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En el jardin trasero del Castillo de Wisconsin, en una pulcra mesa de herrería blanca frente a un estanque artificial. Vlad lee en voz alta un pequeño poema de su autoría, dedicado a su Danny.

Vlad no puede ver a su amado, pero imagina la sonrisa boba de amor que estará poniendo.

Imagina que al terminar recibirá un beso, como lo anhela tanto, tanto.

Pero ese beso nunca llegara y él lo sabe.

Las lágrimas caen y sin afán de limpiarlas, las deja correr por sus mejillas.

Le habla al retoño de sauce que plantó en memoria de su amado.

Él morirá, de soledad, de abandono.

No sabe a quien odiar,

A la vida por ser tan corta para algunos y tan larga para otros.

Al tiempo por ser tan cruel.

A Jack por el accidente.

A si mismo

O a Daniel.

Despues de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora