Lo Que Recuerdo

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Cap. 26

Harry estaba totalmente perdido. Sus conocimientos básicos le decían que cuando le confesabas a alguien tus sentimientos, había dos posibilidades la primera era que sintiera lo mismo y te abrazara la segunda que te diera una cachetada y te gritara. Pero jamás que llorara amenos que sea de alegría.

Y podía apostar lo que sea a que las lágrimas de Hermione no eran de felicidad.

Tenía miedo a preguntarle qué ocurría, pero era demaciado cobarde como para hacerlo. Nana se lo había dejado claro.

Hermione se había sentado cubriéndose con la sábana para sentirse más segura. Trató de tocarla pero ella se alejó como si su tacto quemara más que el infierno.

- N..no - tartamudeo, tratando de levantarse y llevarse la sábana consigo. Después de unos segundos lo consiguió y corrió hacia el baño, cerrando la puerta con seguro.

Era oficial ese era por mucho el momento más confuso de la vida de Harry Potter, se levantó buscando en el suelo su ropa y se vistió lo más rápido que pudo. Caminó hasta la puerta del baño, tocó levemente esperando una respuesta.

Ningún sonido.

- Hermione, ¿Estás bien? - pegó su oreja a la puerta con la intención de escuchar mejor, y lo hizo. Un objeto bastante pesado se estrelló contra la puerta, apartó la cabeza intentando pensar que hacer.

- ¡Es obvio que si una persona se encierra en el baño para llorar, no está bien! - grito, aunque su voz salió ahogada.

Maldijo internamente, Hermione odiaba las preguntas obvias, y él no paraba de hacerlas. Trató de recordar si Nana le había dicho algo en sus clases para estás situaciones. Sí lo había hecho pero era una frase muy ambigua.

- Cuando éramos niños me parecías muy bonita, recuerdo que siempre que jugábamos a las escondidas tú te encerradas en el armario más cercano - dijo mientras se sentaba apoyado en la puerta - . Siempre supe dónde encontrarte pero te dejaba ganar, porque si no corrías para evitar que te viera llorar. Mi madre y Nana me dijeron que nunca debía hacer llorar a una mujer, además verte llorar era la peor cosa en la vida.

» Cuando mi mamá me dijo que ya no vendrías a jugar y que tampoco podía ir a visitarte, me sentí extraño. No lloré, ni reclamé solo me fuí a mi cuarto con la sensación de un escalofrío que no terminaba. Esa noche soñé contigo, por alguna razón cuando desperté trate de volver a dormir solo para verte de nuevo. Adoraba tu pelo esponjado, parecía un lindo algodón de azúcar castaño, tus ojos me parecían como dos caramelos de café con leche. ¿Sabes? Ahora que lo pienso, siempre te comparé con dulces.

Pudo percibir un leve suspiro, el cual se parecía un poco a una risa. Hermione Granger fue su primer amor, claro que era muy pequeño como para saber que era el amor.

Pasaron algunas horas mientras Harry le contaba todo lo que recordaba de ella y como la había extrañado, también sobre el cambio de actitud de su padre después del desfalco. Hablo tanto que al tomar una pausa sintió su garganta arder, se levantó y miró la puerta.

- Voy a la cocina por agua - explicó dirigiéndose a la escalera a paso lento - . Hablarle a la puerta del baño resulta muy agotador, más si no te contesta.

Tardó algo en encontrar los vasos, ya que era demaciado espacio para muy pocos utensilio. Ya luego arreglaría aquella cocina para que se viera igual que la de Nana, por lo menos ahí no estaba Minerva para regañarlo por mover el sartén de lugar. Traía un vaso en cada mano, por si a Hermione le apetecía. Y si no, se lo tomaría él.

Llegó a la segunda planta que solo era la habitación y el baño. Se dió la vuelta para volver a su lugar y seguir hablándole a la nada con la esperanza de que su castaña saliera de el baño. Al parecer sus oraciones fueron oídas, pues Harmione había abierto la puerta y se encontraba en el suelo recargada en la pared como él lo había estado minutos atrás.

No Era Parte Del ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora