Cap. 3. Avanzamos, para volver atrás.

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Capítulo 3.

Mi cabeza comenzaba a dolerme, era como un golpe constante, sin embargo yo estaba en la oscuridad, en ropa interior, corriendo, lo más rápido que podía. Una ráfaga de sentimientos había tocado mi corazón cuando 'mi otra yo' comenzó a insultarme. Pero está claro que no son insultos, no son nada más que la verdad. Soy horrible, una terrible persona, además de descuidada conmigo misma, con mi peso... Es decir, mi salud.

- , mira cómo se mueve la grasa de tu cuerpo mientras corres.

Sus palabras me herían, no, mis palabras me hacían daño a mí misma, pero ¿Qué podía hacer?. El golpe en mi cabeza comenzó a ser más fuerte, y sentía que iba a explotar, las lágrimas no dejaban de caer, mis pies comenzaron a tener menos fuerza con cada paso que daba al correr, hasta que me quede sin energía para seguir. Mi 'otra yo' me alcanzó, frente de mí, esta vez no dijo nada, solo se quedó ahí mirándome, riéndose de mí, con esa sonrisa burlona, ella, mi 'otra yo' sabía que palabras debía usar para tenerme en el suelo, llorando, justo como ahora.
No decía nada, sólo reía y las palabras que ya había dicho se mantenían en el aire, y resonaban cada vez más fuerte en mi mente.

Parecía que estaba a punto de decir algo, pero algo se logró oír de una dulce voz, y al parecer ella también podía oírla. Los ecos de sus palabras comenzaron a cesar, y solo podía escuchar aquella dulce voz, ¿Quién es? Pensé, no podía descifrarlo, aún así su voz se me hacía familiar... ¿Es John?

- ¡Andy debes despertar!, ¡¿Andy me escuchas?!

¿Acaso sí estaba soñando? Cuando volví la atención a ella, ya no podía encontrarla, como si las palabras de John pudieran calmarlo todo. Sentí como si la oscuridad se hiciera luz, y abrí los ojos, en mi habitación. John estaba a mi lado, y sus manos estaban sobre mis hombros, con los ojos bien abiertos y preocupados. Nunca me había dado cuenta de lo luminosa que podía ser mi habitación, la luz llenaba todas partes con ciertos tonos celestes claro debido a la cortina, mis ojos tomaron su tiempo para acostumbrarse a esto. Cuando logré abrir los ojos del todo me di cuenta. Estaba llorando y había roto los vendajes de la mano izquierda, que estaba comenzando a sangrar.

- Andy, ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Qué tipo de pesadillas estabas teniendo? ¿Por qué no me llamaste? - John tenía, definitivamente la cara que alguien pone cuando está demasiado preocupado que no sabe qué debe hacer.- Déjame ver esa muñeca...

No sé por qué no dude en dejarle que curara mis heridas, algo en John me hacía sentir que todo aquello sobre ángeles y felicidad podía ser real. A pesar de que lo había conocido hace unos días, ya tenía confianza en él. Se levantó de la cama con el ceño fruncido y del mueble saco una cajita blanca, la abrió, era un botiquín de primeros auxilios, y comenzó a curarme, mis uñas y dedos estaban cubiertos de sangre. John no dejó fruncir el ceño hasta que termino de vendarme la muñeca.

- Ya está, ten cuidado la próxima vez que te quedes dormida,- sonrió tiernamente- creo que será mejor que me quede contigo. Si no te molesta.

- Em... ¿Qué hora es?

- Son las 14 en punto de la tarde- se sentó en la cama y volvió a sonreír. Mientras yo acababa de caer en cuenta de que llevo tres o cuatro días sin ir al liceo.- ¿Qué pasa Andy?

- ¿Qué día es hoy? - Como mis planes de acabar con mi vida se habían visto intervenidos por el caballero blanco que está sentado a mi lado, no puedo dejar de faltar al colegio sin una justificación médica, y cuanto antes, debo volver al liceo.

- Hoy es martes, ¿Qué tienes? ¿Debías hacer algo?, puedo ayudarte en lo que necesites.

- Mh, debía ir al liceo, como todas las semanas, mañana tendré que volver a la normalidad, e inventar una buena excusa por faltar ayer.

John comenzó a sonreír muy alegre.

- Ya está todo resuelto, ¿Yo debía hacer algo mientras dormías, no?, así que me tomé la libertad de pedir un papel médico para justificar tu falta a clases por esta semana completa, y bueno, yo...- ¿Acaso eso es posible?, no puedo imaginar ningún médico haciendo licencias sin razón alguna. - Yo entré a tu liceo, a estudiar. Así podremos estar juntos, yo te defenderé y cuidaré, y así puedo estar seguro de que tengas un buen día en tú liceo.

John... ¿Estará hablando en serio?, no me lo creo, ¿Éste chico estudiando conmigo?, quiero decir, apenas estoy tratando de aceptar que ésto es real. Bueno, yo no soy nadie para decirle que no puede, pero así como no soy nadie aquí, tampoco soy alguien allá, y si John va a mi liceo, pues las chicas se volverán locas por él, y él tratará de estar conmigo, bueno si todo lo que dice es la verdad, todas esas chicas. Se reiran de mí e intentarán todo por alejarlo del bicho raro que soy. Y volveremos como estaba al principio, sola... Y eso siesque todo ésto es real, ¿O acaso estaré imaginando demasiado?

- Andy... te has quedado callada, ¿Qué opinas sobre esto?

- Yo creo que si quieres, pues no soy tú madre como para decirte que no puedes.

- ¿En serio? ¡Entonces podremos estar juntos hasta en clases!, y almorzar juntos y estudiar juntos, también podrás presentarme a tus amigas...

- Agh... John, en el liceo yo no tengo "amigas", espero que lo entiendas, todas querrán ser tus "amigas" y tendrás que soportar que ninguna de ellas te dejaría estar con alguien cerca de alguien como... Yo.

'Solo tú puedes ser así de horrorosa'...

¿Qué?, mi 'otra yo' estaba adentro de mi cabeza y volvía a repetir las palabras que había escuchado en aquel sueño, las verdades que las convertía en insultos. Me estoy insultando a mí misma.

'¿Te  has visto cuando caminas?'...

Era como si pudiera multiplicarse en miles para repetir todas y cada una de las palabras. Por favor, ¡ya cállate! Volví a sentirme mareada otra vez, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas de nuevo.

- ¡Andy! ¿Estás bien? ¿Qué pasa? - John comenzaba a preocuparse.

'Pasa que estás bien fea Andy'

- John...- Los sollozos no dejaban que mis palabras fluyeran rápidamente, mientras mi 'otra yo' seguía, casi gritando, en mi cabeza.- Por favor déjame sola...

- ¡Pero! Andy, no puedo dejarte sol...

- ¡Que te vayas!- Lo interrumpí.

'¿No tienes vergüenza de ti misma?'...

Estaba sentada en una posición fetal con mi cabeza sobre las rodillas, mientras me afirmaba con los brazos cruzados y mis lágrimas fluían por todo mi rostro hasta caer por mí mentón.

- Silencio, por favor. Sólo cállate.

'¿Así de horrorosa sales a la calle?'...

Mi cabeza daba vueltas, no podía escuchar ni sentir nada, solo la voz de mi 'otra yo', que en realidad era mi propia voz, insultándome, diciéndome las verdades que todos dicen. Mi cuerpo estaba temblando.

'No tienes con qué defenderte, sabes que es la verdad.'

¡Cállate!, ¡No quiero seguir escuchándote! ¡Era solo un sueño!... Por favor cállate y déjame tranquila.

De pronto su voz no se escuchó más, y levante mi cabeza entre sollozos, ¿De verdad se había callado?, me senté en la punta de la cama con una mano en la cabeza que aún me daba vueltas, estaba todo en silencio.

'Asco, asco das'...

¿Definitivamente aquella 'otra yo' no se iba a callar nunca?... Por favor, déjame tranquila, ¡cállate! La pesadilla se venía a mi mente. Entonces recordé, y las palabras se volvieron a escuchar claramente.

'Deberas sufrir bastante para que me calle'.

Abrí el cajón, saqué las vendas de ambas muñecas... y volví a hacerlo.

El caballero blanco [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora