DIEZ Y OCHO

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-¿Podemos hacer llamada, Juan Pablo?— te dije ese mismo día por la tarde, quería poder tener bien en claro lo que pasaba entre ambos, quería que si ya no sentías lo que yo por ti termináramos esta relación de una vez por todas, a pesar de que me doliera en lo más profundo, aunque me dejaras destruida por dentro.

Creí que como ya era costumbre me contestarías hasta las mil horas o que simplemente no lo harías.

—Me torcí el tobillo jugando fútbol con mis amigos, me da vueltas la cabeza estoy muy mareado, ¿Hablamos mañana va?

No me quedo de otra manera que aceptar, me tiré en la cama resentida por aquella situación pensando en que estaba pasando entre nosotros. Me aferraba a ti, no quería dejarte ir de ninguna manera.

No esperaba para nada que mi celular sonara en tan solo un par de escasas horas más tarde con un mensaje de Simón.

-Villamil te ha mentido, está perfectamente bien-

Mi respiración era entrecortada, al leer aquello mis ojos se llenaron de lágrimas las cuales rodaron por mis mejillas.

Lloré toda la noche, durante horas.

Y en eso por fin mi cabeza se iluminó y tristemente para bien o mal entendí que probablemente no sería la primera vez en que me mentías, estaba segura.

Y con mi corazón en el puño, te envié un mensaje.

-Eres un mentiroso- mande ese mensaje con tanto desdén y tristeza.

No entendía porque, después de todo lo que estaba sucediendo entre nosotros no te odiaba, aunque lo sospechaba algo dentro de mi lo decía a gritos, lo sabía pero no quería admitirlo.

—¿Mentiroso?— me contestaste— Podré ser lo que quieras, hasta drogadicto, pero mentiroso no soy.

Y me contuve, tuve que aguantarme las ganas de ir a tu casa y golpearte hasta que me sangraran los nudillos, no tienes idea de lo mucho que odio que trataras de verme la cara de estupida, que quisieras jugar conmigo, pero no podía odiarte a ti.

—¿Sabes algo?— empezaste a escribir— Me tienes harto, ya me cansé de ti, terminamos

Y así sin más ni menos rompiste conmigo en un santiamén, sin más ni menos hiciste añicos mi corazón de por si roto.

Estuve toda la noche del 24 de Diciembre llorando, por haberte perdido finalmente, aún dudo de cómo mi madre no me oyó llorar aquella noche. Estaba tan rota, de haber sido por mi no hubiese salido de mi cuarto en todo el día.

Pero era un día especial para Simón mi mejor amigo y era algo que el había planeado con tanta ilusión, algo en lo que se había esmerado tanto, el casi me rogó días antes para confirmar mi presencia, ¿el problema?, era en la casa de su novia, quien casualmente vivía cerca de tu casa y era una de tus mejores amigas de la infancia, eras amigo de mi mejor amigo. De ley estarías ahí.

Fui tan estupida y egoísta al estar ahi, por que se perfectamente que sólo iba por ti, no por mi amigo, quería arreglar un poco las cosas contigo.

No me dedicaste tan siquiera una mirada Juan Pablo, a pesar de que tus amigos me dijeran que estabas destrozado té veía a la perfección riendo. En el momento en el que te ibas de la fiesta y te despediste de la mayoría y yo fui inexistente por milésima vez quise echarme a llorar de nueva cuenta hasta que mi cabeza doliera y mis ojos se cerraran de la hinchazón y ardor.

Y para ser franca no lo soporté y lloré después de tu partida durante horas apoyada en el hombro de Simón.

Que por cierto lo siento Simón, estropee tu magnífico día planeado con antelación y tu sudadera favorita.

Promises or lies. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora