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Esperaba tus llamadas nocturnas, esperaba que te acercaras a mí en el salón de clases, que me mandaras un mensaje o algún tipo de señal de que aún me recordabas. Pero parecías olvidarme poco a poco, como hace un par de meses. Aunque esta vez, tenías una razón en concreto: tu novia. ¿Por qué se molestaba si tú no sentías nada por mí? Jamás fue mi intención hacerla enojar, ni tenía nada en contra suya. A mí me ponía muy feliz que te hiciera sonreír, pero odiaba cuando venías triste porque habían peleado y ella no parecía poner nunca de su parte. Yo de verdad la admiraba por haber ganado tu corazón, era muy especial.

Y en un día triste, dejé de sentirme con ganas de guardarlo todo para mí.

Me sentí mal y te fallé. Fui egoísta, pensé más en mí que en tu bienestar por unos momentos. Aquel inconveniente con la chica desbordó todo el mar de emociones que tenía cargando desde antes, porque ahora te extrañaba mucho. Extrañaba escucharte por las madrugadas contándome tu día, tus problemas, tus sueños, tus metas... Diablos, ¿en dónde estabas?
Te veía pasar en la escuela, pero te sentía muy ausente, de nuevo, ni si quiera te girabas a verme ni tampoco eras el cálido Hoseok de antes. Fui un mal amigo porque hablé del tema por primera vez con alguien, porque me sentía muy solo y YoonGi se había convertido en un pilar para mí, así que ¿por qué no? Lo siento mucho,  fui demasiado egoísta.
(...)

JungKook ya lo sabía. Sabía que se estaba haciendo muchísimo daño. ¿En serio se permitió llegar hasta el punto donde se encuentra? ¿Tanto se odia como para no pensar en lo mal que le hacía a su corazón? Era una situación complicada. No para cualquiera que lo vea de fuera, si no para los ciegos sentimientos de JungKook el enamorado.

—¡Solo llámale! Estoy aquí, nada puede salir mal.

—Pueden salir muchas cosas mal, de hecho.

YoonGi, un amigo que demostró ser esa persona de gran corazón que hacía falta en la vida del enamorado. Siempre le decía la verdad, aunque doliera, aunque no fuese lo que quisiera escuchar...

Porque bueno, ¿no era demasiado extraño que Hoseok ahora que está bien con su novia ya no se moleste ni en buscarlo? ¿Dónde quedó la amistad de la que tanto se enorgulleció un día? JungKook era demasiado ciego como para notar que las intenciones de la causa de sus imsomnios sean meramente a su beneficio. Las acciones que toma Hoseok siempre han sido pensando en sí mismo. Y contando la tajante verdad, era como podía hacer entrar en razón al ilusionado corazón de su amigo.

—¡No lo pienses más! Solo marca el maldito número y dile todo lo que tengas que decirle. Suéltalo chico, es tu momento.

Dubitativo, JungKook toma su celular, teniendo de nuevo ese sentimiento de miedo recorriendo todo su interior. ¿Miedo? Llamarle era literalmente tirar una moneda al aire y esperar a que el resultado diese positivo. Llamarle significa que sus sentimientos serían revelados y que ahora todo podría ser color rosa y una historia bonita, o un triste y fallido intento desesperado de ser escuchado por primera vez en toda la larga vida de su extraña amistad.

No estaba seguro.

¿Su enamorado en serio podría entenderlo?

¿Cuáles son exactamente las palabras que tenía que decir?

¿Y si Hoseok, después de escucharlo todo, decide alejarse para siempre?

No era sano. En verdad estaba siendo una pesadilla muy grande. Una pesadilla vivida en carne y hueso.

Por otra parte, una parte muy escondida de sus pensamientos dicen que quizás sea lo mejor. Que Hoseok podrá alejarse definitivamente si así lo cree conveniente, que su amor no correspondido pasará a la historia y lo superaría con el tiempo. Aunque seamos sinceros, esa opción es la más fea de todas para el corazón de JungKook.

Presionó el botón, cansado de sus pensamientos y malestares emocionales. Presionó el botón y esperó un par de segundos en silencio hasta que volvió a entrar en pánico.

¿Y si Hoseok se aleja para siempre?

Colgó.

El teléfono se resbaló de sus manos, cayó en la mesa del comedor y al notar que la llamada había terminado, su frente también impactó con la fría madera del comedor de YoonGi.

—Soy un tonto —Dijo aún con su cabeza gacha, con vergüenza, con odio a sí mismo por no poder terminar con lo que empezó y ser un cobarde que huye a la mínima posibilidad.

YoonGi lo mira desde su lugar, con unos ojos tristes, su amigo no podía sufrir de esa manera. JungKook merecía todo el amor del mundo pero se estaba estancando con alguien que lo quiere como un consuelo y ya. No sabía qué decir ahora, sus labios quedaron estáticos y sus cuerdas bucales sin emitir vibración ninguna. Era difícil formular una respuesta en concreto, ¿Cómo podría consolar a su amigo utilizando las palabras adecuadas? Ese nunca había sido su fuerte.

Pero el teléfono empezó a sonar.

JungKook levantó inmediatamente su cabeza y lo primero que vio fue la aterradora mirada de su amigo, atento al celular que yace en la mesa. Ese teléfono que sabe hasta qué hora de la madrugada hablaron sin parar. Ese que ahora suena con el nombre de Hoseok escrito en la pantalla.

Así que con todos sus sentimientos en contra, con su cerebro y corazón peleando para hacer lo correcto y con un YoonGi desesperado para que hiciera algo, JungKook decide atender la llamada.

Oh sí... Era hora de contar la verdad. Pero no aquí, en casa de YoonGi. Esto tomaría horas y si quiere hacerlo bien, tendrá que esperar un poco.

—¿Crees que podamos hablar en unos minutos?

(...)
Era tiempo de serlo. No podía morir ahogado. Así que YoonGi y yo llegamos a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era hablarlo contigo. Confesarme.

Y lo intenté varias veces, pero siempre me detenía porque existía la posibilidad de que tú no volvieras a verme igual. Que ya no sería tu confidente y sentirías a la soledad adueñarse poco a poco de todos tus pensamientos. ¿En verdad estaba haciendo lo correcto? Era muy difícil, una decisión que juagaba con todos mis ideales y los hacía pedazos poco a poco. No quería lastimarte.

Decidido, llamé a tu teléfono. Era la primera vez que yo te llamaba, estaba muy nervioso. ¡Y te llamaba para algo importante! Tú lo sabías porque te mandé un mensaje justo antes.

Era consciente que había una probabilidad de un cincuenta por ciento en la que tu novia y tú estarían hablando. Pero bueno, podrías hacer una excepción si era el caso, porque... mierda, yo la haría por ti.

adiós | HopeKook |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora