Capítulo 2

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Las clases con la profesora de Matemáticas eran muy pesadas para alguien como yo. Hoy no había teoría y estábamos atrasados, según ella. Yo me pasaba dibujando tonterías cursis en otro cuaderno de borrador. Le ponía menos atención a la maestra que por suerte no me llamaba la atención y tampoco me hacía pasar al frente a hacer el ridículo.

De pronto, en la puerta alguien golpeteó y la maestra detuvo su explicación en la parte más difícil del tema, para mi alivio. La maestra fue a la puerta y la abrió con mucha lentitud: esa persona misteriosa se quedó muda unos momentos enfrente de la maestra. Luego, dejó ver su figura esbelta: era nada menos que el chico lindo y pervertido que le gustaba ver la ropa interior de las alumnas.

Joshua se asomó al curso buscando con la mirada a alguien que parecía no estar en algún banco. Luego, con un rostro de decepción, se sentó por ahí y las clases volvieron a la normalidad. Traté de ocultar mis mejillas ruborizadas. Al poco rato, las clases terminaron para mí, porque mi atención tenía dueño y era Joshua.

En el descanso, bajamos al área recreativa para ir a comer, junto a mi única amiga del alma, Jessica. Nos sentamos en una banca a rumiar un poco y a parlotear sobre videos musicales de Kpop. Entre charla y charla, tuve deseos de ir al baño. Dejé mi apetitosa comida un rato, al amparo de mi amiga, aunque tenía un poco de recelo sobre ella. Con una amiga hambrienta hay que estar prevenidos. Era como pedirle al ratón que cuidara el queso.

Entré y salí en menos de cinco minutos de la letrina. Pero me percaté de unos ruidos casi inaudibles que provenían del baño de varones. Solo por curiosidad, me acerqué a la puerta a indagar el inusual sonido, como toda quisquillosa que soy. Acerqué mi pequeña oreja a la puerta y noté gritos intermitentes que venían del altavoz de un celular. Abrí la puerta y vi a Joshua con los audífonos mal puestos y con el celular en una mano.

El chico miraba campante su celular, pensando que nadie se daría cuenta. Me acerqué unos milímetros hacia dentro y dije:

—Oye, tus audífonos están mal colocados. Deja de ver porno...

Y corrí como nunca antes.

Mi Crush Pervertido ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora