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Danny esta sentado sobre su cama con un libro de texto en el regazo, leyendo algo para su clase de historia.

Algo sobre los circos romanos, recuerda vagamente cuando cayó en uno de esos portales en sus aventuras en la zona fantasma.

Y su mente va a Vlad, el hombre no le ha dado problemas en seis largos y pacíficos meses.

Aunque no es todo tranquilidad, el peligro latente de que este planeando algo de proporciones mayores no le permite relajarse.

Tal vez es mucho esfuerzo, nada le cuesta verificar, vuela hasta ese pomposo barrio a las afueras, llega a la casa y atraviesa la puerta sin ningún temor.

Vlad sigue viviendo en Amity a pesar de ya no ser alcalde.

Recorre la sala de estar, va a la cocina: nada, pero escucha risas provenientes del comedor, se vuelve invisible para asomar su cabeza y la ve, la escena más irreal que pudo imaginar.

Un chico, que luce igual a él, sentado en el gran comedor al lado de Vlad riendo y comiendo lo que parece pastel de helado.

Es irreal por dos cosas, la primera: Vlad ríe como nunca lo ha visto, sincero y genuinamente divertido mientras pone helado en la nariz del chico.
Y la segunda: el chico casi podría ser él, excepto por la ropa fina y el cabello bien peinado. Además de la mirada cariñosa que este le dedica a su archienemigo.

- ¿Qué en la tierra está pasando aquí?- La voz fuerte y confundida de Danny rompe la atmósfera y ambos lo miran como si hubiera dicho que el agua no moja.

- Comemos helado- dijo el chico que luce como él, como si fuera lo más obvio del mundo - ¿Gustas?

Despues de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora