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El español soltó un suspiro. Sentado en el sofá de su casa, tranquilamente tomando un vaso de tinto de verano, España miraba a través de la ventana, suspirando de vez en cuando, mientras que sostenía el recipiente suavemente, sin ejercer mucha presión. Su pelo, largo y rizado, atado en un moño bajo bastante despeinado, botaba a cada cabeceo que el chico de rojo y amarillo hacia. Entonces, bajó la mirada al collar que llevaba, el cual cogió suavemente con su mano. La chapa en la que finalizaba el collar, marcada con una cruz en ella, era un regalo que su padre le había hecho antes de morir, y no, no me refiero a la España franquista ni a la España republicana. De quien estoy hablando es del imperio español, un soldado fuerte y valiente, pero también muy odioso. Pero, al contrario de lo que debería hacer, el collar le recordaba a su madre, el Reino de Castilla, la cual le miraba siempre con una dulce sonrisa, y la cual le cantaba las canciones en castellano antiguo que tanto le gustaban, y la cual murió de una forma desdichada. Sonrió muy suavemente, dejando caer el collar de nuevo sobre su pecho y, otra vez, a la ventana, al exterior, por donde varias personas pasaban sin dar importancia a nada. De repente oyó que alguien llamó a la puerta.

España bufó algo molesto, mientras que dejaba el vaso en la repisa de la ventana y se levantaba con lentitud y molestia, como si realmente no quisiera abrir. Bueno, era bastante obvio que quería pasar la tarde solo, y no esperaba visita alguna, por lo que por su cabeza rondaba quien podría ser. ¿Acaso era alguno de sus primos? ¿Tal vez Portugal, quien venía a darle una visita sorpresa, como hacía de vez en cuando? ¿O tal vez Francia, con quien siempre tomaba una taza de vino y charlaban de Rumanía, al cual "maltrataban" un poquito, pero siempre desde el cariño. Al fin y al cabo eran familia.

Pero no, ni uno ni la otra. A quien encontró cuando abrió la puerta fue, nada más y nada menos que a Cataluña, a la cual también llamaba Cata, cariñosamente. Había sido una de sus primeras hijas, muy valiente y de la que estaba orgulloso, aunque siempre fuera algo rebelde. Ésta se veía enfadada, con su típica vestimenta del pañuelo con la bandera independentista catalana atado a la cabeza, su cabello corto pero suave deshecho, unos vaqueros de color gris oscuro rotos por las rodillas y una camiseta blanca normal, encima una chaqueta. Sus brazos estaban cruzados, y su ceño fruncido, mientras que su mirada estaba ligeramente oscurecida, sus ojos turquesas apenas visibles. La dejó pasar, y ella se sentó en el sofá con tranquilidad, mientras España miró al cielo, y cerró la puerta, dirigiéndose a sentarse sobre la butaca que enfrentaba al sofá donde ella se sentaba.

- Espanya, tenim que parlar (España, tenemos que hablar) - dijo ella, su tono de voz más bien tranquilo, lo cual le extrañó mucho. No sabía cómo iba a acabar la cosa, pero tenía algo de miedo, por si las cosas acababan en alguna discusión.

- Dis-me, noia. Què passa ara, dolçor? (Dime, niña. ¿Qué pasa ahora, cariño?) - el chico le preguntó de vuelta, sonriendo de forma algo nerviosa, mientras que intentaba ocultarlo jugando con un mechón de pelo que se le había soltado, rodándolo con su dedo índice, mano izquierda.

Afuera había empezado a llover, y las gotas golpeaban contra el gran ventanal de cristal que daba al salón con algo de fuerza, ya que el aire lo empujaba contra él. Su intuición le decía que algo malo iba a pasar, y, mira si acertó, que hasta Cataluña abofeteó la cara de su padre, pero aún no hemos llegado a ese punto, así que continuemos.

- Si tu no em donis la independència que porte demanant-te des de que tenia divuit, no hi tindré més remei que agafar-la per la força. (Si no me das la independencia que llevo pidiéndote desde los 18, no tendré más remedio que cogerla a la fuerza) - Habló Cataluña, mientras que sus dedos se movían con impaciencia de arriba a abajo, como suaves "taps" sobre su brazo, de piel amarilla.

El español suspiró, mirando alrededor un momento, y luego su vista volvió a caer en Cata, quien le miraba con el ceño algo más fruncido que anteriormente. Entonces, éste soltó una pequeña sonrisa y habló, con su voz, dulce pero a la vez algo grave.

- Cata, sabes que no puedo hacer eso. ¿Si te vas del país... Qué sería de ti? No podrías mantenerte a ti misma, a los otros habitantes les faltarían recursos para vivir, y sabes que la Unión Europea no te dejaría entrar en la organización... Ya viste lo que pasó durante el 155, de verdad quieres que eso se vuelva a repetir? - dijo, con tranquilidad en su voz. Prefería no alterarse de momento, ya que sabía que a continuación de decirle eso, Cataluña se enfadaría aún más, y le alzaría la voz, cosa que no quería pero tampoco podía evitar.

La chica se levantó, adoptando una postura tensa que podía divisar se a quilómetros de allí. Mientras le miraba desafiante, su padre aprovechó para levantarse de la butaca y estirarse levemente, lo cual molestó a Cata, y provocó que estallara.

- Eres un cap de suro, Espanya! No vaig a acceptar-te com el meu pare en la vida, i ja pots dir missa. Donç, ves-te'n a la merdíssima merda. Ja veig pe que no li caus a ningú. (¡Eres un cabeza corcho, España! No te aceptaré como mi padre en la vida, y ya puedes decir misa. Así que, vete a la mismísima mierda. Ya veo por que no le caes bien a nadie...) - La chica concluyó, mirando a su padre con odio, decepción y furia, pero sobre todo, Odio era lo que llenaba su mirada.

El español bajó la mirada, mientras que la otra se le acercó, con lágrimas en los ojos, no queriendo entender las palabras de su padre, el cual intentaba convencerla de que lo que ella iba a hacer no iba a servir para nada. Entonces, levantó su mano y le dió una bofetada al español, mientras que el sonido retumbó por toda la casa, y los sollozos de la chica aumentaban con levedad. Éste se quedó inmóvil, sintiendo como escocía el golpe en su mejilla, y como la chica, enfadada y llorando, se alejaba de él, abriendo la puerta de la entrada y cerrándola de un portazo, mientras que caminaba bajo la lluvia y España la observaba desde el ventanal del salón, donde se había quedado plantado en el sitio.

- Ja veuràs com t'arrepenteixes... (Ya verás como te arrepientes...) -dijo la chica, entre sollozos, mientras se alejaba del jardín de aquella casa y salía de la vista de su padre.

Volvió a suspirar, y se sentó de nuevo en la butaca, recostándose en ella mientras se cubría la cara con sus manos, y de repente, proponiéndole un golpe al sujetabrazos del sillón, soltó un insulto hacia sí mismo.

- ¡Mierda! -gritó, enfadado consigo mismo por no poder detener a la otra de intentar conseguir su independencia. Estaba cansado ya de tanta súplica por su parte, y sabía que, si conseguía la independencia, nada bueno iba a pasar.

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1222 palabras, no está mal xDD

Bueno, aquí está el primer capítulo y no, no serà la última vez que veamos a Cata en esta historia.

Lo bueno de ser valenciana es que al menos no me hace falta el traductor para escribir en catalán, y si, ya se que alguna palabra la habré puesto mal, pero dejadme-

Y bueno, ya veréis el próximo cap uwu
Pobre España, intentando ser un buen padre y nada, no se puede-

No Te Vayas, Por favor. (Country Humans España) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora