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Esa noche no pude dormir.

Ella seguía llorando después de que ese hombre terminara y mi corazón se estrujaba por el simple hecho de que su inocencia corporal era nula.

Tenía ganas de sacarla de allí, tenía que hacerlo, era una obligación y necesidad.

Al despertar escuché una charla entre ellos.

Él le comentaba que iría de viaje, también la amenazaba e informaba que sabía todo lo que ella hacía por lo cual si hacía algo, pagaría. Ella escuchó, en ningún momento habló ni lo miró y él se fue.

Cuando el motor de su auto se alejó de la casa, aproveché la oportunidad y me acerqué a hablarle.

Me ignoró, ni si quiera volteó a mirar pero escuché como sus manos se movían nerviosamente por las sábanas en las que se ubicaba.

Maldita sea.


La miré toda la tarde.

Nuevamente no hacía nada. Su respiración era común, sólo parpadeaba y expulsaba dióxido de carbono.

Joder. La llamé.

❝¿Estarás ahí incluso si hay un eclipse solar y quemas tus ojos?.❞

Volteó sus ojos a mí.

❝¿No dirás nada?.❞

Sus ojos literalmente se volvieron blancos para burlarse de mí.

❝¿Te sacó de allí?. ❞

Me miró bien. Se levantó y se fue al baño.

Todo Y NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora