PARTE DOS

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UNA CITA

1

La vida de Jhony Bonsaera siempre fue muy dura: Cuando tenía cinco años de edad, su padre los abandonó a él y a su madre, dejándolos con muy poco dinero. En ese entonces su madre tuvo que hacerse de tres diferentes trabajos que daban una mediocre paga la cual apenas y alcanzaba para poder alimentarla a ella y al pequeño Jhony.
Claro que la señora de Bonsaera tenía muy presente la importancia de la educación y es por eso que empeñó la vieja joyería de su abuela: Plata, oro y unos tres anillos de rubí le costaron la pobreza y la educación de su hijo. Todas las noches se preguntaba si era la decisión correcta. "Con ese dinero no sufriríamos tanta hambre" se atormentaba cada vez que escuchaba cómo le tronaba la tripa a su hijo.
A pesar de esto siempre mostraba una sonrisa al estar con su hijo. No importaba lo cansada que estuviese, ella siempre estaba dispuesta a jugar con Jhony, le encantaba hacerlo, porque para ella la felicidad de su hijo era lo que importaba más que cualquier cosa, incluso que su propia felicidad.

Por otra parte; Desde pequeño, Jhony ha sido un niño inteligente, notaba todo el esfuerzo que su madre hacía por él y lo valoraba mucho, así que, en el momento de asistir a la escuela, no hizo ninguna clase de rabieta, ni queja al respecto. Aprendió a leer y a escribir con facilidad, llamando así la atención de sus maestros, también se hizo bueno con los números así que no le iba mal en matemáticas. Se hizo amigo de otros niños que eran igual de hábiles que él para que si en algún momento se llegase a confundir, estos le ayudasen y viceversa.

Diez años se pasaron de golpe sin ningún problema sin embargo el presupuesto escolar que la señora Montés (que ahora se había quitado el apellido Bonsaera de encima) había apartado se estaba acabando. Tal vez la señora Montés pudo haber conseguido un trabajo más, pero Jhony le tomó la delantera. Al igual que el primer trabajo de su madre, este se hizo mesero, en un turno de noche. Claro que su madre estaba en desacuerdo con esto, pero no pudo hacer que Jhony cambiara de opinión.

Aunque Jhony era joven y fuerte, poco a poco el trabajo y la escuela comenzó a pesarle ya que al salir de la escuela tenía que hacer su tarea inmediatamente al llegar a casa para así poder tener, aunque sea treinta minutos de descanso e irse a trabajar después para terminar su turno de ocho horas, dormir (si es que terminó toda la tarea asignada) e irse a la escuela desde temprano. De esta manera, pudieron sobrellevar su vida diaria con "estabilidad", además de que los amigos de Jhony lo invitaban a él y a su mamá de vez en cuando a comer un fin de semana.

Y así fue la rutina de Jhony y su madre hasta que Jhony logró graduarse y hacerse de un trabajo con mejor paga y horario menos tedioso. Cuando Jhony cumplió las veinticinco primaveras conoció a Mary Romanoff una de las cajeras del súper. Para él fue como amor a primera vista, su voz, su cabello, su sonrisa, sus ojos y la forma en la que se movía le parecían lo más bello y único en el mundo. Era una sensación que nunca había sentido antes, él quería saber más de ella, quería verla a diario; así que todos los días, durante mes y medio asistió al súper para saber en qué días y turnos la podía encontrar, pero su falta de experiencia con las mujeres (y su ahora creciente timidez) le impedían hablarle. Sin embargo, se le ocurrió una buena idea.

2

Eventualmente Mary notaría su presencia, él estaba presente todos los días en los que Mary trabajaba, ya sea en turno matutino o vespertino, él siempre asistía. Con el tiempo Mary se acostumbró a verlo: cuando entraba a la tienda y salía sin comprar, cuando compraba su mandado, él se dirigía a la caja de Mary; Al principio a Mary no le daba importancia y lo pasaba por alto, como si fuese un simple cliente más. Jhony tuvo que pasar por la caja de Mary al menos más de quince veces para que esta comenzara a mirarlo, otras cuantas más pasaron para que ella lo mirase y le sonriera, y así fue durante un mes y medio. 
Sin darse cuenta, Jhony creó una rutina que consistía en que cada tercer día compraba las cosas que hacían falta, los demás días sólo iba a dar una vuelta. Claro que cuando Mary no estaba, sólo asistía sólo dos días a la semana.
Mary empezó a interesarse por él y cuando descubrió que Jhony sólo iba al súper muy regularmente los días en que trabajaba, se sorprendió mucho y ella esperaría el momento en el que él la invitara a salir.

Para comprobar si Mary había empezado a fijarse en Jhony, este no fue a comprar sus cosas al súper de siempre sino a otro por tres semanas; naturalmente Mary se extrañaría.

Cuando Jhony entró por la entrada del súper, Mary lo miró a lo lejos, bajó la vista y se sonrojó al tiempo que brotaba una pequeña sonrisa en su rostro. En cuanto a Jhony, sabía que debía mostrar cierta indiferencia.
En el momento en el que Jhony estuvo frente a frente con Mary, esta dijo:
-Qué milagro.
- ¿¡Eh!?.
-Ya se te extrañaba... ¿Cuál es tu nombre?
-Jhony.
-Mary. Mary le tendió la mano y este la estrecho con suavidad. Le parecía increíble que su estrategia haya funcionado. Al soltarse, ambos miraron hacia el suelo sonrojados. En ese momento Jhony se armó de valor y le preguntó:
- ¿T-te gustaría salir por un café un día de estos?.
-M-me encantaría -respondió rápidamente como si estuviese esperando a que lo dijera- Hoy salgo temprano... ¿Crees que podamos...?
-Sí, por supuesto.
-Genial, te espero en la entrada principal a las 3:45.
-Te veo allí -finalmente dijo. Tanta fue la emoción que sintió que casi olvida sus compras.
Los dos se dieron cuenta de ello y rieron.

Parecía que la vida de Jhony cambiaba para bien, y era cierto...

Cambiaría.

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