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Las puntas de sus labios se alzaron levemente, estiro el cuerpo entero y dejó salir un pequeño suspiro. Estaba agotada. Apenas unos segundos atrás había acabado y liberado al de bandana naranja para que fuera trás de Fugo como un niño pequeño.

Aquella tarde regresaron exhaustos de cumplir una misión. Sus cuerpos se encontraban magullados y tenían leves rasguños en la cara. Simplemente el desastre del que siempre tenían que encargarse después de un exitoso día de trabajo.

Narancia fue el 'último' joven al que tuvo la amabilidad de ayudar a tratar sus heridas y nunca había pensado que vendar el brazo de su tierno amigo sería un hecho tan complicado. Fugo solo veía divertido el sufrimiento ajeno y eso empeoraba el que Narancia se quedase quieto. Ignorando con todas sus fuerzas las constantes peleas que esos dos iniciaban.

Sus intenciones una vez finalizada su tarea eran ir directamente hacia su habitación y darse una bien merecida ducha para poder dormir cual bebé toda la noche pero su mente no podría dejarla tranquila si no hasta verificar que él se encontrara en perfecto estado.

Tocó la puerta y sin esperar respuesta alguna entró a la habitación. El joven mafioso estaba frente al espejo de cuerpo entero, sin la parte superior de su elegante traje y aquél bralette de encaje encima. Intentaba sanar las heridas de su espalda con ayuda de algunas pinzas, parecía estarla pasando mal. En su torso desnudo habían leves heridas aún con sangre fresca que la preocupo, sticky fingers se había encargado de cerrar unas cuantas para evitar la perdida de sangre pero si no se encargaban inmediatamente de aquello podrían llegar a volverse graves.

Los ojos marinos se posaron en ella, no se sorprendió al verla ahí, solía ser así siempre, venía a curarle las heridas una vez terminaba con los demás, a pesar de ser el único en poner resistencia y negar de su ayuda.

一 ¿Por qué no me esperaste?一 su momentáneo enojó había sido reemplazado por preocupación y ligera tristeza

一 Ya es tarde, deberías descansar

Ignorando su petición se acercó a él mientras buscaba gasas para desinfectar las heridas, primero comenzaría con su rostro. Los ojos azules no la dejaron en ningún momento. Estaba a punto de tomar el mentón del mayor para empezar a sanarle pero fue detenida. Su mano quedó atrapada entre la de Bucciarati.

一 Ya te he dicho que no es necesario一 volvió a mirarla firme y autoritario haciendo que los ojos contrarios brillaran con tristeza

一 Quiero hacerlo- apartó la mirada apenada por el reciente rechazo一 es lo mínimo que puedo hacer por tí一 susurro tímida

El joven suspiró.

一 ¿No piensas ceder?一 casi rendido pudo ver como la chica negaba con la cabeza, volvió a suspirar y soltó por fin su mano.

Bucciarati se sentó en el pie de la cama para facilitarle el trabajo a la de baja estatura. La chica empezó por desinfectarle los rasguños de la cara. Esos momentos se le hacían eternos y difíciles, siempre evitaba dar miradas de más hacia los rasgos masculinos de su jefe, Bruno desprendía un aura tan elegante y masculino que hacía derretir su pobre corazón.

Estaba nerviosa, los ojos marinos se hallaban abiertos, atentos a las atenciones que sus manos le proporcionaban. Trataba de que la cercanía no le afectara y que su sonrojo no se hiciera aún más evidente pero todo esfuerzo era inútil. Y a juzgar por la sonrisita en los labios de Bucciarati parecía estar disfrutando de aquél poder que tenía sobre ella, dejó salir una suave carcajada al ver que las pequeñas manos dejaron caer por error la gasa al suelo, todo por culpa del tonto nerviosismo

一 Lo siento一 se disculpó avergonzada agarrando otra gasa de la pequeña bolsa

Con su mano derecha acarició la cabeza de la chica, tratando de tranquilizarla, como si de un cachorrito se tratase.

La fémina volvió a tomarle por el mentón aprovechando la poca altura que los diferenciaban, tenía que bajar levemente la cabeza gracias a que él estaba sentado. Sin poder evitarlo más, lo miro a los ojos, desviando su atención poco después al pequeño mechón negro que estorbaba en el rostro masculino, con delicadeza lo colocó tras de su oreja. Y de manera inconsciente su pulgar se escabullo para acariciarle la mejilla, Bruno cerro por un instante los ojos, disfrutando del tacto.

一 Estás cansada一 afirmó al ver el agotamiento que reflejaban sus orbes

一 U-un poco一 se sincero mirándole apenada

一 Puedes retirarte, yo seguiré con lo que falta

一 ¡No! Esta bien, y-yo puedo seguir

一 Estas excediendo tu energía conmigo, ya te dije que yo puedo continuar

一 ¡P-pero eso no me molesta! para nada, me gusta pasar el rato contigo y ser útil para ti

一 ...

Cuando se dió cuenta de lo vergonzosa que se había escuchado aquella respuesta que soltó por accidente, se congeló. Ella fue la primera en romper el contacto visual, estaba avergonzada y creía que su rostro explotaría

一 Y-yo... Eh一 balbuceó buscando las palabras para tratar de remediar su nueva metida de pata

一 Está bien一 soltó al verla tan nerviosa para hacerla sentir segura, tratando de apaciguar aquella incomodidad que se había creado en el ambiente.

La chica pudo sentir cómo Bucciarati la consolaba acariciándole de nueva cuenta la cabeza.

一 Te entiendo

Esas dos simples palabras fueron el detonante para que su rostro estallará y formará una paleta con todas las tonalidades rojizas existentes. Era demasiado para su corazón, la gentileza con la que su mano le acariciaba el cabello y la sonrisita devastadora con la que soltó lo recientemente dicho. Aquél apuesto y joven hombre acabaría por completo con ella.

𝙨𝙪𝙧𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚𝙧 ㅡ 𝘣𝘳𝘶𝘯𝘰 𝘣𝘶𝘤𝘤𝘪𝘢𝘳𝘢𝘵𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora