Parte 18

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-Morisuke... pero... tienes entrenamiento, deberías estar allá – mire atrás de el tratando de ver si alguien más venía

- No si mi amiga sale llorando del gimnasio – pronuncio casi en modo de suspiro

- No estoy...-

- Sí lo estas, toma – me ofreció un pañuelo, lo tome pero solo me le quede viendo. Al ver como una lagrima caía sobre este me quebré por completo, las piernas me flaquearon, no dejaron de temblar todo este tiempo.

El llanto que me estuve ahogando salió en modo de quejidos, sollozos que apenas y podía tapar con el pañuelo de Morisuke, y es que ni siquiera yo misma fui capaz de darme cuenta de que aún no podía con todo esto, que quizá mi fuerza de voluntad y de querer cambiar no era tan grande después de todo. Y más que nada, Nekoma quizá no me necesitaba tanto como pensaba... Creyendo que por poder ver las cosas de forma objetiva eso me haría especial para ellos, ingenuamente dando por hecho que era indispensable para Nekoma.

- ¿Sabes? Kuroo se quedó en el gimnasio como león en jaula... Y no solo el, todo el equipo esta así, incluso yo estoy así aun que te tengo de frente –

- Estuve pensando que quizá – trague salvia antes de seguir hablando

- Es que no pienses nada (t/n) Si algo te hace sentir mal ¿por qué no lo dices? No puedo adivinar como estas si no me dices nada – Morisuke exhalo aire de forma agresiva y después agarro su cadera con ambas manos mirándome fijamente a los ojos - ¿Qué es lo que te tiene así? –

Al mirar el claro color de sus ojos, la forma en la que sus cejas se habían acomodado reflejando preocupación y la mueca que se formaba con sus finos labios, simplemente no pude responder. Aprete el pañuelo que tenía en las manos mientras mordía mi labio inferior tratando de ahogar el llanto que estaba a punto de regresar, nuevamente sentía un nudo de espinas en la garganta y el corazón acelerado; de pronto, sentí calidez en las manos. Palmas rasposas me sujetaban y apretaban contra ellas. Eran las manos del libero.

-Se que quizá te sientas fuera de lugar por todo lo que has vivido hasta ahora, y se que quizá, ahora mismo, quieras salir corriendo de todo esto y entendería perfectamente que haya pasado por tu cabeza el querer dejar este lugar para volver a donde estabas antes... pero lo que no entendería es que pensaras dejar Nekoma – hubo silencio, fue como si él leyera mis pensamientos – Dejarnos –

Dejarnos. Esas últimas palabras resonaron como eco en mi corazón.

Miraba de un lado a otro los ojos de Morisuke, si sus palabras realmente eran verdad entonces mi razón de estar no era tan vaga. Sin embargo, aun no dejaban de temblarme las piernas, tenía miedo, aún me seguía dando inquietud el estar en donde me encontraba. No pude mas que mirar a otro lado sin bajar la cabeza, jale aire por la boca y lo deje ir por el mismo lugar que entro. El pecho me tembló tras hacer eso.

- Suelo hacer cosas por impulso, pero siempre trato de no afectar a nadie más, me dejo llevar por muchas cosas y honestamente mi mente se llena de muchos pensamientos, tantos que a veces me duele la cabeza por no poder ordenarlos... Es que es una dualidad en la que me encuentro, entre querer dejarme ir y el no querer salir de ese espacio en el que me encuentro cómoda – Miré al cielo, después volví la mirada a los ojos del chico que se encontraba parado frente a mí – Es extraño ¿no? -

- No, no lo es... son tus sentimientos y por más raro que te parezca, no son extraños – objeto.

- Con ustedes paso lo primero, de pronto cuando abrí los ojos me encontraba en un viaje a Saitama y se me apachurro el estómago al ver todo el panorama, es que simplemente no puedo...yo...yo...no puedo con esto Morisuke, porque no se sí este es mi lugar, no se que soy yo para ustedes.... Dime algo: el que yo esté aquí ¿hace alguna diferencia? En serio ¿sí la hace? – De pronto mis ojos se pusieron tibios, comencé a ver borrosos y sentí como enormes gotas escurrían por mis mejillas, el moquillo de mi nariz se aflojo y el pecho se me sacudió con un sollozo. – Es que sí los quiero, a todos, pero yo no se que piensen ustedes de mi... -

– Desde el primer día que pisaste la cancha... No, desde el día que te detuviste tras escuchar la voz del capitán, desde ese día ya eras parte de la sangre de Nekoma ¿no lo entiendes? Cada uno de los que estamos aquí te vemos como un pilar para el equipo. Eres más de lo que piensas.... Hasta ahora has dado tanto y sigues pensando que eres insuficiente... Lo cual es asombroso por que llevas casi un mes con nosotros y acomodaste todo lo que nosotros no pudimos – Sentí como sujetaba mis manos con más fuerza – Eres mi amiga, te lo dije, quizá no sea la misma relación que puedas llevar con los demás pero cree en mi cuando te digo que nadie de aquí te quiere lejos – Alcance a ver ligeramente como fruncía el ceño – Y no te queremos solo por que seas de utilidad, te queremos porque eres tú, solo eso –

Sus palabras fueron sencillas, sin ninguna otra intención ni algún mensaje oculto, por lo que pude entender a la perfección sus sentimientos. La forma en la que me encontraba era producto de mis inseguridades, lo sabía. Pero el que Morisuke viniera a mi por que soy su amiga, sin duda eso resulto ser un gran soporte. De un momento a otro recuperaba estabilidad, todos esos pensamientos que parecían una mezcla de colores en agua y que se volvían cada vez más turbios fueron llevados lejos con agua limpia, agua que deposito Morisuke como tratándose de una nueva etapa. Solté una mano para limpiarme el rostro con el pañuelo que éste me había proporcionado.

- Iré a lavar mi rostro –

- Asegúrate de que el agua se lleve todas las tonterías que estuviste pensando ¿sí? – Asentí con la cabeza y al sentir como poco a poco Morisuke soltaba mis manos, sentí una brisa cálida (aunque no apareció una rosa blanca) era el cambio de estación que estaba a nada de llegar. No pude sonreír pero mi amigo me mostro una sonrisa que valía por dos... e incluso más – Regresare al gimnasio, le diré a todos que estas bien y no más – Y sin decir otra palabra se despidió con la mano y regreso corriendo por el mismo lugar por el que llego.

Tras lavar mi rostro en los lavaderos que se encontraban fuera del tercer gimnasio decidí regresar al segundo gimnasio que era en donde se estaba llevando el entrenamiento de esta tarde, quité mi sudadera de donde la había amarrado y me la volví a poner. Apresuré un poco el paso pues ya había estado mucho tiempo fuera sin ver el desarrollo del entrenamiento y al encontrarme en la puerta del gimnasio a lo lejos, del otro lado de la cancha pude ver a Kuroo, quién secaba el sudor de su cuello con una toalla blanca y parecía que se encontraba en el limbo, perdido en sus pensamientos. Imagino que sintió mi mirada pues al hacer contacto visual conmigo se apresuro en ir a donde me encontraba, sin decir nada, solo se concentro en el abrazo que me estaba dando.

-¿Acaso son novios?-

-Sí, lo somos. 

Siempre estuviste para mi (Tetsurou Kuroo x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora