「01」

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Su mente ya no recordaba esos ojos verdes y ese sedoso cabello oscuro, tampoco recordaba esa mirada dura que a la vez suplicaba perdón y compasión.

Una semana había pasado desde su primer encuentro y la rubia anhelaba que no fuera el último. El destino, con mucha facilidad les otorgó otra oportunidad.

—Son diez dólares. —Dijo nerviosa y rápidamente.

Sin haberla mirado, reconoció su voz, grave, pero con un toque femenino y seductor.

Levantó la mirada para no parecer desinteresada y así ocasionar problemas con su superior. Se arrepintió. Su mirada la penetraba, buscando alguna señal en ellos. Esos ojos la tenían entre la espada y la pared.

—Aquí tienes—pasó su dinero en efectivo.

Billetes sin ningún tipo de defecto, casi nuevos.

—Gracias.

Rozaron sus manos por accidente. La tristeza se desvanecía en los ojos de Madeleine, en cambio, en los ojos de Isabella, el miedo se asomaba.

—G-gracias a usted por visitarnos. — finalizó, la de ojos grises.

—¿Nerviosa? Ni siquiera hemos empezado a jugar. —susurró.

¿Qué juego? Isabella, la que había pasado por miles de "juegos" con chicas de su edad, ahora estaba perdida entre las palabras de una mujer que le ganaba por diez años.

Se sonrojó rápidamente al recordar haber oído que la Diosa Griega que tenía en frente, se había dado cuenta de su nerviosismo.

—¿E-eh? — murmuró, como era obvio de notar, confundida.

La mujer se dio la vuelta, dándole la espalda a la rubia. Isabella tragó saliva, sin querer bajó la mirada a sus glúteos.

Se encontró una irrespetuosa, así que rápidamente recordó a las supuestas hijas y se le enfrió la cabeza.

De seguro estoy loca, no ha dicho nada. Pensó. Observó su figura sentarse, para esperar la comida insalubre del local, ¿cómo se mantendrá si come esas cosas?

Metió el dinero a la caja.

El rubio apareció, saliendo de la cocina, estaba molestando a su otra compañera de trabajo. Juntos comenzaron a observar a la señora de ojos verdes.

—¿Ella es la que te gusta? Qué raro ver a alguien con un buen cuerpo pasando tanto tiempo en estos lugares.

—¿Cierto? Yo pienso igual. —concordó con su amigo.

—Mierda. Tengo cita con un chico a las ocho. —Miró su reloj de plata. —¿Nos vamos? Me probaré ropa y quiero que me digas cómo me veo. —Sonreía, mientras sacaba el jockey, con el logo del restaurante, de su cabeza.

Isabella sacó su celular, para revisar la hora.

—Son las seis y media. —entrecerró los ojos, la dulce amiga.

—Ni muy temprano, ni muy tarde.

—¿Por qué eres así? —preguntó mientras buscaba a sus demás compañeros con la mirada.

Se acercó a una chica de cabello rizado.

—Francisca, nos vamos. — le avisó a la chica que quedaba a cargo, después de las seis de la tarde.

Se habían quedado media hora más, simplemente por quedarse conversando, en algunas ocasiones hacían horas extras, pero esta no era la ocasión.

Erick la miró contento.

Iban charlando mientras se dirigían al baño, para cambiarse de ropa. Isabella trajo un conjunto simple de cambio. Erick se vistió con una camisa roja y un pantalón negro. La rubia aprobó la vestimenta de su amigo y el susodicho lo agradeció. Cuando salieron de los diferentes cubículos, la menor sintió la pesada mirada de alguien, en ella, pero ignoró aquello.

Eleuteria ; Lesbian [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora