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El corazón de cada uno de nuestros protagonistas latía rápidamente y con mucha fuerza, su sudor se hacía cada vez más constante y comenzaban a sentir mareos, pero no era tiempo de retroceder, había que actuar y así fue.
Michael, Paul y Johny podían escuchar a lo lejos cómo llegaban los nuevos pues los demás siempre hacían un gran alboroto para ellos. Les gritaban: "¡Vas a ser mío esta noche!", "¡Carne fresca para comer!", "¡Juguetes nuevos!, ¡Oye tú tallarín mojado¡, ¿Quieres besarme el trasero?" Entre muchas otras cosas con tendencias homosexuales. Ya con los nuevos entrando a ver al alcaide para ser instruidos, el barco se dirigió a la zona de descarga donde aguardaban Michael, Paul y Johny, así como otros tres guardias. El trabajo no era tan complicado para los guardias pues los reos hacían lo sucio. Un guardia estaba en la puerta que conectaba la zona con un largo pasillo que se dirige a una bodega, otro guardia miraba el trabajo de los reos y el otro confirmaba el inventario del cargamento con un oficial a cargo de entregar el pedido así que en total había cuatro guardias en la zona de descarga además de uno más dentro del barco. Los reos se ocupaban de montar las cargas en un carro, llevarlas a la bodega y acomodarlas dentro; normalmente se hacían más de nueve viajes de ida y vuelta para que no quedara ni una sola caja de provisiones, herramientas, etc.
-Muy bien maricas, a trabajar. Dijo uno de los guardias antes de dar un paso enfrente y asumir su posición como observador, uno se fue a la puerta de la bodega y el otro a recibir al otro guardia.
Paul y compañía ya tenían el carro preparado para recibir las cosas. Avanzaron aún con las piernas temblorosas y el observador lo notó. Comenzaba a sospechar. Paul y los demás no sintieron las cajas pesadas pues tenían en qué pensar, por esto las acomodaron mal dentro del carro y al pasar frente al guardia se cayeron dos casi en el pie de este.
-¡Tengan cuidado malditos ineptos!.
-S-sí se-ñor - Respondió Johny quien fue quien se agachó primero.
Los demás se le quedaron viendo con preocupación. En ese momento Michael pensó si era una buena opción tenerlo en la parte más complicada del plan pues era el más joven del grupo; rápidamente miró el rostro del guardia y notó cómo este fruncía el entrecejo con señal de más sospecha. Tenían que actuar más rápido. Levantaron las cajas y con paso rápido fueron hasta la puerta de la bodega, pasaron frente al guardia que custodiaba la puerta sin mirarlo, entraron, Jack los estaba esperando.2
Para tratar de despejar su mente John se adentró al edificio dónde se encontraba la oficina postal y la oficina del alcaide solo bastaba con subir las escaleras a sus respectivos pisos y afortunadamente estaba al frente del patio. Primero estaba la oficina postal y arriba la del alcaide. John se dirigió a la oficina postal para cumplir con el favor de poner en el buzón de salida la carta de Paul; se detuvo en la puerta, trago salida y con la mano temblorosa puso la carta en el buzón de salida. El oficial de la oficina se le quedó viendo con asco.
-Límpiate el sudor, asqueroso cerdo.
John no había notado que su cara estaba empapada de sudor, que su camiseta estaba mojada y en el suelo habían caído tres insignificantes gotas de sudor; rápidamente sacó un pañuelo sucio de su bolsillo trasero y se limpió la cara, ni siquiera notó el pestilente olor que emanaba su pañuelo.
Ya con la cara "limpia" salió del cuarto; ya fuera de la vista del guardia se frotó sus manos entre sí. <<Cálmate, tenemos que ser sigilosos y no hay que levantar sospecha>> se decía así mismo. Caminó a la ventana que miraba hacia al patio y al horizonte, trató de divisar el barco, pero este no aparecía, comenzó a sudar una vez más poco a poco le invadió la preocupación y el miedo al igual que sus camaradas, con la mirada buscó a Tom, Richard y Alex.
Tom estaba llegando al edificio, Richard y Alex estaban a la mitad del patio ambos miraban perdidamente el cielo, Richard volteó al edificio y divisó a John en la ventana, ambos se encontraron y asintieron.
Al ver a Richard con una mirada de seguridad, John, sintió una ligera pizca de alivio, pero no sabía que Richard estaba igual de aterrado que él. Finalmente, y sin darse cuenta el barco hizo sonar su distinguido sonido, el barco ya había llegado, una vez más Richard y John asintieron. John salió del edificio y esperó junto a Tom. Los cuatro observaron cómo los demás reos les gritaron a los nuevos 8 condenados sus homosexualidades, caminaban muy lento hacia las duchas y esto hacía aún más desesperante la espera, simultáneamente Tom y Richard comenzaron a tronarse los dedos.
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Más Allá Del Mar
مغامرةTras huir de una prisión a la mitad del Océano Atlántico John, Michael, Paul, Richard y Tom tratarán de sobrevivir mientras surcan el océano para llegar a casa y conseguir el bello sabor de la libertad.