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Vio que acepté su beso y siguió besándome lentamente, reduciendo su brusquedad. Rodeé su cuerpo con mis brazos y ella hizo lo mismo conmigo. Dejamos de besarnos porque nos faltaba oxígeno y me bajé de su regazo para colocar mi cabeza encima de su hombro. Ella empezó a acariciar mi cabello, como antes.

—Ya, tranquila. — me miró con ¿cariño? — sé que te molesta que te diga esas cosas, perdón.

¿Me acaba de pedir perdón? ¿El diablo me ha pedido perdón? ¿Estoy soñando? Este día no puede ir mejor, fuera de lo material, Madeleine se comportó excelente, ignorando lo último que sucedió. Sonreí.

—Enciende tu celular, necesito estar comunicada contigo.

Hice lo que me pidió y vi una hermosura, he tenido como dos celulares de la marca Apple pero nunca había tenido uno que fuera del mismo año. Configuré el teléfono y a la primera que añadí fue a Madeleine... ¿a quien engaño? fue a mi rubio, luego añadí a Ellyoth y por último a Madeleine, tenía a más gente que añadir pero no tenía mucho contacto con ellos actualmente. Configuré el pin, ya que detesto el Face ID y comencé a instalar muchos juegos.

—Hmm, estoy aquí.

—Ah cierto, disculpa —sonreí y le planté un beso corto en los labios.

—Me siento como una sugar mommy.

—Lo eres —murmuré.

—Si lo fuera ya habríamos tenido sexo y tú tendrías un Ferrari.

Incliné una ceja. Siempre pensando en sexo.

—¿Qué?

—Nada más que la verdad, señorita.

La evadí y seguí jugando. El recorrido en su limusina fue genial, para mí. Jugué mucho y ella me miraba con signos de interrogación en sus ojos, no sabía nada de juegos. No le quise explicar porque tenía flojera.

Al llegar a casa le ordenó a su chofer que subiera todas las bolsas, las cuales ella había cargado durante todo el camino, nunca supe cómo llevó dos helados y tantas bolsas a la vez. También le ordenó a sus empleados que limpiaran el coche, por mi culpa. Pero la verdad se merecía eso, me pregunto a cuantas chicas habrá dejado llorando por su actitud, es un asco.

Ya dentro de su casa, o mansión mejor dicho, mi estómago rugió, a pesar de que comí una gran cantidad de comida en el trabajo. Madeleine se percató de eso y comenzó a cocinar. Vi como partía las verduras y sacaba el pescado del refrigerador. Se veía demasiado sexy cocinando. Me coloqué detrás de ella, abracé su cuerpo y mis caderas estaban justo detrás de su trasero. Ella sintió el roce de nuestros cuerpos y sonrió.

—¿Quieres que te enseñe a cocinar?— preguntó, dándose la vuelta y dejándome con los brazos a los lados.

No dije nada y ella se puso detrás de mí, intercambiamos lugar. Sacó un cuchillo y puso su mano encima de la mía, cortamos en rodajas la zanahoria. Sentí el movimiento de sus caderas moviéndose circularmente detrás de mí. Chupó el lóbulo de mi oreja y solté un gemido. Esto no era lo que esperaba, pero creo que es incluso mucho mejor. Colocó su mano dentro de mis jeans y comenzó a tocarme, mi corazón estaba latiendo rápidamente y mi mente estaba nublada. No quería moverme de ahí pero también sabía que si me entregaba a esa mujer de corazón dividido, terminaría en la calle.

—No, no fue a propósito.

Dije la verdad, me puse detrás de ella solo para ver cómo cocinaba, me ganó lo impulsiva.

—Shh.

Puso su mano, tapándome la boca. Me moví más rápido y alcancé a escapar de su agarre. Vi sus ojos; era fuego, odio y placer. Se lavó las manos, del asunto y también con el agua corriendo del lavaplatos.

Eleuteria ; Lesbian [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora