𝟡

89 6 0
                                        

Esa tarde la observé empacando la mayoría de sus lindos atuendos, sus uniformes, productos y entre otras cosas.

Caminaba de aquí para allá. Tan apurada y desesperada. ¿Yo estaba haciendo algo bien?

Almorcé viendo hacia la ventana, ella estaba seria. Mucho para mi gusto. Recordé a su padre golpeándole, mi cuerpo creó una corriente eléctrica en mi espalda que encendió mis hormonas provocando un pensamiento sucio y un recuerdo satisfactorio para mi cuerpo.

Su cuerpo siendo tocado, manoseado, jodido por ese hombre. Esos golpes, sus manos y el rostro de ella. Tan obediente y sumisa.

Podría tener algo con ella. Aunque yo, sería lo mismo que su padre. La tocaría cuando y como yo quisiera.

Por último sus zapatillaz, tenía muchas por lo cual tuvo que elegir otra mochila. Eso sería bastante, entonces sí estaba dispuesta a dejar todo y mandar a ese hombre al carajo.

Le comenté a mi madre sobre que ella iría a vivir a mi departamento y ella, como otra sumisa sin remedio aceptó.

Todo estaba hecho. Ella terminó y se acercó a la ventana.

¿Quieres venir?.

Rápidamente me coloqué un abrigo y salí de mi habitación a su hogar. Toqué su puerta y ella ya estaba ahí. Me invitó a pasar y lo hice. Una linda casa para personas tan tristes. Ella me llevó a su habitación y me sentó en la cama.

❝Debo pagarte con algo todo lo que harás por mí.❞

Esa sonrisa me aterrorizó. Sus pupilas dilatadas que gritaban “¡Disfruta!”. Se arrodilló frente a mí y abrió mi pantalón. Lo hizo, se lo comió en mi cara, lo disfrutó y no se quejó. Mis manos la tocaron, aproveché y la besé. Sentí lo que él le hacía, entré al cielo y salí del infierno.

Todo Y NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora