Prólogo

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-No entiendo cuál es el punto de darle flores a los muertos- se quejó Max mientras caminábamos hacia el auto.

-¡Max! - le grito mi madre- No deberías decir eso.

-Pero si es verdad, si no se las dieron en vida de que vale ahora que no puede hacer nada con ellas-

-Es un símbolo de respetó.-

-Bueno pues es un símbolo ridi...-

-Ya basta Maxwell- le advirtió papá, sentí su mirada en mi espalda pero la ignore, estaba demasiado devastada para prestar atención a Max hoy. Cuando llegue hasta el auto papá quito el seguro y entre, me deslice hasta el fondo del asiento y acomode mi cabeza en la ventana sentí la puerta cerrarse y a mi hermano recostarse en el asiento, cerré mis ojos tratando de olvidar el dolor.

Como podrán imaginar eso no funciono, porque nueve años después el dolor no ha desalojado mi cuerpo. Solo que ahora es menor, pero sigue ahí.

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