'El Llamado'

381 27 3
                                    


Le miró saltar al pozo desde las sombras tranquilas en el espeso bosque que rodeaba el diminuto claro dónde estaba la pequeña construcción. Esperando pacientemente el golpe seco acompañado de algún quejido o alarido, pero no. Nada.

Eso fue lo que inhaló la nada de un perfume que le invitaba, que llamaba su ser a saciarse de más pero no, no. Él no podía aclamar ni desear a esa mujer, era simplemente ajena a él.

El viento cálido del verano arrastraba con lo poco que quedaba en el aire de su aroma ¿Por qué? ¿Abría levantado una kekkai? Estrechando sus orbes al tiempo de que su youki escaneaba la zona en una amplia onda, buscando. Sin hallar nada.

Un gruñido bajo fue lo que hizo emprender esa estoica marcha hacia el devorahuesos. Inconsciente de lo que hacía pasó diestra por sobre la madera algo húmeda del pozo, arrastrando las mortíferas garras por el roble del que estaba hecho, dejando una estela de hijos casi invisibles sobre la madera.

Inclinó su cuerpo ventralmente haciendo que algunos de sus cabellos platinados se deslizaran por los costados de sus fornidos hombros, algunas hebras detenían su paso al chocar de lleno contra los picos metálicos pulidos de su inusual armadura, y otros, se enredaban en la mullida estola crema que se alzaba gloriosa.

Nada, no había nada más que oscuridad y los pocos restos de algunas piezas óseas sin ya forma, desapareciendo de a poco al mismo tiempo que rápidamente; colocó sus manos en el borde del mismo sintiendo un extraño palpitar proveniente del mismo pozo, desde sus entrañas vacías podía sentir el calor del mismo y como algo le llamaba, algo lo estaba jalando hacia su interior y por más que lo pensara en el momento su instinto no marcaba ningún peligro.

¿Qué era este pozo realmente? Y lo más importante ¿Qué papel jugaba la miko aquí y dónde demonios estaba? Se irguió elegante clavando la mirada asesina en las viejas tablas como queriendo arrancar una muda respuesta que a su sorpresa le llegó en una muda palabra arrastrada por quien sabe que fuerza misteriosa.

Salta.

Sesshomaru gruño para sus adentros y Yako respondió de igual forma, él después de todo no era un cobarde ni mucho menos. Algo se escondía en las entrañas oscuras donde la aquella miko saltó dejando ese desagradable olor a tristeza en el aire en conjunto con el típico salado de las lágrimas más amargas.

Eso fue lo que le llevó a desviar su rumbo original, la pesada aura de tristeza y poder espiritual que se desprendía; anulando su propio poder demoníaco y enmascarando su presencia al igual que su aroma vio al hanyou unirse al despojo de cadáver putrefacto que estando viva fue la que selló por más de cincuenta años.

Asqueado de la escena y del repulsivo hedor de la excitación y muerte se dejo guiar por un aroma que le gustaba menos y fue cuando le vio saltar sin mirar atrás.

¿En donde estás, Kagome?

♦♦♦

Gracias por leer.

Sin FronterasWhere stories live. Discover now