Temores

1.8K 124 35
                                    

Cap. 33

Anabel salió de su auto hacia la mansión Black. Necesitaba con quien hablar y no había nadie más que Sirius. Azotó la puerta del coche al salir de él.

Estaba harta de todo. De su padre, de su familia, de su prometido. A cada segundo que pasaba la idea de escapar se le hacía más tentadora, ser libre y elegir con quien formar una vida o si era mejor estar soltera y disfrutar de las maravillas que el mundo tenía para ella. Su vida nunca fue perfecta ni de cerca, pero había una parte en ella que agradecía el haber encontrado un gran amigo y confidente en Sirius.

Al llegar a la entrada, empujó la puerta. Black nunca dejaba cerrado, una tontería según ella, ya que al dueño de la mansión le encantaba sentir el aire fresco aún dentro de su hogar.

Camino por la sala hasta llegar al despacho de su amigo.

- Buen día Ann. - la voz de Sirius era tan relajante que Anabel solo se dejó caer en el sillón y cerró los ojos disfrutando del sonido que provenía de sus labios.

- No tienen nada de buenos, Canem - el apodo derivaba del latín que significaba perro, el animal que según ella definía mejor el carácter de Sirius - Voy a matar a alguien, si no me traen un Martini seco.

- Ni lo pienses - se opuso mientras se levantaba. Se sentó a su lado rodeando sus hombros con su brazo - . Tengo mucho trabajo como para estar cuidando que no vomites en la alfombra. Además el alcohol no resolverá tus problemas Ann, se necesita más que una botella de Vodka para deshacer un compromiso.

- ¿Lo sabes? - se exaltó dándole un codazo en las costillas haciendo que chillar de dolor - ¿Cómo demonios te enteraste?

- Por si lo olvidas tu seguridad es lo más importante para mí- respondió con una mano en la parte que había golpeado - . Después de que ese idiota le pidiera tu mano a tu padre, Adam me llamó.

Anabel se acercó a él y lo miró a los ojos sabía que estaba mintiendo, él era incapaz de decir una mentira sin acomodar las mangas de su traje. Había algo en él que le parecía misterioso ese toque que siempre conservaría no importaba cuantos años pasaran.

- ¿Me has estado espiando? - cuestiono con una voz amenazante que a Sirius le pareció tierna.

- No soy un acosador, cariño - respondió divertido por las ocurrencias de su amiga - . Por lo menos no como tú lo eres con ese tal Sinatra. Escuche que se codea con la mafia.

- No te metas con mi esposo, no tienes mejores amistades que él - defendió mientras tomaba un cigarrillo y Sirius lo prendía por ella - . Además no me has respondido ¿Cómo te enteraste de que el maldito idiota de Fleamont fue a la mansión? Y si vuelves a mentirme te castro.

Sirius la miro y sintió esa punzada en el pecho que nunca lo dejaría en paz. Anabel era hermosa, su cabello entre castaño y rojo y sus ojos azules atraían a cualquiera. Claro que nadie era lo suficientemente valiente como para acercarse a ella ya que su carácter era siempre título en los periódicos y revistas. Aún no podía creer que alguien tuviera el valor o la idiotez para pedir su mano.

- Tu padre me llamó- admitió con simpleza, mirándola a los ojos. Algo que muchos no se atrevían a hacer - . Sabía que yo estaba interesado en sacarte de ahí de la forma que fuera. Hace unos meses hablé con él y le pedí tu mano.

- ¿Y por qué el estúpido no acepto? - se levantó y sin importarle sirvió dos vasos de whisky, le pasó uno a Sirius mientras tomaba un largo trago - Tú tienes mucho más dinero que el idiota de Fleamont, no tenía mucho que pensar.

- Tal vez - dijo tomando un sorbo de la bebida - . Pero yo no estaría dispuesto a ser un Potter.

- O solo quería volver mi vida más miserable. - acercó el vaso a sus labios y rodó los ojos cuando se dio cuenta que estaba vacío.

No Era Parte Del ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora