CAPITULO CINCO: MAR DEL ESTE EMBRAVECIDO.

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Para cuando termino la junta, todos lo miembros se despidieron y tomaron diferentes rumbos, con excepción de Nie Mingjue y Jin Guanyao, quienes se mantenían en una intensa batalla de miradas, Mingjue nunca había confiado en el hijo bastardo de Jin Guanshan, un hombre que solo se había permitido consumirse en sus excesivas pasiones y en sus vicios desequilibrados, aún recordaba cuando había tenido que enfrentarse precisamente al padre de Guanyao, porque había intentado llevar a cabo un golpe de estado en contra del quinto rey de Tzaría. Para esa época las cosas eran muy confusas y el aparecimiento de Meng Yao, el cual era su nombre mucho antes de pertenecer a la familia Langling Jin, fue uno de los sucesos más problemáticos y escandalosos de todos. Pese a todo esto, Mingjue quiso mantener un poco de fe en el pobre bastardo huérfano que solo ansiaba la aceptación de su padre, sin embargo nunca logró congeniar con los métodos y la mentalidad individualista que poseía Meng Yao, al final simplemente se rindió y decidió que ese tritón aparecido no era más que un cabo suelto de Jin Guanshan. Saliendo de sus pensamientos, enfrento de una vez a Meng Yao, quien mantenía una mirada decidida y una sonrisa burlesca en su rostro. Simplemente lo odiaba.

-Habla de una vez, ¿qué quieres? -inquirió molesto, mientras cruzaba sus brazos a nivel de su pecho, su mirada no se había apartado en ningún momento de él, y aunque aún sentía algo de recelo al respecto, Mingjue estaba seguro de que Meng Yao no podría ganarle nunca.

-Querido Mingjue, ¿no crees que últimamente estás siendo demasiado irracional respecto a tus ordenes? -comento amablemente, mientras nadaba un poco más cerca del imponente tritón.

Ese acercamiento molesto a Mingjue, pero no se permitió en ningún momento alejarse del lugar en donde estaba, si retrocedía solo demostraba incomodidad y debilidad, cosa que nunca iba a suceder. Manteniendo su postura enfrento al pequeño tritón.

-Es acaso algún problema que deba resolver contigo, mis decisiones solo me conciernen a mi, Meng Yao. -respondió sarcástico, el tritón más pequeño mantuvo una helada sonrisa plasmada en el rostro, mientras se detenía a unos cuantos centímetros de Mingjue.

-Varias veces te he dicho que no me llames así, ese no es mi nombre, me debes respeto.

-Yo no te debo nada, en todo caso serías tú, el que me debes a mí, gracias a mí es lo que eres y fue por mi mano que lograste entrar a ser parte de le Mesa Astral, no olvides quien eres, un simple hijo de puta. -sin querer perder más el tiempo, Mingjue se dio media vuelta y se dirigió a la salida más cercana.

Nunca había tratado a Meng Yao de esa forma, pero no aguantaba el que constantemente lo estuviera retando, nunca estaría a su nivel como para considerarlo como tal. Esperaba el día en que se diera la oportunidad para expulsarlo de la Mesa Astral, ese había sido su mayor error, permitir que lo embaucara para que le apoyara. Antes de poder salir un apretón en su brazo derecho provoco que su atención regresara al otro tritón, el cual le había seguido y mantenía un férreo apretón en su brazo.

-Retráctate.

-Yo nunca me retracto de mis palabras. – argumento con calma, aunque por dentro no sentía nada de esa calma pétrea que estaba demostrando mantener. Deseaba mandar lejos a Meng Yao y seguir con la búsqueda.

-Deberías hacerlo, me has faltado el respeto. -asevero Jin Guangyao, con una mirada oscura posada en Mingjue.

-No lo haré, siempre tendrás que ser reconocido por lo que eres, un bastardo hijo de puta. -dijo con cizaña. -que con algo de suerte llegó a ser quien es.

Mingjue se soltó del agarre de Guangyao y prosiguió a salir, sin duda deseaba golpear algo, las cosas no estaban saliendo como él deseaba y a cada tanto, iban empeorando. Antes de seguir con el hilo de sus pensamientos, un eco reverberante atacó sus oídos, rápidamente se dio media vuelta y enfoco su mirada en Meng Yao, quien había lanzado un cantico de ataque.

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