Demonios celestiales.

Rabieta.

¡Hola!

Pido una enorme disculpa si encuentran alguna falta de ortografía o de redacción. Nos estamos viendo.

- ¡Serenaaaa! - escuche el grito de Anan en medio de la práctica. Aprete los puños de mis manos muy fuerte era el doceavo grito que recibió en menos de 3 minutos y todo gracias a un estúpido split que no me salía. Entendía su frustración, pero lo que no lograba entender era su puto mal genio, además debía entender que no soy una puta liga para abrirme de piernas sin ningún problema.

- Anan sé que ya te he pasado a joder la tarde, pero por el bien de los dos creo que es mejor dejar la práctica aquí, no vamos a conseguir nada con gritos de frustración.

Anan me sonrió de la manera más falsa del mundo y bueno así era él, falso, más falso que el culo de Kim Kardashian- Querida mira tal vez creas que por ser la preferida del jefe tienes privilegios sobre los demás, pero déjame sacarte de la burbuja en donde te encuentras, para decirte que no imparta cuantas veces te acuestes con nuestro jefe, para mi sigues siendo una puta barata. Así que, si la clase es de ocho a nueve, yo termino mi clase a las nueve, así son las reglas y no las voy a modificar por una niña que se cree la dueña del mundo.

Mi cara era pura incredulidad, que clase de bicho le había picado a este tipo. Hoy no había sido mi día, primero tenemos a Darien y su secreto para el lunes, segundo tenemos a mi estúpido jefe, tercero la venta de mi amiga, cuarto Seiya esperándome allá fuera, quinto y no muy importante a Anan y su estúpido discurso de reflexión sobre cómo debería mantener mis piernas.

Lo menos que quería en este momento era estar coreografiando una nueva rutina a petición de mi jefe para satisfacer su nueva fantasía. Yo lo que quería era hablar con Mina y decirle mi plan, que todo lo tenía solucionado, que no se preocupara, no la vendería.

- Mira princeso yo no sé qué tengas el día de hoy, pero no estoy de humor para tus discursitos. Ahora escúchame bien tú a mí, si me acuesto con nuestro jefe es para recibir los beneficios que el me prometió, así que si yo digo aquí acaba la claseaquí acaba la clase.

- Entiendo tu etapa de egocentrismo, disfrútalo por ahora que no te va a durar mucho tu chistecito. Sobre todo, cuando le andas abriendo las piernas a cualquier hombre que se te atraviesa ¿Qué creíste Serena? ¿Qué no me daría cuenta que tu amante de turno esta allá afuera? - Anan empezaba a joderme un pocono mejor dicho me estaba jodiendo mucho y a menos que quite esa cara de superioridad en este momento, juro que le meto un puñetazo en la cara a ver si se la logro desfigurar.

- ¡Oh no!, querido si creíste que tus amenazas o mejor dicho tus intentos de amenazas me asustarían, déjame informarte que he cambiado y bueno todo gracias a ustedes o es que ya no recuerdas cuando llegue aquí y me decías que me comportara como una perra-. estaba enojada y él era el único que me había provocado, ni modo, me descargare con él-. Anan ya no soy aquella chiquilla inocente y estúpida a la cual podías manipular o mandar a su puto antojo, ahora yo soy tu jefa o como tu prefieres llamarme puta, sí, yo soy tu puta jefa y tengo el derecho de decirte lo que se me venga en gana, a por cierto si se te ocurre llegarle con tus cuentitos a él, creme Anan me vas a conocer. Y realmente no lo quieres hacer-. Jaque mate Anan, realmente logre quitarle la cara de superioridad y no necesite golpearlo. Mi retira hacia mi cuarto fue tan triunfante hasta que su cometario hizo romper mi burbujita de triunfo.

- Como quieras. Aunque tienes razón has cambiado bastante, pero sigo sin entender como fuiste tan hija de perra como para vender a una de tus amigas. Creme Serena yo hecho cosas horribles en esta vida, pero jamás traicionaría a uno de los míos. No cuando dieron todo por mí.

Anan tomo sus cosas del suelo y se retiró sin mencionar alguna otra palabra, solo se marchó y comprendí que su genio se debía a mi venta de esta tarde. Siempre supe que Mina le caía mejor que todas, pero jamás creí que le importaría tanto, Anan siempre fue esa persona que enseña a pecar, te enseña el placer oculto en cosas que nunca creíste que sería tan divertido hacer.