Cuando Vania se durmió, ella sólo pudo poner la cabeza en las rodillas, contemplándolo a su lado con angustia. Admiraba su belleza, su calidez. Lo que habían vivido hasta ahora era enorme. Cada palabra y acto tierno entre ellos la envolvían gritándole que él no era malo. Acababa de hacerle el amor suavemente, siempre era gentil, ¿Cómo?
Estiró el brazo para pasarle el índice por la mandíbula. ¿De verdad iba a hacerlo? Cerró los ojos, armándose de fuerzas para seguir, disculpándose, temiendo a toda la situación.
Tras vestirse, buscó a Eltrear, que estaba, finalmente, en la cocina del hogar, bebiendo del ron más fuerte de la casa.
Maeda se sentó silenciosa a su lado, rígida y con su felicidad dependiendo de él.
—Has acompañado a Vania en sus viajes raros—murmuró duramente—me vas a decir todo.
El antiguo comandante fijó la vista al frente, sin ninguna reacción.
—Sabía que esta conversación sucedería. Necesitas esto—Eltrear llenó otra copa con ron y se la tendió.
—Estoy embarazada—los ojos cansados del hombre se llenaron de burla.
—Si es de Vania no creo que le suceda nada—resignada lo aceptó, dejándolo en la mesa.
—¿Dónde está Alin?—dijo estudiando la copa.
—Lejos, dice que Vania es demasiado poderoso, notaría su presencia, y que no es humana...—bebió un trago de ron, arrugando la boca mientras se servía otro—me demostró que no lo es. Una chica linda, pero prefiero el tiempo en el que sólo habíamos humanos.
—Tú le gustas—él detuvo sus movimientos, mirándola de reojo.
—No importa, si moriré pronto—bebió más y más con Maeda impacientándose.
—¿Por qué?—él pareció quedarse en blanco, sin pestañear ni moverse, entonces, sólo entonces, se llevó el dorso de la mano a la cara soltando un gruñido brusco al tratar de no llorar.
Maeda, que no podía de la sorpresa, puso su mano en el hombro del soldado.
—No aguanto más, no puedo—gruñó negando—es mi amigo, pero esto es demasiado.
—Di-dime...
—Algo le pasó, no es el mismo, hace cosas, cambia. Ve a la gente como nosotros vemos a las vacas, y tiene razón porque es superior, pero...
Eso la estremeció.
—¿Qué está haciendo?
—Comer, esclavizar. Lo conocí toda mi vida y ese no es Vania, pero Alin se empeña en decirme que sí, que el que conocí no era el real. ¿Cómo te trata a ti?—gimió limpiándose la nariz de un manotazo.
Haakon dijo la verdad.
Él lo hacía, el amor de su vida era la bestia que tanto se negaba a aceptar.
Maeda no tenía la más mínima duda:
—Mejor que nadie—aspiró aire, viendo a su alrededor intentando organizar sus pensamientos, el mareo llenándola—conmigo sigue siendo el mismo.
Eltrear la miró con ojos de cachorro.
—O sólo finge, no te engañes; siendo tú humana, ¿crees que algo como él, te mira como su igual? Tienes que ayudarnos a detenerlo, eres su mujer, contigo es el único lugar donde está medianamente indefenso—se pasó la mano por el cabello—guardo un veneno...
Fue un puñetazo en sus tripas que la hizo abrir los ojos de par en par.
—¡No!—encuadró los hombros—¡Nunca! Y lo siento, pero si tengo que elegir un bando, no es el tuyo—dijo bajándose del taburete sin dejar de mirarlo.
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AZUL ARDIENTE |Completa|
RomancePara salvar a su pueblo de ser masacrado, Maeda es entregada a un hombre que acaricia con sangre y lleva muerte hasta en sus besos. Mientras suplanta a la difunta princesa para salvarse, ella tendrá que enfrentar el mundo sobrenatural y traicionero...