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El brillo de la luna resplandecía e iluminaba con intensidad el gran salón de evento, música clásica se escuchaba de fondo satisfaciendo el oído del público. Varias parejas se dejaban llevar por el son, bailando en la enorme sala del centro bajo un precioso candelabro.

Solo irían a vigilar. Tenían la estricta orden de estar alertas ante cualquier manifestación mínimamente sospechosa. Esa era la misión de aquella noche. Debían disimular ser invitados, vestidos con elegantes trajes para escabullirse con facilidad.

El trabajo fue rápido, habían encontrado al objetivo y llevaron todo acorde al plan con discreción para no generar pánico entre los presentes.

Misión cumplida. Ahora podían disfrutar un poco y cenar algo antes de regresar a casa. Tan pronto Bucciarati les notifico aquello, Narancia no perdió ni un segundo y arrastro consigo a la chica, alegando que la pasarían genial juntos.

Toda la pandilla había seguido al de bandana naranja, dejando atrás a Bruno quien fue detenido por un capo.

Era una velada tranquila. Los chicos y ella aludían asombrados la resistencia que Abbacchio le tenía al alcohol. El albino ya iba para la décima copa, mostrándoles a los mocosos con el pecho inflado de orgullo y una sonrisita socarrona aquél don que su pasado trágico le había podido otorgar.

No fue hasta que a Mista se le ocurrió la grandiosa idea de competir. Buscando un buen rival para Abbacchio empezaron a beber sin temor alguno, después de todo estaban dentro de una organización donde la edad parecía no importar y beber un poco bajo la 'supervisión' de Abbacchio era lo de menos.

Pero todo se les fue de las manos en cuanto cayeron rendidos, Abbacchio se había cansado de ellos y los había dejado solos después de unos cuantos tragos.

Fugo y Narancia parecían no cansarse de discutir por cualquier tontería, y Mista se encontraba llorando al observar las cuatro copas restantes en la mesa.

...

一 B-bucciarati

El nombrado al oir su voz, aún con la copa en mano, volteó a verla. Y sin poder reaccionar a tiempo, fue envuelto con bastante cariño por unos delgados brazos.

Él abrió los ojos, sorprendido. E importandole poco que la chica estuviera haciendo aquella escenita frente a dos de sus superiores se retiro con ella en brazos, no sin antes disculparse cortésmente.

Asentó la copa en la mesa más cercana para centrar su agarre en la pequeña figura. Las miradas no se hicieron esperar en ellos cuando pasaron por un cúmulo de personas, unos pertenecientes a la organización y otros no. Bucciarati ignoraba los pares de ojos al pasar, cubriendo sutilmente el rostro de su subordinada por seguridad.

La chica no era catalogada una novata pero tampoco llevaba demasiado tiempo para ser considerada una veterana dentro de passione y por ende, al pertenecer al equipo de Bucciarati -quienes eran reconocidos y estaban la mayor parte del tiempo en el ojo de otros mafiosos- debían ser bastante cuidadosos con la identidad de la menor.

A parte de la pandilla, eran muy pocos los que sabían de ella. El peli-negro no quería involucrarla más en el mundo del narcotráfico. Se negaba rotundamente a ello, suficiente tenía con permitirle unirse a su equipo y mandarla a misiones siendo una 'mocosa'.

Una vez llegaron al jardín trasero, la soledad y el el frío viento de la noche se hizo presente en el ambiente, la dulce melodía de la música ahora era casi era nula. Todo en esa mansión parecía haber sido diseñada con la palabra enorme en mente, sin esfuerzo alguno cualquiera podría llegar a perderse.

La chica volvió a rodearle, ésta vez enganchándose del cuello, restregando su cara en el pecho y aspirando su aroma sin vergüenza alguna. Olía muy bien aquella noche.

𝙨𝙪𝙧𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚𝙧 ㅡ 𝘣𝘳𝘶𝘯𝘰 𝘣𝘶𝘤𝘤𝘪𝘢𝘳𝘢𝘵𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora