Había salido sola y de imprevisto, buscando por el mercado del puerto de Nápoles unos cuantos suministros que ya les hacían falta.
Realmente las compras no eran únicamente responsabilidad de la fémina, todos se dividían el trabajo, las tareas del hogar iban rotando de persona a persona, y aunque muchas veces solo recaía en manos de una sola, a nadie dentro de la pandilla le era una molestia ayudar al otro, y mucho menos cuando se trataba de secundar a la única presencia femenina entre ellos.
Esta vez le había tocado abastecer la alacena de víveres que ya no tenían a su disposición, su pequeño amigo de bandana naranja había quedado en acompañarla y apoyarla con el montón de bolsas durante el camino, pero tanto ella como el oji-violeta no contaban con que esa misma tarde tendría una pequeña misión de la cual debía encargarse en compañía de Fugo.
Sin embargo, Bucciarati, quién a pesar de estar ocupado, había acudido a relevar a Narancia, con el inconveniente de que solo podría acompañarla al finalizar con un trabajo cerca de la zona.
Odiaba admitirlo, pero sin la compañía de Narancia su estado de ánimo se vió levemente afectado, en estos momentos estaría pasando un rato agradable, tal vez comiendo un helado o haciendo una que otra travesura, entre bolsas y risas. Sus dedos ardían, el peso que sostuvieron sus manos no fue ligero y aunque ya había terminado con el trabajo más tedioso y ya había llegado al punto de encuentro, aún le faltaba esperar la llegada de cierto peli-negro.
Paso un largo rato donde solo pudo quedarse parada sin tener alguna otra alternativa. Notó lo poco concurrida que era aquella zona y en algún punto de su aburrimiento se descubrió así misma buscando formas en las nubes. De esa manera se mantuvo dentro de la burbuja de su tranquilidad hasta que Bucciarati se encontró de camino, observándola desde la distancia de su recorrido, parecía distraída, recostada en el muro de piedra esperándole justo como él le había pedido tras una breve y rápida llamada, vió que junto a sus pies se hallaban algunas bolsas donde suponía había lo necesario para sobrevivir durante un buen tiempo.
En la mañana no se habían podido ver, ambos muy ocupados en sus propios asuntos, últimamente las semanas se ponían pesadas y junto a ellas el trabajo. A penas tenían tiempo para convivir juntos.
Seguidamente de un saludo breve, un par de sonrisas y una disculpa por la tardanza de parte del mafioso, Bucciarati se agachó para hacerse cargo de las compras esparcidas por el suelo.
一 ¿Algo más que haga falta? 一 preguntó después de hacer uso de Sticky Fingers para deshacerse de las bolsas y así disfrutar de un camino ligero a casa. La vio negar levemente ante su interrogante, algo agotada para darle una respuesta en voz alta.
Fue ahí donde se percato, notó algo diferente, había algo nuevo en su aspecto y claramente no podía dejar pasar ese detalle. Todavía en el mismo lugar donde había acordado de verla, la detuvo en un instante antes de que pudiera escapar de su rango, dejándola inmóvil con la espalda aún en la pared e invadiendo su espacio personal para poder mirarle de cerca.
一 ¿Uh? ¿Qué es esto? 一 pregunto tomándola del mentón con delicadeza, alzando levemente su rostro para analizarla y acercarla aún más a él.
La fémina se sintió nerviosa, un tanto invadida también, sus mejillas empezaron a quemarle cuando notó el reducido espació que sobraba en ambos.
一 ¿De q-qué hablas?
一 ¿Brillo? 一soltó en un susurró que era más para sí mismo, orbes perdidos en los labios contrarios que parecían brillar de manera tierna.
一 ¡Ahh! tenía los labios resecos y...一balbuceó esquivando la mirada del rostro masculino y encogiéndose en su lugar al sentir la mirada de Bucciarati intensificarse一 b-bueno, Abbacchio me regalo un bálsamo, es solo un poco de brillo, aunque al principio él quería obligarme a usar uno con pigmento lila pero Narancia intervi...

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𝙨𝙪𝙧𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚𝙧 ㅡ 𝘣𝘳𝘶𝘯𝘰 𝘣𝘶𝘤𝘤𝘪𝘢𝘳𝘢𝘵𝘪
Roman d'amour𝘴𝘦𝘳𝘪𝘦 𝘥𝘦 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘺 𝘥𝘳𝘢𝘣𝘣𝘭𝘦𝘴 𝙗𝙧𝙪𝙣𝙤 𝙗𝙪𝙘𝙘𝙞𝙖𝙧𝙖𝙩𝙞 𝘹 𝙤𝙘 ©tsuki𝐝𝐚𝐢