo tan angustiada todo el día. Se había generado una especie de conexión invisible entre ambos, su dolor se transmitía a ella y era inmenso, opresivo, le dolía el corazón de una forma que nunca creyó posible. ¿Se podría morir de tristeza?, estaba segura que sí.
-¿Naruto?, ¿Naruto? –lo llamó repetidas veces, él no parecía reaccionar- ¡Naruto! –gritó tomándolo de los hombros.
Por fin, él pareció reconocer su nombre, lentamente levantó los ojos y la miró. Sí, había cambiado y mucho. Oh Dios, sus hermosos ojos que siempre había reflejado esperanza ahora estaban vacíos. Despegó sus labios para hablar y ese simple acto parecía costarle mucho.
-No... vuelvas... a acercarte... a mi... -dijo con un hilo de voz, luego de una sacudida se liberó de su agarre, no hizo falta demasiada fuerza porque ella se había quedado paralizada ante sus palabras, pasó a su lado y siguió hasta donde estaba su celda.
Sasuke observó todo completamente estático. Madara se fue del lugar al igual que el resto y sólo quedaron Sakura y él allí. La mujer tenía la vista fija en el sitio en el que había estado el rubio. La vio temblar, apretar los puños con fuerza y luego volver a aflojarlos. Sus ojos se encontraron.
-¿Qué pasó? –le preguntó con decisión.
No, no quería ser él quien contara eso. No quería herirla aún más. Esa misma mañana había discutido con el Maestro al respecto. Madara se había enfurecido por haberla llevado antes de tiempo junto a Naruto. Él le respondió que no soportaba verla en ese estado. Se arrepintió al instante. El rostro de Madara había cambiado a más furioso. Le gritó que no entendía nada. Él trató de hacerle entender que sólo quería la felicidad de la pelirrosa. Que seguramente su madre también lo deseara y ese no era el camino. La sola mención de la mujer que amaba sacó de sus casillas al Uchiha que había tomado del cuello a Sasuke quien intentó liberarse casi desesperadamente. Nunca pensó sentirse tan vulnerable. Pronto Madara lo soltó y volvió a repetirle que debía hacer lo que le ordenaba y que más le valía dejar pronto embarazada a Sakura. Los Uchiha necesitaban sobrevivir y lo harían a través de ella.
Se dio cuenta que llevaba mucho tiempo mirándola sin responder su pregunta.
-Destruyó la villa del Sonido por completo... -contestó sin vueltas.
Pronto lo sabría de todas formas. Vio que se tapaba la boca horrorizada. Si no hubiese sido porque ella interrumpió la conversación con el Maestro quizá él habría hecho una completa locura, ¿cómo ponerse en contra de Uchiha Madara? No había forma de ganarle, y además no quería, deseaba con todo su corazón volver a ver su Clan revivido. Quería volver a esa vida que había disfrutado por tan poco tiempo, con esa gente de cabello negro, trato un poco brusco, pero de todas formas amables de corazón. No quería ser una rareza en el mundo. No quería ser llamado "el último Uchiha".
-¿Cómo puedes dejar que pase esto?, han destrozado a tu mejor amigo, ¿de verdad nada te importa?
¿Nada?, no... sí le importaban muchas cosas, más de lo que ella pensaba. Le importaba su hermano, lo quería a pesar de todo, él lo había salvado, él lo cuidaba, él había sacrificado al amor de su vida por su tonto e iluso hermanito. Le importaba Naruto también, había sido su primer y único amigo, su rival, su fuente de superación, cada vez que entrenaba sólo pensaba en poder ganarle, al verlo mejorar él había mejorado. Le importaba ella, la amaba con toda su alma, le dolía tanto verla así, detestaba no poder besarla y que le correspondiera, le desgarraba el corazón ver sus ojos llenos de rencor hacia él, ella lo había cambiado, le había mostrado que existían todas esas cosas, que podía ser una persona que se preocupara por otros.
Madara... ¿qué le dio Madara?, sus ojos nuevos, más poder para poder cuidarla, pero al mismo tiempo le dio el odio de ella. Le dio un hogar, pero también le quitó su familia, esa nueva que había hecho, esas tres personas que apreciaba. Le dio odio y rencor. Por rencor mató a Karín, un clon la buscó y la mató a sangre fría a pesar de las súplicas de ella. ¿Estaba bien esto?
Sakura esperaba mirándolo sin entender. Seguramente pensaría que su silencio se trataba de falta interés. Todo lo contrario. Ver cómo Naruto mataba a tanta gente, verlo romperse completamente había sido demasiado. Abrió la boca para contestar pero no supo qué decir. ¿Qué podía hacer?, no era más que otro instrumento, otra pieza del rompecabezas, otro peón. Si él se rebelaba también, ¿quién la cuidaría? El Maestro podía pensar que como los dos hermanos Uchiha no servían a sus propósitos él mismo podía hacerlo. ¿Y si... intolerable, no podía permitirlo. Él cargaría con su odio, soportaría sus miradas, sus palabras hirientes, era la única forma que se le ocurría para protegerla del verdadero monstruo de la Hermandad.
-Será mejor que vuelvas a tu habitación Sakura –pudo decir al final.
La mujer se sorprendió con sus palabras, visiblemente perturbada se alejó más de él como si tuviera una enfermedad contagiosa y salió corriendo. El morocho se revolvió el pelo con cierto nerviosismo, luego levantó la mirada al notar otra sobre él. Desde el primer piso su hermano lo observaba, notó su decepción, luego desapareció. Sonrió con amargura. Y se creía un maldito cubo de hielo que nada podía afectarlo, que el infierno se lo llevara, deseó haber muerto ese día, con el resto de su familia, con su Clan, quizá era cierto que estaban malditos y debían desaparecer.
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Naruto se miró las manos de nuevo. Se había bañado y ya no quedaba sangre pero de alguna manera la sentía. Se las refregó con fuerza, usó las uñas y terminó por lastimarse por completo volviendo a ver sangre pero que ahora le pertenecía.
-Chico, tranquilo...
No respondió, Kurama había intentado hablarle desde que habían terminado pero él no tenía nada que decir. Había matado, por una razón egoísta, ¿o no? ¿Qué elección tenía? De una u otra forma alguien inocente iba a sufrir. Era su culpa, toda su culpa. Podía decir que Madara era el que había dado la orden, pero él la cumplió. Él pensó que ganaría. Él le mostró lo que podía hacer. Él tiró al tacho todos los planes de años y el entrenamiento. Él se olvidó de los sacrificios de tantos.
Itachi se lo había advertido. ¿Por qué no lo escuchó?, ¿sería diferente todo ahora si hubiese huido ese día?, ¿tenía caso hacerse esas preguntas cuando era imposible cambiar el pasado?
Si había una leve esperanza de poder redimirse ese día la había destruido. Recordó su sueño, en el que había visto el rostro de todas sus víctimas pasadas. Ahora tendría que agregarle 276 más. Las había contado. Había pedido perdón luego de matarlas, ¡cómo si de algo sirviera! También se juró recordarlos. No olvidaría sus facciones. Tampoco olvidaría los gritos, los llantos. Pudo salvar a unas pocas mujeres y niños, les dijo que huyeran rápido hacia el lado contrario en el que estaba Madara. Por lo menos algo había hecho, pero lo sentía tan insuficiente, era un inútil, un iluso. ¿Por qué seguía viviendo en lugar de esas personas?
-Naruto...
Su voz lo hizo levantar levemente la cabeza, se había sentado en un rincón de su celda abrazando sus piernas. Al verla se encogió más. No, no quería que lo viera, era un monstruo.
-Te dije... -le costaba hablar, le dolía todo y no por el esfuerzo, era un dolor más adentro, uno que no se curaría con descansar- te dije... que no te acercaras más... a mí...
-¡No me importa lo que digas!, no voy a aceptar órdenes tuyas también.
-¡Quiero que te vayas! –gritó estallando y levantándose de un salto. Comenzó a caminar de un lado al otro sin decidirse a mirarla a los ojos. ¡Qué vergüenza que sentía!
-¡No!, no dejaré que te desplomes aquí, no puedes hacer eso, tú eres el único que puede ganar...
-¿Acaso ves que pueda salir de aquí? –señaló a su alrededor.
-Encuentra una forma, ¡tú no eres así, eres mejor!
-¡Sí!, si lo soy –se acercó mostrando de manera intencionada sus colmillos y garras, los ojos rojos que siempre intimidaban- esto es lo que soy, un monstruo, un arma.
-No voy a permitir que te tortures de esta forma por mí. Si vas a seguir con esta actitud entonces... –sacó un kunai y lo apoyó sobre su garganta. Naruto abrió los ojos sorprendido.
-¿Qué haces mujer?
-No merece la pena que viva si voy a ser una carga. Si por mi vas a matar a miles... por lo menos con mi muerte apuntarás tu odio hacia quienes lo merezcan más... -apoyó un poco más el kunai y unas gotas de sangre salieron de su garganta. También lloraba.
-No te atreverías. ¡No lo hagas!, ¡no vas a hacerlo!, ¿dónde están esos cuatro que me cuidan?
-Los hice salir, se supone que soy una de los líderes ahora, tienen que obedecerme, el Maestro les dijo. Nadie te va a escuchar aunque grites. Y sí me atrevo. No tengo miedo. Ya no...
Más lágrimas, las de ella y las de él. Naruto también lloraba. Había vuelto a la normalidad y ahora apoyaba las manos y la frente sobre la pared de su prisión.
-Por favor, no me hagas esto... ¿por qué me torturas así?
-Porque no soporto verte así... te amo... -los ojos de Naruto se abrieron y la miraron nuevamente- te amo con todo mi corazón. Ahora lo veo, y me destroza ver lo que te han hecho. No puedes perder las esperanzas. No rompas tú también tu promesa ahora. No bajes los brazos. Me estás matando sin necesidad de un kunai. Sé lo que hiciste... y no sabes cómo lo lamento. Lamento ser tan débil, lamento no poder ayudar, lamento que hagas esto por mí. Pero aún hay esperanza. Tiene que haberla. Algo...
-Sakura –Naruto sacudió la cabeza, las lágrimas dejaron de salir de sus ojos, pero el dolor no se había agotado con tanta facilidad, sin embargo una nueva fuerza crecía en su interior, ella le correspondía- me has devuelto la vida... mi promesa... te salvaré, no importa nada más. Entregaré mi alma si es necesario. Pero estaremos juntos de nuevo.
-No será tu alma sola. A dónde tú vayas yo iré –apoyó la mano sobre el muro en el mismo lugar en que estaba la de él- no van a separarnos, estamos juntos en esto. Algo haremos... sólo aguanta un poco más.
-Por ti todo... yo también te amo... -sonrió levemente, podía ser poco, quizá no justificaba nada, pero para él lo era todo y valía la pena todo lo demás por más horroroso que fuera.
Una sombra apareció a espaldas de Sakura. Naruto abrió los ojos entre sorprendido y asustado, verdaderamente asustado. Uchiha Madara golpeó a la pelirrosa con todas sus fuerzas haciéndola estrellarse sobre una de las paredes de piedra del castillo. Sakura se movió algo aturdida, pero no tuvo tiempo de hacer nada. Madara la tomó del pelo y la arrastró nuevamente hasta donde estaba Naruto, lágrimas de dolor llenaron sus ojos, intentó defenderse, pero todo a su alrededor se movía a causa del aturdimiento que le había generado el primer golpe.
-¡Noo!, ¡¡suéltala ahora!! –Naruto gritaba furioso y golpeaba el muro con fuerza, pero no podía quebrarlo de ninguna forma.
-Así que planeando en mí contra ¿eh? –la levantó del pelo y la estampó contra la pared de la barrera- ¿cómo puedes traicionarme así?, ¡con todo lo que te he dado!, ¡eres una desagradecida!
Volvió a golpearla, en el estómago y la dejó caer de rodillas. Sakura escupió sangre. Se sentía mareada y ahora asfixiada. Quería tratar de aclarar algo para poder defenderse pero le era imposible. Tomó una bocanada de aire y al instante volvió a recibir otro golpe, ahora en la espalda. Cayó de cara al suelo. Clavó las uñas en el piso y trató de aferrarse a algo, tenía que levantarse. Otra vez volvió a agarrarla del pelo. Oía los gritos desesperados de Naruto, sus golpes, pero sonaban lejanos. Madara le levantó la cabeza y ella al abrir los ojos se encontró con los de él. Rojos y negros: el Sharingan.
Se quedó paralizada. Luego gritos y más gritos. Finalmente silencio, la mujer se desplomó en el suelo con la vista perdida, espasmos recorrían su cuerpo de vez en cuando.
-¡Sakura!, ¡¡Sakura!!, ¡¡¡Sakuraaa!!!
Gritaba y gritaba su nombre pero no le respondía. La había matado, estaba muerta. Se alejó de la barrera sintiendo verdadera desesperación, un gran vacío, dolor inmenso. No, no podía hacerle eso.
-Despertará –dijo Madara, su voz podía helar la sangre de cualquier persona. Pero Naruto ya se sentía helado. Al saber que estaba viva volvió a respirar. Luego ira...
-¡Maldito!, ¿qué le hiciste? –volvió a golpear el muro con fuerza. Nada, ni siquiera una grieta.
-Los ojos de los Uchiha pueden causar un gran daño en especial si la mente está debilitada. Sakura en otro momento hubiese resistido mejor. Tú mismo viste cómo lo hizo la vez anterior –Naruto se sorprendió con sus palabras, ¿le había aplicado el mismo genjutsu esa vez también?, ella había logrado levantarse al instante- ahora está tan quebrada como tú. Pero no es por mí... es por ti...
-¡Tú eres un maldito!
-Tú eres quien más la daña. ¿Le das esperanzas?, ¿para qué?, sabes que no existen... nunca podrás salvarla. Aprende cuál es tu lugar, Naruto.
Vio cómo la levantaba en sus brazos y sintió más odio.
-¡No la toques!
-Elige bien tus próximas acciones Naruto, o la verás más lastimada que esto. Ya te lo dije, mi objetivo es lo único que me importa. Así tenga que torturar a la hija de la mujer que amé, lograré lo que quiero.
Se fue y lo dejó allí, sintiéndose inútil, indefenso y más furioso que nunca.
-Kurama... será mejor que empecemos a pensar cómo salir de aquí, porque no pienso dejar que este maldito se salga con la suya.
-Bien dicho chico, no temas, algo pensaremos, juntos.

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