La sangre corría a toda prisa por cada uno de sus vasos, podía sentir como hervía literalmente de la ira que la carcomía ¿¡Cómo demonios podía ser tan estúpida!? Por un momento pensó en acabar con su propia vida por alguien que jamás ha valorado la suya, no, definitivamente estaba mal. Una cosa era enamorarse y otra era estar de cabrona de alguien que no sabía si la veía como mujer.
Higurashi salió a de la bañera con un grado más de ira en su ser ¡Claro que no la miraba como mujer! Si hace unas horas le vio revolcarse con un cadáver ambulante.
-¡Da asco! –Masculló por lo bajo abriendo la regadera con agua helada para así bajar la humillación que sentía y al mismo tiempo sacar todo rastro de jabón aromático que estaba pegado a su cuerpo.
Cerró sus orbes zafiro mientras el agua fría la reconfortaba, le gustaba más el agua fría que ninguna otra cosa y por extraño que pareciera aliviaba casi al momento todas sus preocupaciones; lavando con cuidado su largo y voluminoso cabello desvió su furia hacia el mismo, sintiéndose orgullosa de lo tan largo que estaba ¡Y cuidado! Pese al ajetreo del Sengoku; resoplando un poco de agua y atrapando la misma entre sus dedos, jugando con el frío ya calmada y repuesta cerró la regadera y caminó con cuidado para no resbalar, salió de su baño personal, ahora en su habitación Kagome caminaba desnuda sin mortificación alguna hasta que vio su propio reflejo en el espejo de cuerpo completo.
Muy pocas veces ella se miraba a sí misma sin ropa y lo que vio le llamó bastante la atención. Dejando caer la toalla blanca en el suelo de tatami artificial su mirada se perdió en cada rincón de su cuerpo, ella misma solo con la mirada iba surcando su silueta asombrada ¿Desde cuándo ella era así? Cintura estrecha y vientre plano con algunos cuadros marcados muy a lo femenino, piernas bien tonificadas por las largas caminadas y frenéticas carreras por su vida. Muslos y pantorrillas de envida sin un solo molesto vello corporal, tenía esa suerte de ser lampiña, aunque estaba marcada de numerosas cicatrices que solía ocultar con capas de maquillaje o ropa cuando se encontraba en su época, nadie jamás entendería que esas heridas en sus piernas y varias zonas de su cuerpo eran de batalla contra demonios de su propia mitología y otras mas y no una joven que necesitaba atención; sus pies pequeños y cuidados sin una grieta en sus talones pese a sus extenuantes caminatas. Sus brazos tonificados sin llegar a exagerar a lo musculoso, miró sus manos, algunos cayos por la presión de su arco pero igualmente delicadas y finas con sus uñas no pintadas pero si impecables. Hombros delicados que subían en un estético cuello hasta llegar a su rostro de mujer. Porque si, ese rostro no lo había notado antes, era el de una mujer, no el de una adolescente y lo enmarcaba su largo cabello semi ondulado azabache con destellos azulados naturales. Se vio hermosa, bella como solo ella podía ser y apenas darse cuenta. ¿era amor propio? Quizás, tal vez sólo hasta ahora que había decidido mandar al que la veía como una mocosa era que podía ver su verdadero cuerpo.
Bajando la mirada se encontró con su centro, esa pequeña parte de su cuerpo tan importante estaba sin un solo rastro de vello, jamás le gustó tener alguno ahí mismo. Se miró con las piernas apenas separadas en la misma posición en la cual se detuvo a contemplarse ¿Seria ella acaso suficiente para complacer a un hombre? Su ojos se opacaron ante el pensamiento de ser negativo eso.
Sus manos subieron ahora hasta tomar sus pechos por la base sin apretarlos, tan solo los miraba, eran bastante grandes pensó burlándose de ella misma por no notar el bonito cuerpo que tenía, sus pechos suaves y firmes con una aureola y pezón rosa pálido.
-Estos pechos darán un día de comer a mis hijos –Se dijo en un susurro quedado, bajando la cabeza y mordiendo su labio inferior con notoria frustración – No –Dijo ahogada –Estos pechos... ¡Estos pechos están secos! No habrá hombre que pueda jamás descansar su cabeza en ellos ni un hijo que pueda alimentar con ellos... ¡Es así, siempre es así! Si soy bonita nadie jamás lo va a notar, siempre seré una sombra... –Sollozó y sus lágrimas cruzaban amargas por su rostro, soltó sus pechos para dar bruscamente la vuelta y darle la espalda al espejo. Buscó una muda de ropa y se acostó bocabajo con el rostro hundido en su almohada.
A veces no nos damos cuenta de como nos miran otros ojos por la venda que cubre el dolor de un amor puro no correspondido o mal pagado...
Sota que se dirigía a su habitación luego de ir a la cocina por agua se quedó pasmado con lo que dijo su hermana, la frustración se arremolinó en su garganta aguantando las ganas de llorar y gritarle a su hermana que estaba mal, que ella es hermosa y que siempre que volvía del pozo y salían juntos todos los chicos que la veían pasar se quedaban mirándola embobados, porque desde que cumplió sus 18 años ella se volvió sumamente atractiva; sacudió su cabeza y limpió sus lágrimas con la manga de su pijama decidido a entrar pero medio colocó la mano sobre la perilla el youki de Sesshomaru se hizo presente, mejor dicho, fue cuando lo notó. Dejo la puerta y fue con cautela hasta la habitación donde estaba el demonio.
El poder demoníaco era grande y le erizaba cada píloro del cuerpo aun así toco la puerta –Soy Sota... ¿Puedo pasar? –Le dijo con voz calmada, una calma que apenas controlaba y un adelante ronco se escuchó detrás de la puerta.
El menor de los Higurashi abrió la puerta con sumo cuidado, el aire se volvió pesado al acto y una extraña neblina verdosa se escapaba fina entre la penumbra, por un momento recordó ese libro que estaba leyendo, Drácula*, donde el Conde se convertía en niebla y abandonaba la habitación. La neblina no le hacía daño alguno pero tampoco bajaba la guardia ante el huésped. Como dijo su hermana él era un aliado de batalla pero no afirmo que era amigo.
Entró cerrando despacio la puerta detrás de él, la habitación estaba oscura pero aún así pudo ver a Sesshomaru en un rincón, estaba vuelto una verdadera fiera.
Drácula de Bram Stoker.
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Gracias por leer, la historia original esta sin modificar ni concluir en fanfiction bajo el mismo nombre, acá la modificaré, corregiré y culminaré.
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Sin Fronteras
RomansaKagome queda destrozada al saberse perdedora en el amor y ha regresado al siglo XXI. Sesshomaru le sigue y sin encontrarla el Pozo le hace una invitación abierta sin fronteras. ¿Qué pasará en el 'Futuro' ? Esta historia esta publicada en fanfiction...