14. Genético

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        CAMILLE RECUPERÓ LA CONCIENCIA, sintiendo unos pequeños toques en su rostro. Soltó un resoplido, queriendo dormir al menos por un siglo más. Su cuerpo estaba cansado, se sentía golpeada por un rayo. No tenía energía suficiente como para levantarse del lugar en el que estaba acostada de forma tan cómoda y detener esos toques en sus mejilla derecha. No supo cuánto tiempo estuvo en ese limbo, donde perdía el conocimiento y regresaba sobre si misma. Probó abriendo uno de sus ojos, luego el siguiente. Enfocó su vista con sueño y notó al pequeño animal a su lado. Se trataba de Eva, quien al verla despertar detuvo sus lamidas. La gata se quedó petrificada, que percibió haberla asustado.

—Creo que Eva parece sentirse a gusto contigo cuando estás durmiendo.— la gata como si pudiera entender el idioma que hablaban, cumplió con las palabras de su dueño, dando unos saltos rápidos hasta salir de la habitación. Algo adormecida, tomó asiento en la cama que tenía olor a pinos. Fue allí cuando puso sus ojos en Emmett. Soltó un jadeo.

Sintió que todo se detenía a su alrededor. Metafóricamente un foco de luz estaba centrado en la persona apoyada en una de las sillas, como si estuvieran en un teatro y Emmett fuera el personaje principal. No sabía qué estaba pasando en ese mismo momento, pero se sentía sumida en un mundo donde las drogas la consumían. Estaba maravillada con la visión, tanto que tuvo que recordarse respirar. Los ojos dorados del Cullen la estaban mirando, su corazón se sacudió violentamente. Lo único en lo que podía pensar era en que deseaba estar cerca suyo, enredar sus brazos en él y prometer un amor que fuera lo suficiente bueno para los dos. Probar sus labios por primera vez y que nada más que ellos importara. Incluso, se imaginaba mucho más con él que el calor del momento, o un pequeño enamoramiento de preparatoria. Podía imaginarse a Emmett cortando la leña, mientras ella disfrutaba de una novela en sus manos. Tener una bonita casa en el campo, quizás tener cientos de perros. No sabía de dónde había sacado esas ideas repentinas.

—¿Qué pasa, Cami?— interrumpió él, con un tono asustado. Lo vio dar unos pasos en su dirección y sentarse en su cama. Su mano fría se posó en su frente, sintió su estómago volcarse. Estaban tan cerca que podía aprovechar el momento y poder confesarle sus deseos. Parpadeó, bajando su mirada hasta las sábanas de color azul.

Muse ✓ ⋆ Emmett CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora