Capítulo 3

673 49 8
                                    

Mathew puso sus manos sobre las del omega, porque eso era. Un puto omega con el aroma más llamativo que hubiese disfrutado su olfato. Escuchó el seguro de la puerta y su corazón comenzó a latir con más fuerza que cuando escuchó la voz de éste; pasó saliva en seco, no sabía que decir o moverse para algún sitio.

— ¿Estás nervioso, pequeño alfa? — No respondió — No pareces el tipo de alfa que se queda callado.

— No... Yo...

— Estas nervioso, puedo sentirlo — ni siquiera había alejado sus manos — ¿Por qué lo estás?

— No lo sé — dijo, sincero — No había pensado en esta parte.

— Entraste a una página de citas a ciegas, te pusiste en contacto conmigo sin conocerme y aquí estás, listo para cumplir tu fantasía sexual — alejó sus manos — Al menos que desees podemos detenernos aquí...

— ¡No! — Se aclaró la garganta, se había oído patético — Lo siento, nuca había estado en una situación como esta antes.

— Es de esperarse, pequeño alfa — tomó su brazo, y con pasos vacilantes fue guiado hacia la cama — Siéntate aquí.

— De acuerdo — tanteó la cama — ¿Alexander es tu verdadero nombre?

— Si, lo es — le quitó la sudadera al menor — Te dije mi nombre, creo que es lo justo, ¿Mathew es el tuyo?

— Si... — suspiró — ¿Has hecho esto muchas veces?

— Muy pocas, pero contigo quise jugar un poco — acarició su mejilla, y luego delineó el perfil de éste — Ya sabes... por lo de mi rostro.

— ¿Por qué no deseas que lo vea? — Dejó que lo colocara en el centro de la cama — ¿Eres tan feo? Porque lo dudo.

— No lo pondría de esa manera — sus zapatos fueron retirados — Pero no soy de esos hombres que andan diciendo más de lo que aparentan.

— Tienes una voz muy hermosa, ojalá que la de mi profesor de psicología general sea de esa manera — rió — Parece un ogro.

— No te llevas bien con él — quitó el botón de su pantalón y dejó un beso en su abdomen — Pero, sólo imagina que en poco tiempo ya no lo verás.

— No lo creo — gimoteó — Tengo que tomar una serie de materias con él otra vez, ¿Sabes que es lo peor?

— No — dijo, divertido — No sé, sino me dices.

— Que sólo es él que las da — jadeó, cuando una mano intrusa fue colocada dentro de su ropa interior — No sé porque la universidad en la que estoy sólo acepta pocos estudiantes.

— Las cosas de la vida, pequeño alfa — retiró la ropa interior de éste — Estás bien dotado.

— Gracias, supongo — murmuró — ¿Ya puedo quitarme la venda?

— No, aun no — besó su abdomen, nuevamente — Si te la quitas, ya no habrá nada que hacer y la magia se irá.

— Es que...

— Déjame cuidarte y hacerte sentir bien, pequeño alfa — besó su cuello — ¿Habías estado con de esta manera?

— No... Sólo sexo casual con algunos omegas, pero nada de... esto es incomodo de decir — se sintió caliente en todo el cuerpo — De tener sexo... es decir, que ellos me penetren.

— Vaya, si que eres un picaron — rió, besando su barbilla — Pero te haré sentir bien y te gustará... y desearás volver a repetirlo toda noche.

— ¿Seguro?

— Muy seguro.

La risa del omega se coló por todo su cuerpo, dándole leves descargas de satisfacción. Sus manos fueron a parar a sus abultados brazos, subiendo sus manos por estos hasta llegar a su cuello, jalarlo hacia su rosto y besarlo. El cuerpo desnudo del omega cayó sobre el suyo, la erección del mayor se sentía más que dura contra su pierna.

Secretos entre sábanas {Gay}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora