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—Presente —

-Dijiste que contarías tu historia, pero lo hiciste desde la perspectiva de Lena — Dice Lucy y yo sólo puedo sonreír.

-La perspectiva de Lena es más interesante-

-¿Pero cómo sabes qué todo eso pensaba? — Pregunta Steve.

-Resulta querido Steve, que una de mis habilidades es la telepatía, puedo saber todo lo que piensan — Ladeo la cabeza sonriéndole ampliamente — Y Lena no fue la excepción aunque nunca se lo dije para no incomodarla-

-Hay una Lena Luthor en Metrópolis — Dice Michael — ¿Es ella?-

-Sí — Me pongo de pie alertándolos — Y es hora de ir con ella-

Uso mis uñas para rasgar la camisa de fuerza, ellos intentan huir para alertar a los demás pero se los impido, colocándome frente a la puerta y arrancándoles la cabeza a cada uno. Veo ahora la celda blanca teñida de sangre y mis manos también, sonrío ampliamente saboreándola cerrando los ojos, y al abrirlos queman, así que al ver mi reflejo en el cristal de la puerta, hay oscuridad en mis orbes sólo mostrando, mis iris azules brillantes. Arranco la puerta que estaba sellada y camino por el pasillo escuchando los gritos de los internos, dementes y peligrosos pero no como yo, así que al llegar al área de seguridad, clavo mi mano en la espalda del guardia despojándolo de su corazón, el cual devoro sintiéndome fortalecida, necesito comer cierta cantidad de corazones humanos para recuperarme, no sé exactamente lo que soy, pero según recuerdo las palabras de los científicos y mi padre, me consideran un monstruo, parte lobo y humano, no un licántropo en sí, porque la plata o todas esas debilidades no me afectan, simplemente tengo ese instinto en mi interior, deseoso a veces de sangre. Arrojo el cuerpo del guardia contra la pared y desactivo las puertas liberando a todos mis apreciables compañeros, que al verme salir sonríen y aplauden, así que hago una señal para que me sigan, y siendo un mayor número, nos deshacemos fácilmente de los Doctores, enfermeros y guardias. En cuanto llegamos al enorme portón, rompo las cadenas y ahora todos estamos libres, cada uno buscando venganza en direcciones contrarias a las mías.

-Hermosa noche-

Extiendo los brazos y los elevo al cielo retando a aquel que permitió mi creación y la del nuevo espécimen. Ellos creen que no sé para que necesitaban mi sangre durante 67 años, pero a diferencia de mí el nuevo se les salió de control, asesinando a los últimos miembros de los hombres de rojo, a excepción de uno. Ella tiene mi nombre, Kara Danvers, pero el mundo la conoce como el peor asesino de la historia, KillerSun, ni siquiera yo me hubiese dado un nombre eso es... pretensioso, pero he de suponer que la crearon de esa manera, y sé que es más fuerte en todo sentido, pero tiene debilidades, aunque es inteligente y ha logrado superarlas.

Después de caminar por horas llego a una tienda de ropa. Atravieso el cristal y destrozo las cámaras de seguridad, caminando entre los atuendos y sonrío al encontrar uno adecuado. Me despojo del uniforme de internos y me aseo en el baño, colocándome esta nueva ropa interior, vaqueros ajustados, me cuesta acostumbrarme pero son lindos. Una camisa de cuadros negros/rojos y por supuesto una chaqueta de piel negra, sonriendo al verme en el espejo y peinar mi cabello, colocándome las gafas negras.

-Perfecto, de nuevo soy yo-

Observo mi reloj de bolsillo, es la hora adecuada, la media noche siempre lo es para vigilar a una persona, sobre todo a una hermosa mujer. Salgo de la tienda y usando mi velocidad corro a través de la ciudad sintiéndome libre, sonriendo al entorpecer a algunos que no pueden verme. Me alejo rápidamente de Washington y llego la famosa Metrópolis, cede del asesino más grande de la historia y probablemente de eras, la niña ha sabido superarse debo reconocerlo. Continúo avanzando y me detengo frente a la mansión donde ella vive ahora, está todo en silencio, y de un salto llego hasta su balcón, la puerta está abierta, probablemente esté esperándola a ella. Ingreso y siento mi respiración fallar, es ella, es Lena. Sonrío con ternura mirándola dormir, camino lentamente hasta hincarme frente a ella, deseando tocarla, así lo hago y mi tacto quema por el amor, me acerco lentamente para besar sus labios, pero entonces siento la presencia de la otra y me apresuro a ocultarme en la oscuridad.

Solo es cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora