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Es algo deprimente no ser nadie para un país completo...sin embargo, eso no era lo que pensaba Min. De hecho, él creía haber tenido mucha suerte con eso porque...si no hubiese sido así, seguiría viviendo de la basura y seguiría siendo tratado como un sucio animal.
Por ello, el de piel pálida decidió nombrar el día en el que conoció a NamJoon como: "el mejor día de mi vida".

Kim acababa de cumplir dieciséis años, mientras que él tenía un par de años más sobre sus hombros.
Lo cierto es que esa era la única forma de distinguirlos por mayor y menor; porque cuando hablamos de altura, Kim era el más alto, superándole por casi diez centímetros. Sí nombramos al más fuerte, obviamente el moreno ganaba también; en educación, más de lo mismo y en habilidades...bueno, eso iba a medias. Había que admitir que los dos eran un poco torpes, pero todo lo que Nam rompía, Min se encargaba de repararlo.

El caso es que el chico de porcelana se encontraba en el gran baño de la habitación que aún compartía con su menor, disfrutando del agua recorriendo su cuerpo y del masaje en el cabello que él mismo se estaba dando.
Por desgracia, no eran muchos los minutos que duraban esa gloria para YoonGi, pues no es que soliese tardar demasiado en asearse día a día.

Con una toalla atada a su fina cintura y el cabello derramando pequeñas gotas de agua sobre su aún húmeda piel, el pelinegro se dirigió a su armario para recoger algo de ropa para poder olvidar el frío que sentía cada vez que sus pies descalzos rozaban el frío suelo.

-Hyung.

La grave voz tras su espalda hizo que diera un salto en su sitio, escuchando más tarde una pequeña risa del mismo que hace nada le había hecho tener un paro cardíaco.

-No hagas eso jamás, NamJoon. - las manos del nombrado se posaron a cada lado de sus caderas, dejando leves caricias en su delicada piel en forma de disculpa- Me asustaste... - susurró el de finos rasgos mientras notaba su cuerpo comenzar a calentarse de forma más natural que con la ropa que había en sus manos.

-Está bien, Hyung. - dejó un leve beso tras la oreja de su mayor, algo ya bastante común entre ambos, así como las caricias o aquellas muestras de cariño no muy normalizadas entre "amigos"-Yoongi Hyung. - llamó, separándose del mayor para que pudiera vestirse cómodamente, recibiendo un sonido de garganta, aclarando que lo escuchaba. - Verás...ayer me prometiste que mis amigos podrían venir y que tú...bueno, dijiste que estarías con nosotros- hizo una breve pausa, esperando alguna reacción por el contrario, cosa que no recibió. - ¿Creés poder hacerlo...?

Un largo y pesado suspiro salió de los finos labios del mayor, ese que terminó de abrochar la camisa que cubría hasta sus muslos, y comenzó a colocarse la ropa interior, ignorando la mirada del otro.

-Nam...ya hablamos sobre eso -  susurró el de menor estatura, cruzando sus brazos por la altura del pecho, algo aturdido por la repentina conversación que estaban teniendo. - Sé que te lo prometí...pero no creo poder hacerlo.

-¡Pero, Hyung...! No entiendo porqué no quieres probar. - sus miradas se cruzaron por segundos, suficientes para avergonzar al mayor. - No eres una molestia, YoonGi Hyung. Ellos quieren conocerte, y yo quiero que los conozcas. - Kim acogió las mejillas del más bajo entre sus manos, notando la poca distancia entre ellos al ser esta casi nula.

¿Qué decir...? No se dió cuenta de lo que estaba haciendo hasta que notó el calor de las mejillas sonrojadas de su mayor bajo sus manos.

-Yo...es.está bien, tú ganas...pero porque aún te debo muchas cosas...no me pidas más. - junto a un bufido del pelinegro, el menor soltó una gran sonrisa acompañada de dos grandes y profundos hoyuelos y un pequeño grito de emoción.

A pesar de las murallas «ᴺᵃᵐᵍⁱ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora