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Siendo las nueve de la noche, ella regresó. Bajó suavemente acompañada de un chico, él comenzó a hablar con ella mientras otro auto se acercaba.

El señor.

El hombre estacionó el auto y bajó de el. Con grandes pasos llegó hasta Verónica; La pobre chica se asustó y ante unas cortas palabras caminó rápido a su casa.

Me alejo un poco de la ventana, no quiero que ese hombre le haga mal.

Aunque debo admitir, la forma en la que ella obedece, sonríe y no se opone a nada me hace sentir bien, incluso excitado.

Ella llega a su habitación y el hombre desde atrás la empuja. Cae a la cama y él la golpea.

Una, dos y tres veces.

Ella gime. ¿Por qué gime y no grita?

Luego él la levantó y la colocó en la cama con su pecho hacia abajo. Subió su vestido y comenzó a tocarla.

Era repugnante.

Ella me miraba y con su mano hizo un gesto de silencio.

Pobre niña.

La vi despertar. Se veía herida. Sus manos tocaban sus piernas y cuello.

Se levantó y se fue.

Salió del baño unos minutos después.

No la vi comer en todo el día, se la pasó en cama, mirando el techo.

No se movió para nada.

Cuando la noche llegó, el hombre entró a la habitación diciendo algo. Ella se levantó, se quitó la ropa interior, se la dio y se acostó nuevamente.

El hombre se fue.

Noto como él tiene reglas. Espero conocerla, necesito hacerlo.

Pobre mujer.

Todo Y NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora