Q U I N C E

595 61 23
                                        


Y estaba ahí sola, pasé la tarde con tus amigos, si, tus amigos. Al parecer yo era inexistente pues no le hiciste el mínimo caso en todo el tiempo que estuve allí en un rincón sin articular palabra con nadie, haciendo solo gestos ante la gente desconocida con quien chocaba miradas. Mi presencia en ese lugar solo se debía a ti, por ti, para ti. Y y te importó en lo más mínimo.

Al final pude congeniar con una chica de cabellos rubios, su nombre era Montserrat, era simpática, me contó acerca de su vida. A pesar de ser una persona muy buena me pude percatar de que ella y yo éramos de distintos mundos.
Tus amigos y éramos de distintos mundos.
Tú y yo lo éramos.

Y mi paciencia se estaba agotando, terminé llamando a mi mamá para que fuese por mí le tuve que mentir diciendo que ya estabas cansado y que preferirías irte a tu casa a descansar. A ser sinceros era yo quien estaba cansada, era yo quien quería largarse de una buena vez a casa.

Recuerdo a la perfección estar sentada con unos de tus amigos en un banco, en una esquina, tú te encontrabas hasta la otra esquina del lugar en el que estábamos, estabas fumando algo que prefiero no saber que era.

Al poco rato mi madre me llamo avisando que ya había llegado, me despedí de Montserrat y de tus amigos y sin más me fui. Me fui sin decirte absolutamente nada, estaba tan enfadada que al igual que tú estaba dispuesta a ignorarte hasta que de tu boca salieran unas disculpas por comportarte como un completó imbecil.

Me llamaste a lo lejos cuando te percataste de que ya me iba, sin embargo, no hice ni el intento de disminuir El Paso cuando mi corazón se encogió al oír tu voz pronunciar mi nombre, tampoco me detuve cuando de mis ojos salían las lagrimas que poco a poco descendían por mis mejillas, y mucho menos lo hice cuando sentí tus pisadas detrás mío.

Pero como era de esperarse cedí, terminé perdiendo ante tí otra vez...

A unos cuantos metros de girar la esquina y llegar donde mi madre esperaba por mi, volviste a llamarme, a escasos pasos de mí. Giré y tragué cada una de mis lagrimas que escurrían por mis ojos.

—¿Te vas?, ¿Sin decirme nada? -dijiste, pude identificar preocupación en tu tono de voz. Giré la cara haciéndote saber que estaba dispuesta a irme sin darte atención, me tomaste del brazo obligándome a mirar tus preciosos ojos. —¿Te molestaste conmigo?— asentí con la cabeza, el nudo que prevalecía en mi garganta me estaba matando.

—Me dejaste sola, con desconocidos, vine solo por ti y haz hecho como si no existiera, como si mi presencia fuese en vano— Confesé, me costó articular aquellas palabras, el nudo en mi garganta no se fue, pero si la pesadez en mis hombros.

Excusas... tú pretexto fue decirme que estabas tan distraído por culpa del asalto, que no querías portarte mal conmigo, 'hacerme daño'...

Si supieras que me hiciste más daño con tu silencio e indiferencia.

Sabía que aquello era mentira, por que con los demás te portabas de lo mejor, era amo a quien evitabas e ignorabas, como si estar conmigo te avergonzara.

Me diste un abrazo, y depositaste un beso en mis labios, que a pesar de ser nuestro segundo beso. Sentí fue el mejor de los besos.

Juan Pablo, te amaba tanto que me dolía hacerlo.











Como se dan cuenta este capítulo es más largo, seguirá siendo capítulos cortos aunque de vez en cuando serán un poco largos<3.

¿Qué les parece la historia?:3

Promises or lies. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora