Green Trunk

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—Hospital Psiquiátrico – Washington 2019—

Escucha los pasos presurosos de aquellas personas que la mantienen cautiva. Sonríe mirando el techo blanco, está recostada en el piso mirando su propio reflejo en él, sí, ha logrado su cometido, nunca creyó que sentiría demasiada felicidad, ya era tiempo, oh sí, el reencuentro estaba cerca, tan sólo debía esperar, la espera, la maldita espera en una condena.

-¿Ahora qué fue lo que hizo? — Escucha la voz de Steve.

-¡Rompió la camisa de fuerza! — Exclama alterada Lucy.

-No entiendo nada en ella — Oye el susurro de Michael — Ha estado aquí tanto tiempo, ¿por qué hasta ahora demuestra tal fuerza? Es extremadamente delgada, nunca se me hubiera ocurrido que lograría tal cosa-

-Ella no es normal — La puerta se abre y mira a los tres enfermeros — Nunca lo fue — Steve la mira con recelo.

-Hola queridos cuidadores de almas pérdidas — Esboza una sonrisa inocente, que provoca escalofríos en los tres enfermeros, ladea la cabeza achicando los ojos, como si fuese una niña, a decir verdad, luce como una.

-Ya sabes lo que debes de hacer sí no quieres que te demos una ducha con agua helada — Advierte Michael — Levántate, contra la pared ahora-

-De acuerdo-

Perezosa en sus movimientos, desesperando y causando miedo en los enfermeros. Se levanta del piso blanco blando, y se queda quieta, observándolos sin dejar de sonreír. Disfrutando el miedo que siempre provocaba en los demás desde que entró a este sitio, hace mucho tiempo. Sin embargo no acata la orden de Michael y mira sus brazos marcados con pinchazos de cientos de agujas que siempre clavaban en su piel para mantenerla quieta, le dolían, aunque ahora, ya no sería así.

-¿Saben por qué antes no rompí la camisa de fuerza? — Cuestiona, su mirada es sombría.

-Te he dicho...-

-Porque no era tiempo — Interrumpe y Continúa — Es decir, han pasado 67 años desde que el Doctor Stain me trajo aquí, he visto las mejoras en el hospital, admito que me agrada el aire acondicionado, el televisor a color, la música ruidosa de los adolescentes afuera, así como el anuncio fluorescente del bar cercano — Suspira — Dios, me gustaría comprar uno de esos aparatos que usan ahora para comunicarse, celulares creo que les llaman — Ríe — Ojalá hubieran existido en aquellos años de libertad, pero supongo que ahora puedo hacerlo-

-Hablas como sí... te fueses a ir — Lucy la ve asustada, y eso le gusta.

-Es lo que haré, mi estimada Lucy — Hace un movimiento, haciendo crujir su columna vertebral, alertando a los presentes — Es el día, tengo que dejarlos-

-Tú no decides eso — Steve menciona con molestia, nunca le gustó la arrogancia de aquella mujer — Hace mucho debiste haber muerto, no entiendo la insistencia de mantenerte con vida-

-Nunca dejas escapar un sujeto de prueba antes de conocer el resultado — Menciona risueña — ¿Acaso crees qué tengo familia quien pague mi estadía en tan precioso hospital? — Ríe — No, aquellos a quienes respetan me mantuvieron aquí, buscando la razón de mi "padecimiento" pero estoy agotada de que me extraigan sangre, y es momento de salir, e ir con ella-

-¿Ella? — Cuestiona Lucy.

-El amor de mi vida — Suspira con gesto enamorado — Y como agradecimiento, les narraré mi historia, y evítenme la molestia de obligarlos a sentarse, porque así como destrocé su camisa de fuerza mejorada, puedo hacerlo con sus cuerpos — Hace una señal con la cabeza para que los tres se sienten en el piso, ellos lo hacen sin entender del todo — Muy bien, siempre he sabido que son chicos listos-

Solo es cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora