La nave del olvido [MexLivia]

Capitulo V: I'll Never be the same.

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0.5 Jamás volvere a ser él mismo.

❝ Nada de esta mierda esta bien. ❞

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Bolivia estaba acostado en la cama del paraguayo, habían decidido ver una película juntos, ya que hacía tiempo que no pasaban tiempo a solas. Se sentía bien estar nuevamente juntos. Ya habían pasado cuatro meses desde la ruptura de Bolivia y Perú. Hace un mes empezó a salir con él mexicano, salidas entre amigos claramente, debía de admitir que desde que empezaron las salidas entre ellos, el tema de su ex pareja quedaba en segundo plano. Cuando está con México sólo ríe, se divierte, no puede parar de sentirse bien algo que había dejado de sentir desde que terminó con Perú, no, desde hace mucho tiempo antes de su ruptura desgraciadamente estaba muy enamorado para darse cuenta en ese momento, su relación iba en picada, su salud iba en picada de igual forma pero más importante, su integridad había decaído demasiado así tocando fondo, no se había dado cuenta de aquello hasta que fue demasiado tarde, sin embargo, mientras flotaba en el extenso mar un pequeño bote, donde se vislumbraba un pequeño destello lo salvo , cuando le dio un salvavidas sacándolo de esas frías y oscuras aguas.

—Entonces, ¿Qué hiciste está navidad? —La pregunta lo tomó por sorpresa, estaba enfocado en aquella película navideña genérica que era tan mala que llegaba a ser buena. Su mirada avellana brilló con levedad al recordar que hizo con él mexicano.

Ese día ambos habían planeado salir a algún lugar de la pequeña isla artificial. México le había dicho que sería una sorpresa donde lo llevaría, al principio estaba bastante entusiasmado por la sorpresa del más alto, pero su mente le había jugado una mala pasada, cayó en cuenta que seria su primera navidad sin el de colores rojo y blanco. Sinceramente se sintió bastante mal por las dulces memorias que con el tiempo se volvían tan amargas, no se sentía listo para salir a celebrar este año de mierda, tomó entre sus manos su celular, escribiendo :

—“Lo siento México, yo no estoy listo. Perdóname”—concluyó de escribir el mensaje, así que con su dedo tembloroso, sus mejillas sonrosadas por el llanto presionó el botón de enviar. Así dejando el aparato en la mesilla frente suya, encogiéndose en el sofá de la sala abrazando sus piernas y soltando hipidos por el llanto.

Había desperdiciado una buena oportunidad para divertirse, pero él seguía en su mente, en sus venas. Sentía que Perú era como la cocaína o la morfina, tan dañinas, tan dulces, tan adictivas y sobretodo difícil de dejar. No sabía si podría volver a salir con él chico, sería muy vergonzoso, bastante. Quizás México se sentiría ofendido por haberlo rechazado de la nada, o posiblemente no quisiese invitarlo más al creer que se había aburrido de su compañía. Se sentía como un completo idiota, un idiota llorón. Pero su celular comenzó a vibrar. Alzo su mirada avellana, notando que era una llamada del susodicho. Un pequeño grito salió de sus belfos ante la impresión y conociendo un poco al norteamericano no sedería hasta que contestaste. Sorbió sus mocos e intentó apaciguar sus sollozos. Tomó el celular y contestó la llamada.