⫷Capítulo 5⫸

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A muchos de los de Gryffindor les desagradaba la presencia de los de Slytherin.  Sobre todo a los de primer año.
Amelia no podía decir que eran de su agrado, sin embargo, trataba de ignorarlos.

Aquella mañana, apareció una noticia en la sala común de Gryffindor; que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían esa misma tarde... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos.

Perfecto —dijo en tono sombrío Harry—. Justo lo que siempre he deseado. Hacer el ridículo sobre una escoba delante de Malfoy.

No sabes aún si vas a hacer el ridículo —dijo razonablemente Amelia.

De todos modos,— dijo Ron— sé que Malfoy siempre habla de lo bueno que es en quidditch, pero seguro que es pura palabrería.

La verdad es que Malfoy hablaba mucho sobre volar. Amelia lo escuchó quejarse en la clase de pociones en voz alta porque los de primer año nunca estaban en los equipos de quidditch y contaba largas historias, que siempre acababan con él escapando de helicópteros pilotados por muggles.

Todos los que procedían de familias mágicas habían volado en escoba ya, solían hablar de eso a menudo, sobre todo cuando mencionaban el quidditch.
Amelia pasó toda su infancia volando y jugando al quidditch con su hermana.

Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado. En el desayuno, aburrió a todos (excepto a Amelia, que repentinamente se había vuelto amiga de Hermione, cosa que impresionaba a todos) con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos. Neville estaba pendiente de cada palabra,desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde con su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por la llegada del correo.

Un lechuzón entregó a Neville un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, del tamaño de una gran canica, que parecía llena de humo blanco.

—¡Es una Recordadora! —explicó—. La abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mira, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata—... es que has olvidado algo...

Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado, cuando Draco Malfoy que pasaba al lado de la mesa de Gryffindor; le quitó la Recordadora de las manos.

Harry y Ron saltaron de sus asientos, dispuestos a enfrentar a Malfoy. Pero la profesora McGonagall, que detectaba
problemas más rápido que ningún otro profesor del colegio, ya estaba allí.

¿Qué sucede?

Malfoy me ha quitado mi recordadora, profesora.

Con aire ceñudo, Malfoy dejó rápidamente la Recordadora sobre la mesa.

Sólo la miraba —dijo, y se alejó, seguido por Crabbe y Goyle.

Aquella tarde, a las tres y media, los Gryffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo.

Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia.

Los Slytherins ya estaban allí, y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.

Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón.

Inefable // H.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora