21. El secreto

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CAMILLE TOMÓ UNA BOCANADA de oxígeno. Avanzó paso por paso, abriendo la puerta y encontrándose con la presencia de su adorado perro. Lamentablemente, su corazón latía con un frenesí y no podía aguantar un momento más. Escuchó sus pasos seguirla, incluso cuando entró a la habitación. Su madre se encontraba sentada en el living, tapándose su rostro. La miró atentamente, ella estaba llorando. Muy pocas veces la había visto hacer eso, a excepción de cuando su corazón se rompió algunas veces. Sabía que mencionar a su familia paterna tocaba una fibra sensible en ella, pero no esperaba que provocara todos esos sentimientos.

—Mamá, lo siento tanto.— susurró. La mujer levantó su cabeza ante su llamado y la miró con sus ojos llenos de lágrimas. Ella negó con su cabeza.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me contaste que te habías contactado con tu familia paterna? ¿Crees que soy un monstruo que no quiere que tengas contacto con ellos? Me duele que no hayas tenido la confianza suficiente, como para contarme todo eso.

Sintió su garganta arder. No había entendido los sentimientos de su madre, no hasta que ella dijo todas esas palabras. Siempre habían sido ellas dos, al no tener ningún hermano, habían sido más unidas que cualquier otra familia. No solían guardarse secretos y tenían una relación en donde podían hablar cómodamente de las cosas. Desde que había llegado a Forks, tuvo que mantenerse resguardada de algunas cosas, sin decirle varios de sus secretos. Cada uno de ellos se había ido acumulando, hasta que el punto crítico estaba llegando allí mismo. Sus lágrimas derramadas eran la prueba de su dolor, el mismo dolor que ella provocó con todas las cosas que estuvo ocultando. Lamentaba tanto haber hecho doler el corazón de su madre, porque nunca había querido hacer algo tan feo como eso. Se dejó caer a su lado, sabiendo que las cosas ya estaban suficiente mal como para empeorarlas aún más.

—No quería ocultarte todo esto, lo digo en serio. No te oculté las cosas porque no quería contarte, sino que no sabía qué explicación darte.— murmuró. Decidió que debía seguir hablando.— Mamá, han estado pasando varias cosas en mi vida y todas ellas fueron inesperadas. Son muy importantes y nunca pude contarte nada, porque sabía que no lo creerías. Siempre has dudado de la veracidad de todo y no sabía qué pensarías de mí una vez que todo estuviera dicho y hecho. ¿Has visto mi brazo? ¿La desaparición de mi yeso?

Muse ✓ ⋆ Emmett CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora