04. Emmett Cullen

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              A CAMILLE LE COSTÓ UN LARGO  tiempo poder despertarse y ordenar sus ideas. Jessica, ajena a lo que había pasado la noche anterior, se despertó con muchas más energías de las que podía tolerar en ese momento. Para intentar quitar el malhumor de si misma, tomó una ducha corta en la que se había recuperado un poco. Sin embargo, su rostro no la ayudaba mucho. Tenía unas profundas ojeras y su cara estaba pálida como nunca había estado, sus ojos incluso parecían estar más cerrados de lo que era normal. En definición, estaba acabada y esa noche que habían vivido era la que causó aquello. Apurándose para asistir a la escuela, decidió colocar un poco de maquillaje en su rostro. Había comenzado poniéndose sólo un poco de corrector, pero había terminado con sus pestañas pintadas, con un delineado de gato, un poco de colorete y sus labios maquillados con brillo labial. Mucho más de lo que había pensado en primer momento, pero al menos había logrado mejorar bastante su aspecto. Cuando llegó al piso de abajo, ya vestida y preparada, pudo escuchar la conversación que mantenían su tía y su hermana. Estaban hablando de Sam Uley y lo que había pasado la noche anterior. Su recuerdo permanecía en su cabeza reproduciéndose, la sangre y su madre cosiendo su piel.

—Con razón, sabía que algo raro había pasado cuando me levanté esta mañana.— murmuró la hermana de su madre, depositando su taza de cappuccino en la mesa.— Me pareció raro ver mis flores tiradas en el suelo y mi jarrón en la cocina. Algo no concordaba.

Cuando lo mencionó, se dio cuenta de el error que había cometido. Había olvidado de limpiar todo aquél desastre que hizo en ese momento, cuando solo pensaba que se trataba de un ladrón o de un asesino y no de Sam. Estaba tan agotada mentalmente y físicamente que no había pensado en otra cosa más que irse a la cama y dormir por varias horas, podría haber estado toda la casa patas arribas y no se hubiera dado cuenta de nada de ello. Hizo su acto de aparición y le sonrió a las mujeres presentes, mientras se acercaba a la cafetera y servía un poco del líquido marrón.

—Lo lamento tía, era lo único que parecía medianamente agresor y que estaba a mis manos.— explicó,  dándole unos pequeños sorbos a la bebida, que se mantenía caliente. A veces, simplemente le molestaba esperar que todo se enfriara, prefería incluso quemarse todo el paladar.

Muse ✓ ⋆ Emmett CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora