Gracias.

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Cinque:

Gracias.

Pasado

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Pasado...

Sabes cielito, esto pudo ser distinto; pudimos ser felices sin necesidad de toda esta mierda —confiesa y yo solo tiemblo en mi lugar, no reconocía al chico frente a mí. ¿Pero porque? Si ya se había mostrado tal cual era, arruinó todo lo que alguna vez deseé—, Yo te amo, demasiado. ¡¿Por qué demonios debías dejarme?! ¡¿Acaso no soy suficiente?! ¡¿Acaso no te hago feliz?! ¡Joder! —lanza un puñetazo al aire y luego se lleva las manos detrás de la cabeza-. No me gusta esto, Lía. Yo, no quería esto -susurra.

Muerdo mi labio inferior, no sabía que decir para lograr calmarle. Demonios. Cierro mis ojos un momento y pienso que hacer. Pero mi mente queda totalmente en blanco y los nervios me consumen lentamente.

Nash, por favor no hagas esto —suplico, me odié por ello.

¿Por qué debía suplicar? ¿Qué había hecho para tener que acabar así? Solo me alejé suyo, porque le temía. ¿Y por ello merecía esto? No, tomé la decisión correcta. Él no era la persona de la que me enamoré, terminó por destruirme y dañarme. Le había amado tanto, que al comienzo me negaba a ver la verdad. Golpes, celos, insultos. Lo sé, que ilusa fui. No voy a excusarme diciendo que por amor se perdonan muchas cosas, no; claro que no. Me dejé cegar, creyendo que todo lo que hacía era porque me quería. No acepté a tiempo la verdad y he pagado caro todo ello.

¡Cierra la puta boca, zorra de mierda! —me grita y me hago más pequeñita en mi lugar—. Ahora seremos tú y yo, nadie podrá cambiar eso. ¡Nadie! —me espeta y le hace un gesto a uno de sus hombre, quien sale de la habitación y luego entra arrastrando a alguien.

Mis ojos se inundan en lágrimas en cuanto lo reconozco, tenía que ser una jodida broma. No, no y no. No podía ser verdad, mierda.

Papá... —sollozo.

¿Por qué hacía esto? Él no tenía nada que ver en nuestros problemas, deseaba que le dejara fuera. No quería que le hiciera daño, no lo merecía. Por amor a los dioses, solo rogaba porque saliera ileso.

Me alegra verle, suegro —le dice a mi padre y una sonrisa lobuna se adueña de su rostro, la misma que me da mala espina—. ¿Lía, cariño; te contó del dinero que me debe? —me pregunta y mis ojos se abren ante la sorpresa de sus palabras.

¿Me esta vacilando? Observo a mi padre, esperando que niegue aquello; que grité que no es cierto. Más no sucede y no puedo evitar llorar con más fuerza. Joder. ¿Qué has hecho?

DestrúyemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora