P O L A R O I D

Revelar

Ya a pasado un mes desde que mi abuela partió de este plano.
—Soy fuerte y ya lo asimilé, ahora a enfocarme en mi trabajo. -dije con determinación.
Trabajar vendiendo fotos no ganaba tanto como esperé. Fui a ver si esa cafetería de aquella vez tendrá una vacante disponible. Agarre mis llaves, me puse un abrigo y salí del apartamento.

Llevaba conmigo la cámara que me había dado mi abuela, mi plan era que después de preguntar, comprar cartuchos para empezar a probarla. Caminaba por la acera y sentía el frío pasar por mis orejas y esos copos caer en mis pestañas. Era bonito a pesar de todo. Ya había llegado, abrí la puerta y sentí el agradable calor golpearme. El olor a postres recién horneados y chocolate caliente acabado de hacer. El ruido de las pequeñas campanas después de atender a un cliente, escuchar la máquina de expreso me daba escalofríos. Si definitivamente estaba en Boix. Pase y vi que estaba lleno, era viernes además estaba nevando, dudo que no lo estuviera.

—¿Que deseas joven? Tenemos un especial, un expreso con waffles esponjosos y fresas recién cortadas por solo 5.50$. -me decía la cajera creyendo que compraría.

— Oh no señorita. Solo vine para saber, ¿tienen una vacante disponible? -exclamé, intentando no ser grosero.

— Entiendo, por el momento no tenemos disponibles lo siento, pero por lo visto usted viene a menudo, si surge alguna pues le dejaré saber. -me decía con una suave y comprensiva voz.

— Muchas gracias señorita... Pensándolo bien. ¿Podría darme el especial? -dije con un gruñido en mi estómago.

No tenía intenciones de comer pero ¡Dios! Esos waffles con fresas sonaban bien.

— Claro joven... ya anotado, cuando este listo se lo llevare a la mesa.

— Mucha gracias lo esperaré.

Me senté en la mesa. A lo que esperaba saque de mi bulto la cámara que siempre usaba, pensaba tirar una foto hacia la ventana. Esos copos cayendo tiñendo los árboles del parque en un color perla opaco me hacía estar en un estado ambedo. Si, esa palabra describía perfectamente mi sentir.

— ¡Chica!, la cuenta por favor. -decía una joven. No cualquier joven, la señorita color fuego que perturbó mi mente hace un mes, estaba al lado mío.

— ¡Si claro! Deme unos minutos. -exclamó la mesera mientras atendía otros clientes.

Ver esas mejillas rojas por el calor del chocolate me daba un ambiente confundido e
intrigado.

—Este es el momento Thunder -dije en voz baja entre tanto, preparándome para capturar a esas persona tan inusual que apenas veía.

Podría sonar acosador. Pero no lo sentía así, no tenía la intención de algo maléfico o parecido. Ella me parecía algo que no se veía todos los días. Ella con su chocolate caliente, sus zapatillas color crema, clásicos jeans que tenían apariencia de holgados, y un chaleco de cuero color rosa que hacían conjunto con sus zapatillas.

Algo diferente a lo aburrida que es esta ciudad, en definitiva tenía que capturarlo. Me preparaba para tomar la fotografía, sin que se diera cuenta claro, podría parecer un acosador.

—La tengo, espero que quedara bien. -exprese en voz baja mientras esperaba a que se revelara.

La mesera terminó con sus debidos clientes y fue directo hacia la colorada. Pago su cuenta no sin antes dar una mirada hacia mi. No fue una mirada negativa. Solo una mirada de análisis si se podría llamar, ¿confundía ?, ¿Intrigada? Tal vez. Pero desapareció entre la nieve como ave sobre la niebla. Pero de algo estaba seguro, ya se había revelado la foto.

—¡Carajo!- dije al darme cuenta que ella había sonreído a la foto que le había tirado. La paranoia y los nervios invadían mi mente. No sabía que pensar, ni como sentirme en estos momentos.

—Joven, aquí le traigo su expresso con waffles.

—Estupendo, muchas gracias.

—Claro, que lo disfrute. - exclamo la mesera. ¿Se siente usted bien ? - preguntó

—De maravilla, todo bien. -Mientas acomodaba mis lentes.