EXTRA: CANTUS AT LUNAE LUMEN.

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"Cuenta la leyenda, perdida ya en el tiempo, de un amor tan incondicional que hasta en los confines del mundo se escucho su historia. Un amor lleno de entrega y esperanza, el anhelo de dos amantes. Si bien es una leyenda, pocos saben de su origen, o de donde vino o quien lo conto primero, solo se conoce la esencia misma, la cual es mucho más vieja que el tiempo, dicen algunos que eran dos amantes trágicos, que nunca conocieron un final, que vagan por el mundo ansiando el esperado encuentro, otros hablan de un amor no correspondido, la locura y el deseo, y la muerte aliciente para tal tragedia, cuentan unos más, los más osados y los que tienen imaginación, que ni siquiera eran humanos, que la historia que un día se contó solo era un canto que alguien escucho y con una tristeza infinita se contó. Nadie sabe como es, ni de donde vino, pero si les relatare un poco de lo que he aprendido..."

-Lunae Lumen.



CANTUS PRIMUS: GELIDA TU EXAUDIES IN MARI SUPERINDUI CUPIENTES.

                                               (PRIMER CANTO: ¿OYES EL ANHELO DEL MAR HELADO?)

La noche del nacimiento más esperado, era tranquila y despejada, la luna se alzaba en el cielo y las estrellas titilaban en el vasto firmamento, el océano se mecía al compás del ligero viento que soplaba. Reunidos todos, en la playa, una alta humarada, proveniente de una fogata se alzaba en forma de columna, canticos de alegría y música de jolgorio reemplazaba la tranquilidad, quien observara desde otra perspectiva podía ver, como un grupo de personas, bailaba alrededor del fuego, con elaboradas mascaras y túnicas de colores diversos. la tribu de Lunae celebraba el nacimiento de su nuevo líder, un varón sano, que, bendecido por la luna, puesto que la noche tranquila y la luna llena eran signos de abundancia para el futuro reinado, se convertiría en el primer líder que estaba tocado por la Diosa Lunae. Una marca redonda adornaba su pequeño brazo, símbolo de la bendición otorgada. Con la fe renovada la fiesta continúo, sin embargo, se podía observa a una joven apartada de la multitud, con ojos abnegados de lágrimas, que observaba fijamente a la madre con el niño en brazos. Un hombre se les acercó y con una sonrisa llena de felicidad le regalo un beso a la mujer y tomo con sumo cuidado al pequeño infante, palabras salieron de sus labios, orgullo en su mirada, delicadeza en sus gestos. Sin duda un padre orgulloso de su primogénito. La joven sollozo aún más fuerte y sintió como todo en su interior se desvanecía, con un renovado sentimiento, salió de la oscuridad y atravesó el claro, ignorando a todos aquellos que le invitaban a bailar, mantuvo su mirada fija, la determinación latente en cada uno de sus pasos. Cuando estuvo cerca a la feliz familia, levanto las manos al cielo y hablo en las antiguas lenguas, todo se silenció, y el viento se acrecentó, la llamarada se fortaleció y chispas volaron alrededor, el primer grito acrecentó la histeria colectiva que se generó. Chillidos de angustia y llantos de pena, la joven observó como los guardias se acercaban y como la madre se levantaba de su sitio y tomaba en brazos a su hijo, aunque corrió, ella se mantuvo firme, continúo con el cántico. Con el llamado y con el sentir de las fuerzas ancestrales inundar su cuerpo. No sobreviviría, pero no importaba, era un trato justo. Aunque intentaran detenerla, una especie de manto le impedía a la muchedumbre acercarse, aquel que le tocaba se quemaba. A la lejanía escucho como alguien le gritaba, como alguien le intentaba hablar, pero no serviría de nada. Obtendría su venganza. El canto aumento y aunque había perdido de vista a la madre sabía que esta se dirigía al agua. Era un suicidio, el agua estaba helada, y los primeros vestigios de invierno se podían sentir, calando en sus huesos, destrozando sus órganos, y escupiendo sangre, camino hacia el agua, siguiendo a la madre.

La madre sollozaba y lanzaba plegarias a la Diosa, gimoteando suplicaba por su hijo. Sabía quien era la joven, sabía porque le perseguía, pero no se iba a dar por vencida. No era su culpa lo que paso. Cuando estuvo a la orilla del agua, observo a su hijo, calmo y con una mirada fuerte, sería un excelente líder, no podía morir, no iba a permitir que sus alas fueran cortadas. Apretando su agarre, camino hacía el mar en calma, el agua fría calo en su piel, pero no impidió que continuara su marcha, su hijo estaba bendecido por la Diosa, esta lo protegería, continuando con su caminata, empezó a entonar una canción, una ligera risa, como el suave aleteo de un canario, emano del pequeño, el cual enfoco su mirada en el cielo. Las estrellas se movían y brillaban, en una danza interminable, levanto sus pequeños brazos al cielo e hizo el amago de agarrar una estrella. El canto aumento de volumen, la marcha continúo, cerca escucho la madre, como la joven cantaba también, en una lengua antigua. Lengua de muerte, le había dicho su madre, magia oscura y llena de perversión. Una bruja maligna. Cuando llego más allá, ya no sentía casi sus pies, el agua le llegaba hasta más allá de la cintura, y con sus temblorosos brazos elevaba a su hijo hacia donde la luna se reflejaba en el mar. La luz de luna baño al infante, palabras iban y venían, suplicas de una madre angustiada. A la lejanía un canto se escuchó, una respuesta a sus plegarías, con un último aliento, la madre se sumergió en el agua, con el bebé entre sus brazos....


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